Capítulo 24

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POV: Adara

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POV: Adara

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Era la segunda vez que tocaba la puerta de la habitación en la que me dejó Enzo la primera noche que pasamos aquí.

—¿Enzo, vas a salir ya? El desayuno está listo.

Desde que me caí por la colina se encerraba mucho tiempo en esa habitación y también pasaba otro tiempo extra haciendo llamadas.

—Ahora voy —me respondió poco después.

Resoplé poniendo los ojos en blanco.

—Ese «ahora voy» me lo has dicho hace media hora.

Se echó a reír tan flojito y complacido por mi riña que me hizo inflar las mejillas. Tenía una enorme curiosidad —que rozaba la obsesión—, por lo que hacía ahí dentro. Que anoche, después de una sesión matutina de sexo, me escabullí de la cama para bajar y ver que había tras esa puerta. Me llevé un chasco cuando descubrí la puerta cerrada con llave, pero no solo me llevé para mi cuerpo esa desilusión. Entre las sombras oscuras de la noche pegué el mayor grito de mi vida al sentir como Enzo me cogía en brazos (sin haberlo visto venir al ser escurridizo y silencioso como un lobo), y me llevaba de nuevo a nuestra habitación subiéndome sobre su hombro. No se enfadó que intentara descubrir que hacía tan misteriosamente tras esa puerta. Pero a cambio, el condenado Dios del sexo me hizo suplicar varias veces para llegar al éxtasis del más puro y maravilloso placer que era hacer el amor con él.

—Me tienes muy desatendida —aporreé la puerta dos veces para llamarle la atención.

—Eso es mentira.

Me quedé boquiabierta.

—¿Me estás llamando mentirosa?

—Recuerda lo que hemos hecho hoy nada más despertar —me recordó descarado y arrogante.

No pude evitar sonrojarme tras venirme las imágenes tan ardientes. Me aclaré la garganta.

—¿Qué haces?

Ya ni se cuántas veces le había hecho esa pregunta.

—Algo muy importante.

—¿Y yo no puedo saberlo?

—No.

Me enfurruñé jugueteando mis dedos con el colgante de trébol.

—Ah, pues muy bien, atente a las consecuencias —le señalé simulando crispación y con un dedo, aunque él no pudiera verlo.

Acababa de lanzar el «grito de un reto». Y sé que le encantaban los retos. No me dio tiempo a retirar dos pasos hacia atrás y salir huyendo, ya que la puerta se abrió rápidamente y grité con el corazón acelerado al ver lo raudo que fue al anclar sus manos en mis caderas y me subía sobre su cintura, enroscando mis piernas sobre ella, rodeando mis brazos por su cuello. Mi risa terminó ahogada en sus labios que me besaron con pasión. Un beso que duró poco más de tres segundos pero que me dejó con mil temblores.

El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora