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A varios metros de ellos, con cuidado de que Falgnir no lo descubriera, los observaba lord Robert y tres de sus soldados que temblaban tras de él. Los observo hasta que sus siluetas desparecieron en la oscuridad. Exhaló un suspiro de alivio, sin embargo lo invadía una gran ira; ira que trataba de moderar al dirigirse a sus hombres sin mirarlos.

– Eulogio, ¿os dejasteis abatir por una mujer? –

–lady Blanche me engañó mi señor, creí que se había desmayado... además golpeo en un punto muy delicado... no fue justo–, decía el soldado avergonzado y temeroso.

Robert se giró enfurecido, y gritó; – ¡no quiero excusas! Vuestra misión solo era asustarla, era yo quien debía ir a "rescatarla", y ustedes tres, únicamente debían seguir la farsa. ¿Cómo una chica puede eludir a tres soldados entrenados?, si algo le hubiera pasado, ahora mismo ustedes serían decapitados bajo mi mano–

–pero mi lord, nosotros estuvimos esperando a Eulogio en el lugar como nos ordenó, él nunca llegó–

Eulogio se sobresaltó ante las acusaciones de sus compañeros, – son unos malditos traidores, no me recarguéis toda la culpa. Esa chica corre muy rápido, y cuando me topé con lord Windstor, no supe que decirle, tuve que inventar que la habían secuestrado y me habían noqueado, no le traicioné mi lord –

– ¡callaos! –, gritó Robert más furioso todavía. –Falgnir solicitó mi apoyo y yo fingí ayudarlo creyendo que ustedes eran los secuestradores, ¡Escuché sus gritos, pero la suponía segura! Fue una gran desilusión llegar al sitio acordado y encontrarlos sólo a ustedes tres ¡¡¡ imbéciles!!! – .

– ¡Lo sentimos mi lord!–, exclamaban los soldados

–No os librareis del castigo, en cuanto arribemos a Tywehill, recibirán 10 latigazos cada uno y no comerán en todo el día; y vos Eulogio, vuestro castigo será el doble por no avisarme de inmediato. Nunca me había sentido tan avergonzado de mis propios hombres; al volver a Casterwick se someterán a un entrenamiento más duro, esto no puede volverles a ocurrir–

– Como ordene mi lord–, respondían al unísono

–lo hecho, hecho esta, nada se puede hacer ya, solucionaré pronto los asuntos que me esperan en Tywehill, ahora me urge llegar a Pembroke lo antes posible, y no habrán descansos hasta que lleguemos, ¿oyeron? –

–si lord Casterwick–, respondieron de nuevo al unísono.

Robert decidió acercarse a los cadáveres, los miró con desprecio. – ¡Qué asco!, estos viles malnacidos creyeron encontrar un tesoro, pero en realidad encontraron la muerte. Espero que mañana vengan a limpiar este desastre–, «Tengo esperanza que el rey haya leído mi carta antes de que Falgnir se presente ante él. Espero que considere mis peticiones»
– muy bien, ya perdimos suficiente tiempo aquí, ¡vámonos!–, una vez dada la orden toda la tropa se puso en marcha.

Falgnir ya avistaba su campamento, a lo lejos se oía la tropa de Robert marcharse. Blanche escondía su rostro en el hueco de su cuello; sus sollozos mermaron pero aún lloraba; odiaba verla tan vulnerable, – Pronto estaremos en el campamento; estáis a salvo Joan, no lloréis más, no volveré a dejaros sola–, Ella levantó un poco su rostro, y acercando sus labios al oído, le susurró un gracias, para después abrazarlo con más fuerza.

Falgnir tragó saliva ante esa acción espontanea; no sabía que haría cuando llegara a Pembroke, Blanch se coló en su corazón sin pedirle permiso; sabía que era algo que sucedería tarde o temprano, aunque ella no tuviese esa intención. No obstante, él no se opuso a nada para evitarlo.

El campamento estaba totalmente armado, todos estaban preocupados. Blanche estaba hecha un desastre y esto los alarmó, –mi lady ¿se encuentra bien? – preguntó Thomp

LAS MEMORIAS DE WINDSTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora