Capítulo 17

2.9K 226 125
                                    

Naya era mío, con todo lo que eso implicaba.

Mientras me deshacía en un beso, deslicé lentamente mi mano por su espalda hasta instalarla en su blando y carnoso trasero, apreté un poco su nalga, tenía la mano llena y rebosante de su carne. El tacto alteró a naya, quien tomó mi mano y la apartó de su cuerpo, separó el beso hábilmente y me habló con seriedad.

— estás yendo muy rápido.

— si, perdón, bebé.

Levanté la mano en son de paz, era verdad, no llevabamos ni una hora como novios y ya estaba queriendo pasar al siguiente nivel, pero es que simplemente no podía esperar más. Retomamos el beso, froté sus hombros con mis dedos, sintiendo un irrefrenable deseo de tocar su piel. Mis manos abrazaron a naya posesivamente y viajaron cuidadosamente por su espalda, tanteando me encontré con algo inesperado, los grumos de grasa... naya está godro, obviamente tiene lonjas. Es extraño por que hasta ahora solo salí con mujeres esculturales, incluso rechace cualquiera que no parecía estar en forma o se adaptara a mis estándares. Si quería estar con naya, debía dejar de ser cobarde y enfrentarme a la realida ¡naya está gordo!

Con valor toqué los pliegues de su piel, pasara lo que pasara no podía mostrarle mi repugnacia. Avivé el beso para distraerlo de mis verdaderas intenciones, tomé aquel rollo de piel con la mano, no debía hacer sentir mal a naya, encontraría la forma de acostumbrarme a su cuerpo. Por amor personas escalaban montañas y todo eso, si lo quería tendría que sacrificarme y aceptarlo con sus defectos.

Por muy anormal que sonara, el asco no llegó, no era desagradable o molesto, hasta podría decir que no era una mala sensación. Cuanto mas tiempo lo tocaba, mas me desconcertaba, se sentía tan blando y extrañamente reconfortante. Estrujé la piel sin cuidado y hundí mis dedos, se sentía bien, muy bien, era casi adictivo. Seguí apretandolo como si fuera una bolita de estés, tomé otro pliegue con mi otra mano y amasé su cadera sin compasión. Era un idiota, tanto tiempo pasé rechazando la gordura cuando en realidad me gustaba, me sentía como un niño jugando con plastilina. Lo besé con mas fuerza y jugueteé con su cadera, moviendo su cuerpo hacia mí. A quien no le gustó el tacto fue a naya, que rápidamente cortó el beso y se apartó de mi muy enojado.

— ¡¿que mierda estas haciéndo, franco?!

— ¿que? Esta vez no te toqué el culo.

Se cubrió la cadera y panza con sus brazos, parecía escapar de mi mirada.

— no podés tocarme así.

No entendí a lo que se refería, solo toqué su cadera, ni siquiera me acerqué a su pene ¿quiere decir que no puedo tocarlo? Necesitaba respuestas y el parecía listo para huir de mí otra vez. Tomé su cintura entre mis brazos, enjaulandolo entre mis músculos.

— ¿que querés decir? ¿como que no puedo tocarte? Somos novios ahora.

Naya forcejeaba, tal vez lo sostenía con demasiada fuerza, pero no iba a permitir que me dejara de esa forma. Apoyó sus manos sobre mi pecho, creí que había recapacitado y se había puesto juguetón, pero por el contrario imprimió fuerza para alejarse.

— no quiero que me toques así.

— ¿entonces como querés que te toque?

— no quiero que lo hagas, soltame, franco.

Reacio a liberarlo y con un poco de enojo, me sujeté de sus pliegues con fuerza. Él dejó escapar un pequeño gemido de dolor, tal vez me había pasado con la fuerza, pero no podía ser débil, mantuve mi agarre.

— ¿como que no? ¿que vamos a hacer, jugar a la pelota? Soy tu novio no tu amigo, con vos yo quiero otra cosa, naya. Lo sabes.

— ibamos tan bien, ¿por que lo estás arruinando ahora?

Hambre De Ti (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora