capítulo 10

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La espaciosa mesa de caoba finamente tallada, estaba atiborrada de comida. Mi mamá parecía excesivamente emocionada por la presencia de naya. Mi papá era un mejor actor, disimulaba con relativa facilidad pero yo soy su hijo, me di cuenta perfectamente que estaba tan enloquecido como ella.

Me daba pánico que naya se llevara una impresión nefasta de mis padres, en el hipotético caso de que tuviera alguna oportunidad con el, era seguro que las locuras de mi madre terminarían espantandolo. Me acerqué un poco a el para susurrarle mi desesperado intento por justificar tal despliegue innecesario de atenciones.

- te juro que normalmente comemos menos, es que parece que mama está de buen humor y se dejó llevar un poco.

Mi padre no pudo aguantar la risa y mi madre se apuró a darle un fuerte golpe en el hombro, seguido de varios pequeños, mientras le sonreía amistosamente a naya.

- ay, querido, no comas rápido que te vas a atragantar - mi padre forzó una tos, mientras mi madre se aclaraba la garganta - ¿que te gustaría comer, naya? ¿Te puedo llamar naya?

El sonrió afable y le respondió mientras se servía una generosa cantidad de ensalada.

- por supuesto, señora.

Apreté mis dientes y miré a mi madre esperando lo peor, ella solo sonreía, era forzadamente pero estaba quieta.

- no, querido, por favor llamame Carmen, solo Carmen.

Mi papá y yo intercambiamos miradas, mi mamá ODIABA que la llamaran señora, era alguna clase de botón que la volvía ultra violenta. La primera vez que la llamaron "señora" fue en mi primer día en el jardín de infantes, un taxista quiso hacerle un "cumplido" y mi madre lo hubiera ignorado de no ser por que el utilizó la palabra "señora"... Solo digamos que el hombre terminó con una luz del auto rota y yo con un trauma de la infancia. En fin, que mi madre no estuviera reaccionando violentamente era todo un acontecimiento. Naya solo asintió mansamente y se llevó el tenedor a la boca, los largos y metálicos dientes del utensilio se deslizaron lentamente entre sus labios, dejando paso a una disimulada sonrisa. Pincho meticulosamente el centro de cada especie vegetal en su plato y luego arrastro la conjunción delicadamente sobre la salsa para crear el bocado perfecto. Yo estaba tontamente hipnotizado por su cuidadoso proceder, tanto que olvide comer. Mis padres no dejaron esto pasar, se miraron cómplices y temí lo peor. Mi madre fue la primera en hablar con un inusual tono juguetón.

- cariño, todavía no tocaste tu plato ¿ya no te gusta o... estas demasiado distraído?

Me puse rígido en mi posición y me lleve varios bocados de carne y papa a la boca. Mi reciente animo revivido, saco varias carcajadas y miradas incomodas, pero grande fue mi sorpresa cuando naya dejo lo que estaba haciendo para defenderme... o algo así.

- a "franny" le encanta mirar de esa manera, pero ya estoy acostumbrado.

Mi madre casi se ahoga con su trago y mi padre se río dando golpecitos en su espalda, yo me puse tan rojo que rivalizaba con los tomates de mi ensalada. Entre comentarios irónicos y simples preguntas sobre nuestro trabajo grupal, termino la cena y llego el postre. Mi madre trajo orgullosamente un delicioso lemon pie y lo acomodo en el centro de la mesa. Mi padre saco un tema de conversación por primera vez en toda la noche.

- dentro de poco va a ser la jornada cultural ¿no? ¿Qué harán ustedes?

Naya me miro como buscando respuestas, con esa bonita expresión confundida. Me trague unas inmensas ganas de agarrarlo de sus regordetas mejillas y comerle la boca. Le sonreí y gustosamente respondí a su pregunta no hecha.

- cierto, llegaste este año. La jornada cultural es algo así como un festival que hace el colegio cada trimestre, hay juegos, comida, música y muchas cosas mas, los padres y familiares están invitados y dura hasta la noche.

Hambre De Ti (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora