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El  azul claro de la mañana se hizo presente, los pajarillos cantaban alegres mientras asomaba el sol por las ventanas. La señora del castillo despertó sin prisas, recostada sobre el pecho de su esposo, con sus piernas enganchadas a las de él; pese a que Falgnir estaba profundamente dormido, su enorme brazo la sujetaba firmemente.

El calor de su pecho, su cabello castaño arremolinado en la almohada. Con una expresión tan inocente, tan pacifica, durmiendo tan plácidamente. «¡Ah, entre más pasa el tiempo, más atractivo me parecéis!», pensó lady Windstor, besando su mentón.

Inmediatamente él comenzó a despertar topándose con la imagen de su esposa observándolo, —buenos días mi lord—, saludó ella con una sonrisa, — ¿habéis dormido bien? —

Él sonrió y se giró con intención de abrazarla a dos manos, — buenos días...—, respondió antes de devorarla a besos.

Había pasado una semana desde el incidente de la serpiente, y pese al enfado que Joan manifestó, increíblemente los sirvientes se pusieron de lado de Falgnir. ¡Claro! A todos se les había subido el sueldo, y a los más cercanos se les había recompensado gratamente. Además la serpiente no era venenosa, ni peligrosa; era la mascota de una villa cercana.

¡Cómo no querer a un lord tan generoso! Deseándole larga vida al gentil conde de Windstor, lo vitoreaban. Pese a que seguía enfadada tuvo que ceder, y Falgnir se las ingenió para ganarse pronto su perdón.

Blanche estaba satisfecha con la decisión de su esposo. La feliz semana trascurrió entre risas; aparte de las labores matutinas, Joan se encargó de mostrarle a Falgnir todos los pasadizos, incluyendo por el que ella escapó la primera vez.
Eran más del doble de los registrados por el barón.

Aparte de Lady Joan Blanche, sólo Geofree y Rosalba tenían conocimiento pleno de estos pasillos secretos, pero un juramento a la anterior duquesa les había obligado a callar, sin embargo la alegría que Joan manifestaba les instó a ceder y confiar en Falgnir.

Todo en el castillo parecía funcionar a la perfección, los sirvientes eran diligentes, las construcciones eran firmes, y los caballeros eran leales. Formados en el patio de armas, se dirigían al campo de tiro junto a las caballerizas.

—Lord Windstor se ha retrasado otra vez—, mencionó Drake. Pese a su ceguera, él trataba de ejercitarse con ellos.

—Por supuesto, desde que lady Blanche se curó milagrosamente comenzó verdaderamente su boda, está recién casado—, dijo sonriente el joven clérigo.

Ante sus palabras, el caballero de oscuros cabellos pareció deprimirse, algo que no pasó desapercibido para los presentes, — ¡vamos Klauss! ¡Alegraos!, si una mujer tan hermosa como lady Blanche es tan generosa con lord Windstor pese a su desfiguración, significa que vos también tenéis esperanza.
Una mujer algún día querrá besaros y si ella tiene todos sus dientes y sus piernas son del mismo tamaño, podréis daros por bien servido. ¡Sonreíd! —, le animó Milo

— ¿Creéis que eso es lo único a lo que puedo aspirar? Si algún día me llego a enamorar podría dar hasta mi vida por esa mujer,... ojalá sea muy hermosa —, dijo mascullando la última frase, —No me malinterpretéis, estoy feliz por él. Aunque... he de admitir que si estoy algo celoso; cuando arribábamos en los pueblos, ninguna mujer se nos acercaba, mientras vosotros gozabais de las atenciones de las jóvenes, a Falgnir y a mí, nos cobraban por número de caricias, y no siempre iban dispuestas.
Una noche bastaba para soportar el resto de bélicos meses, seré el único rechazado ahora, me sentiré muy solo—

— no es cierto, yo sigo acompañándoos, y también tenéis a Thomp y a Drake, y a... no Artois es muy aburrido—, señaló Milo, — además conocíais los planes de Falgnir desde el principio; ¿pretendíais que siguiera acompañándonos a esos sitios después de casado? —

LAS MEMORIAS DE WINDSTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora