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Blanch no lo pensó 2 veces y corrió lo más que pudo para internarse en el bosque, debía llegar a Bertha y perderlo de vista, ¿pero cómo?, - Oh Dios, como pudo alcanzarme, estaba segura de que aún estaba lejos, llevaba una buena ventaja, ¿cómo me encontró tan pronto?-

Ella se escondió en los matorrales, vio pasar a Falgnir derecho tratando de hallarla. Nuevamente ella fue sigilosa. Bertha estaba cerca. La vio, tal y donde la había dejado amarrada, no la habían ubicado totalmente, ¡¡que felicidad!!

Blanch trató de acortar camino y cruzó entre 2 árboles que habían crecido juntos, la abertura era angosta pero ella entraba bien... Entonces Falgnir rugió y casi la agarró, pero ella fue más rápida y pudo huir de él. Él no pasaría entre la angosta abertura.

Falgnir se quedó con la crespina en sus manos, vio como una abundante cabellera roja se elevaba violenta en el aire, y se mecía a medida que lady Blanch corría.

- ¡¡no escaparéis!!- le gritó,

Blanch montó deprisa y espoleó adentrándose más, alejándose de los poblados y el camino seguro, no sabía por dónde iba, esta vez estaba desorientada, pero sea como sea debía escapar de Falgnir.

Sin embargo al cabo de 15 minutos, él apareció de nuevo tras ella; sus ojos destellaban como 2 chispas doradas,  parecían de fuego, e imponente sobre su caballo negro; como si fuera un enviado de la muerte que no daría tregua al alma que trataba de llevarse.
En su mano traía la capa que ella había dejado en el árbol.

La agitada carrera de Blanch se vio interrumpida por un risco profundo que se atravesaba en el camino; no había nada más, así que giró rápidamente tratando de escapar hacía otra dirección, pero Bertha ya no respondía como quería. Aunque Blanch sabía que su caballo era perfecto, ambas estaban hambrientas, y Bertha había corrido todo el día sin recibir alimento, no podía más... este era su final.

Sin embargo la esperanza iluminó sus ojos, cuando más allá detrás de un gran árbol caído, diviso una cueva. Quizás, solo quizás... allí lo perdería, el sol se estaba ocultando. Así que galopó hacia allá tan aprisa como las fuerzas de Bertha se lo permitían.

Desgraciadamente no contaba con que Falgnir anticipara sus planes. Disparó una flecha de fuego al tronco seco, asustando a Bertha en pleno salto, arrojando a Blanch de la grupa. Ella cayó sobre un arbusto inconsciente.

Falgnir bajo de su caballo con una expresión pétrea, miró a la chica desmayada y sonrió,

–finalmente os atrapé-

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Todo se veía borroso, todo se sentía confuso.... Blanch despertó lentamente y al recordar lo que había pasado se levantó exaltada.

A su alrededor solo estaban Falgnir y Thomp. Fuera de la tienda, solo penumbra; y sus sombras danzaban al ritmo del fuego que brindaba un candil.

Falgnir la miraba fríamente. Su expresión densa, denotaba que estaba furioso. Thomp no se veía más sereno que él, pero sus sentimientos eran más difíciles de descifrar.

Miró alrededor, vio una fusta sobre las pieles.... Quizás la azotarían, nunca nadie la había azotado, y finalmente, Blanch se llenó de terror. La habían atrapado; no tenía duda de que había llegado su fin. Thomp se retiró inmediatamente.

- ¡al fin habéis despertado! ¿Disfrutasteis de vuestra libertad temporal? Espero que sí porque no volveréis a saborearla-

Blanch no respondió nada, buscó con su insistente mirada las bolsas que la acompañaban; una vez que las haya ubicado, por la mañana a la luz del día inspeccionaría el lugar e idearía un nuevo método para escapar. Ahora estaban lejos de Pembroke, alguna oportunidad se habrá de dar.

-¿buscáis esto?-, señaló Falgnir una bolsa con monedas de oro con las que ella sobrevivió ese tiempo. Y su espalda estaba la otra bolsa que contenía los ajuares y una manta gruesa y enorme que ella misma se había creado

Blanch solo lo observó con resentimiento

LAS MEMORIAS DE WINDSTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora