capítulo 20

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Algo le pasaba a Naya, de eso estoy seguro. ¿Qué palabras usarían ustedes? Apasionado, fogoso, desesperado, glotón. 

Cuando atacó mi boca con tantas ganas, creí que estaba poseído. Su lengua se movía sin control y su boca sofocaba todos mis posibles pensamientos. 
Aferró sus brazos alrededor de mi cuello y usó su peso a su favor para que yo me inclinara hasta su altura. Atrapado en esta deliciosa trampa, mis manos sacaron el valor de donde no existía, para recorrer tentativamente su cuerpo. Al principio me dirigí lenta y cuidadosamente hasta su cintura, pero cuando entendí que me autorizaba mudamente a hacer lo que quisiera, perdí el miedo y mis dedos se aferraron fuertemente a la carne expuesta. 

A manos llenas, recorrí sus costados grumosos, blandos, tan tiernos. Me permití comprobar de primera mano si toda su hermosa constitución era de la misma naturaleza. Palpando su espalda y hombros mullidos, así como su opulenta cadera y finalmente aterrizando en su trasero. Apreté con fuerza mi codiciado premio. 

Naya era diferente, tan distinto que por un segundo lo creí otro, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sus manos se instalaron sobre mi pecho y las frotó sobre mis pectorales buscando 'sabrá dios qué'. Bajó su mano izquierda por las hendiduras de mis abdominales hasta casi llegar al cinturón de mí pantalón donde se detuvo tentativamente antes de subir su mano otra vez, creí que simplemente no se había atrevido a tocarme, pero al contrario, se separó de mí. Busqué una razón en su mirada y lo encontré mordiéndose el labio con deseo en esa sonrisa tan increíble. Pero sus ojos eran diferentes, encendidos como el fuego del infierno, hambrientos, capaces de enseñar sus colmillos y devorarme de un solo bocado. 

Está esta increíble cuestión con sus ojos, podría jurar que tienen vida propia, incluso me hablan. A veces me dan tanto miedo, me estremece como pueden desprender un calor tan intenso, como si fueran esferas de fuego y a la vez tan acuosos y lustrosos, aguas turbias, misteriosas y profundas como La Seine. 

Un poco aterrado retrocedí siendo perseguido por él, por esos ojos que deseaban tragarme. Mis pasos tropezaron con mi propia cama, donde caí y por consiguiente él también. Descendió arrastrado por mí, sobre las sábanas blancas y el edredón. Intenté recomponerme, sentarme para ganar algo de autoridad en mi propia casa, pero era difícil imponer nada cuando sus piernas rodearon mi cadera y sus dientes mordieron y jalaron mi labio inferior dejándome una herida. 

— sos mío — dijo, saboreando cada palabra con sus dulces labios. No era una pregunta, solo una sentencia. De mi boca no salió ninguna respuesta, solo lo que imagino fue un gruñido afirmativo. Así era como deseaba ser llamado, suyo. 

Tragué saliva e imprimí un poco de fuerza en mí agarre,  estaba esta urgencia tan humana de enterrarme hasta lo más profundo de su cuerpo ¿Pero cómo hacerlo cuando nuestros pantalones me detenían? Y como si él estuviera leyendo mi mente, desabrochó mí cinturón con un ágil movimiento de dedos. El ruidito metálico de la hebilla y la repentina sensación de libertad, empujaron a mi miembro entusiasta a mostrarse tan enérgico y emocionado aún debajo del boxer. Entonces Naya soltó mi boca y descendió por mi cuello con besos calientes, mordiendo ligeramente la piel a ratos. Rozó uno de mis pezones con su pulgar y al otro lo lamió con ganas. Me arrancó un jadeo no tan varonil y me aferré a su cabello con las manos, enterrando mis dedos entre las hebras negras. Era tan frío y suave, mientras que su lengua se movía por mis abdominales, dejando  sus manos atrás en la carrera, las cuales caían lentamente por mí torso. 

Lamió alrededor de mi ombligo y le dejó un beso superficial, antes de atrapar el elástico de mis boxer entre sus dientes. Tomé una fuerte bocanada de aire por la sorpresa, llevé una mano hasta su rostro, impidiéndole continuar.

— esperá, estás en un lugar peligroso. 

Dije, esperando a que retrocediera o me negara.  Sin embargo Naya definió una lenta sonrisa arrebatadora y sus ojos hipnóticos se robaron mi alma en un suspiro. 

Hambre De Ti (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora