capítulo 8

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Mi plan era simple, terminar el entrenamiento del club e ir a casa a limpiar un poco. Desgraciadamente olvidé un pequeño e insignificante detallito...

— ¡corre mas rápido, La Croix! No pararás hasta que termines o te desmayes, lo que pase primero.

Estúpidamente olvidé que ayer me había escapado de la práctica por ir a jugar al detective y ahora mi culo estaba pagando el precio.
El entrenador tenía una potente voz, me dio el sermón mas intenso de la última década y me castigó de la peor forma. Me exigió que corriera 150 vueltas a la cancha y unas ultimas 50 vueltas a el colegio entero. Puso en tela de juicio mi compromiso como capitán y me puso a prueba. Si me negaba a completar mi castigo, el me sacaría del equipo.

Todo aquello debería considerarse como abuso infantil pero el destino de mi capitanía estaba en juego, por lo que cumplí mi castigo diligentemente.
¿Saben? No me quejaría tanto si hoy fuera un día común, pero por desgracia no lo era. Tenía un límite de tiempo para dar las condenadas vueltas y llegar a mi casa. Me esforcé al máximo, sentía que mi vida se iba en ello, ni siquiera me detenía para beber agua. Sorprendentemente logré terminar pero ya era tarde, el atardecer pintaba el cielo con cálidos colores y todos los miembros de mi equipo ya se habían ido a casa. Reuní toda la fuerza que le quedaba a mi cuerpo y corrí a mi hogar. Mientras el alma se me escapaba por la boca, miré la hora en mi reloj y me espanté, "19:15" era tarde, muy tarde. Estaba seguro de que narayan ya se había ido, aun así no bajé el ritmo con la secreta esperanza de que aun estuviera allí. Me alivió encontrarme con su voluptuosa figura frente a la reja de mi casa, no traía puesto el uniforme, probablemente había pasado por su casa para cambiarse.
Frené junto a el, agitado y transpirado, me apoyé sobre la pared dando grandes bocanadas de aire. Estaba tan cansado que me costaba hablar con fluidez.

— ¿llegué demasiado tarde?

Naya se sorprendió al verme en tal estado, buscó rápidamente en su celular, agachando la cabeza, huyendo de mi mirada.

— es bastante tarde, pero también me retrasé, así que no esperé mucho... No necesitabas correr — No levantó la cabeza, parecía apenado por alguna razón. Lo observé en silencio, intentaba entender la razón de que estuviera tan avergonzado — ¿vas a abrir la puerta o nos vamos a quedar acá mucho tiempo mas?

Su voz retadora estaba encendida nuevamente, complacido por su revivida terquedad, abrí la puerta y le hice una elegante seña con la mano para que entrara.

— las damas primero.

— idiota

Creo que poseo cierta vena masoquista, por que me derrito cada vez que me insulta así.
Entré después de el y cerré la puerta con llave, le pedí que subiera a mi cuarto mientras me servía un vaso de agua, estaba muerto. Pase junto al espejo de la entrada y me contemplé, estaba totalmente empapado por la transpiración, mi remera estaba pegada a mi piel y delineaba perfectamente cada músculo. Me peine el pelo hacia atrás y le Sonreí a mi reflejo, era la palabra "sensualidad" hecha persona, en esa delicada línea entre asqueroso y excitante ¿que tan atractivo puedo ser? A veces sobrepaso mis propias expectativas. ¿Por eso el estaba tan avergonzado? Se que le caigo terriblemente mal, pero mi apariencia parece ser capaz de atraerlo, por lo menos tengo eso a mi favor.

Volví a sonreirle al espejo pero esta vez de forma sombría, tal vez mi cuerpo era capaz de flamear ese delicioso soufflé.
Entré en mi habitación con una bandeja repleta de galletas artesanales y dos vasos de jugo de naranja orgánico, la deposité sobre mi mesada y dirigí mi mirada a naya. Por su parte, el estaba buscando en su mochila, probablemente la información para el trabajo, no me prestaba demasiada atención... Tranquilos, pronto lo hará.

Hambre De Ti (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora