POV: Adara
———
El cuchillo oxidado estaba ahí, otra vez. ¡Pero qué locura era esta!
Recordaba que la última vez que pasé por la cocina para intentar ocultarme había desaparecido. Lo recordaba muy bien. Mis pensamientos se espesaron. Inicié un quebradero de cabeza que me produjo un escalofrío de pavor. Avancé mi mano hacia el cuchillo, pero al filo de tocarlo, me sentí temerosa y aparté la mano apretando los dientes.
Mis ojos no se despegaron de él. Intenté encajar el maldito enigma de por qué hace unas horas había desaparecido el cuchillo (cuando estaba sola en la mansión), y ahora estaba como si nunca se hubiera movido de su sitio.
Me estremecí.
Empecé a hiperventilar.
Comencé a sentirme como si me hubiese caído a un pozo oscuro, sin agua, rodeada de una piedra fría y húmeda. Me asfixio. Me agobio... Por más que intentaba salir de él no lo lograba. Las paredes resbalaban, la luz del día la veía lejos.
Esa escalofriante sensación me produjo que me quitara la chaqueta tras sentir un agobio tan súbito. Solté aire con brusquedad, dejando una mano en mi pecho. Intenté encontrar un punto de calma para sobrellevar todo y posiblemente lo hubiese logrado, sino fuera porque al bajar la mirada a mis brazos se me escapó un jadeo de impresión.
—Dios... ¿qué es esto? —expresé impactada.
Mis ojos viajaron deprisa de un lado al otro. Negué con la cabeza, estupefacta.
No recordaba haberme golpeado. No. Esto tenía que ser un error. ¿Cuándo me había hecho esos hematomas?
En ambos brazos se habían originado unos hematomas grandes, marcados, de un morado-azulado. Eran recientes. Sentía la piel tirante. Y solo con pasar las yemas de los de-dos me dolía.
Apreté los dientes tras comprobarlo.
—Se me olvidó decirte que dejé tu bolso y tu móvil sobre la isla cuando me puse a investigar la mansión.
Una voz me sobresaltó y alcé la cabeza sobrecargada por la conmoción. ¡Ya estaba despierto! Sin apenas girarme, me puse rápidamente la chaqueta para ocultarle a Enzo los hematomas de los brazos. No quería que los viera. Por nada del mundo podía verlos.
Enzo me miró preocupado, acercándose un paso más.
—¿Estás bien? Te has puesto pálida.
—Sí —miré de reojo el cuchillo tocándome la frente—. Oye, ¿ese cuchillo estaba aquí cuando dejaste el bolso y el móvil? —lo indiqué con un dedo.
Enzo desvió su atención hacia él. Sacudió la cabeza con normalidad.
—No lo recuerdo.
Mierda. Eso no me ayudaba.
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El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)
RomanceAllí estaba su deseo. Hecho mujer. La mujer de su vida. Un deseo marcado a fuego en su corazón. Él sabe que lo dará todo por ella. Hay deseos por los que vale la pena arriesgarlo todo. ________ Copyright © 2017-2020 El deseo de Enzo. Obra sujeta a d...