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Todos aplaudían, algunos con sentimientos nobles y otros con amargura. Enrique abrazó a ambos y les dedicó sinceras palabras, —felicidades lord Windstor.   Lady Joan, os hago entrega de mi mejor guerrero y una de las más ricas regiones inglesas, cuidadlos bien; y a vos Falgnir, mi alto lord condestable, disfrutad tanto como puedas de estas bendiciones, os deseo larga y prospera gloría para vuestras comarcas que desde ahora han quedado unidas—

—Gracias—,  contestaron ambos. Inmediatamente apareció la guardia de Falgnir, sus comandantes más devotos. El primero en arrodillarse y jurar lealtad fue Milo, seguido por Artois y klauss, un hombre no muy alto y delgado. Eran los tres subcomandantes de Falgnir.

Drake Dee era el escudero oficial de Falgnir, lo cuidó siempre desde niño, y pese a su evidente ceguera, él siempre negó su condición. Se arrodillo ante su nueva ama, delicadamente tomó su gruesa y callosa mano, y deposito un casto beso en su dorso velludo, —mi lady os juro lealt.....—, sus palabras fueron interrumpidas de un bofetón.

— Imbécil, lady Windstor está por allá, yo soy Klauss— le gritó un caballero de negros cabellos. Drake se levantó de prisa, Milo lo dirigió y arrodilló frente a Joan. Confundido, tomó la mano de Joan y la inspeccionó, la textura demasiado diferente, suave y de finos dedos.

—No demoréis mucho Drake—, resonó la voz de Falgnir, y el caballero invidente entonces supo que ahora si estaba en el lugar correcto. —mi lady, sois más hermosa de lo que se dice, aceptad mi devoción y lealtad, desde hoy os protegeré con mi vida —, Joan rio ante su juramento, pues ya lo había visto comprometerse con el guerrero tras él. —Gracias sir Drake —

Una docena de caballeros, aquellos comandados por el gran conde Windstor en su "última" misión, se arrodillaron también ante los nuevos esposos, para jurarles fidelidad. Todos aplaudieron, todo era alegría. Los nobles se aglomeraban alrededor de los nuevos esposos.

Las damas felicitaban a Blanche, otras la compadecían, pero ella no podía ocultar su contagiosa alegría. Arthur se acercó a desear felicidad a Joan, entre lamentos, se disculpó por no ser él quien estuviera a su lado en ese momento. Ella sólo le dedicó una sonrisa y Falgnir incluso lo consoló. También los demás lores se acercaron a desearles felicidad en medio de irónicas frases, pero esto no turbó el buen humor que se sentía en el ambiente.

El chambelán abrazó a ambos consortes y le entregó una carta del rey a Windstor, —debéis volver a Oxfield para dirigir el lugar, el rey os envía el mapa de la fortaleza— susurró Sir William. Windstor asintió.

— Muy bien, sólo debemos celebrar la segunda boda y podréis marcharos—, anunció el chambelán. Todos se posicionaron de nuevo para recibir pronto a la segunda pareja. Las puertas se abrieron de par en par, para dar paso a lady Boury, este día se desposaría con el duque Varenne, un hombre mayor de mejillas brillantes, coloradas y aspecto bonachón.
Estas serían sus terceras nupcias, pues el duque había tenido la desgracia de enviudar dos veces.

Robert y Edmund, que estaban junto a Falgnir; comenzaron a susurrar en un tono más bien alto. —Ya decía yo que ninguna mujer podría mostrarse entusiasta por Windstor; así que ella también lo rechazó—

—Anoche dijo que no le faltaban candidatas, por algo ha de ser — respondió Edmund

Joan los escuchó perfectamente, pero su gesto era de absoluta indiferencia. Falgnir en cambio la abrigó con su brazo, y les respondió, —Dije que sería una gran sorpresa para todos cuando conocieran a mi prometida, Edmund, lo dije anoche ¿no? —

Ninguno de los dos respondió, pero Arthur que estaba tras ellos sí que fue entusiasta al intervenir en la conversación. —Escuché que Lord Varenne se enamoró de Lady Boury anoche, quedó tan fascinado con ella, que en la madrugada solicitó personalmente su mano ante el rey—

LAS MEMORIAS DE WINDSTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora