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Boceto  conde Falgnir Wyne,  de Windstor

Boceto  conde Falgnir Wyne,  de Windstor

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Guiados por un lord guerrero con cota de malla color rojo; quince caballeros llegados de Pembroke atravesaron al galope la gran comarca de Oxfieldshire. Como se encontraban en un punto muy alto, divisaron el paisaje majestuoso, grandes llanuras de distintas cosechas, divididas en zigzag por ondulaciones del terreno y robles que se extendían al horizonte, perdiéndose en bosques lejanos. El sol resplandeciente en lo alto, les daba la bienvenida.

El resoplido de los caballos después del gran esfuerzo realizado se escuchaba fuerte. Y los guerreros deslumbrados, aunque antes se quejaban, ahora estaban agradecidos.
— Al fin llegamos a casa—, dijo Joan feliz.


Falgnir al verla tan contenta, no pudo hacer menos que responderle con la misma alegría. Definitivamente Oxfield era un territorio muy rico y esplendoroso. La señora de estas tierras, era tan majestuosa como su comarca; henchido su pecho de orgullo, al saberla su esposa, y por ende también estas tierras le pertenecían ahora... o bueno, será el ducado de sus hijos.

La atrajo hacía si, y le ofreció un tierno beso que le robó el aliento. — Oxfield es una muy buena tierra, la primera vez que vine, no reparé en detallar su hermosura—, le dijo abrazándola.

Un poco aturdida por el beso que él le había dado, se obligó a volver en si para responderle, — sin embargo he tenido muchos problemas con mis vasallos; los últimos asedios y las constantes amenazas, bajaron enormemente la moral. La protección no era eficaz, y como siempre se luchaba por retener los enemigos afuera, muchos de los habitantes se encerraban en sus casas acobardados, rogando a Dios que el alud pasara de largo. No puedo culparlos, era muy difícil para mí defenderlos—

—pero ya no estáis sola, os prometo que reparare todos los daños que dejaron, Oxfield no volverá a temer teniéndome como regente. Y como sois mía, nadie intentará haceros daño, os lo juro—

Ante esas palabras, ella se tranquilizó. Si, con él siempre se sentía protegida, el protegerá a sus súbditos; se rio un poco ante la actitud dulce y arrogante de su esposo, — Estoy segura que así será mi lord —, respondió con suma cortesía, aparentando abnegada lealtad; pero detallando sus ojos centelleantes, se notaba que bromeaba y estaba a punto de echarse a reír.

Sin embargo en rigor de la verdad, Falgnir se había adueñado de su tierno corazón, por lo tanto, siempre lo querría y compartiría todas las decisiones que tomase. — ¿no me creéis? que osadía esposa, tengo todos los días y noches para convenceros de mi disposición. Mientras tanto os enseñaré a cuidarme y a servirme, pero sobre todo a honrarme—, simulando indignación y severidad.

— vaya lord exigente resultasteis ser, yo vivo honrándoos en todo momento—, dijo ella fingiendo irritación entre pequeñas risas que punzaban por salir. Se besaron una vez más y reanudaron el camino. Sus compañeros permanecieron inmóviles, respetando la intimidad de su alegría.

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