Unos días después, cuando el sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte, la familia Sosa, se encontraba desayunando tranquilamente en el salón principal de su casa. Entre toda aquella apacible quietud sólo se podía escuchar el sonido de los cubiertos chocando levemente contra los platos, mientras muy en el fondo se lograba percibir el tintinear de las campanas de viento que yacían en el porche.
Cuando ya estaban por terminar su tranquilo desayuno, la paz fue terriblemente interrumpida por un grito que provenía de la ventana del salón: «¡Buenos días, familia!». Al voltear se dieron cuenta que no podía ser otra más que Loren. Esta se encontraba trotando estacionariamente frente a la ventana que daba a ellos. A juzgar por su chaqueta deportiva totalmente pulcra, y su escaso sudor, se podía deducir que llevaba poco tiempo en ello.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —le preguntó Ramsés acercándose a la ventana con intención de cerrarla.
—Según Internet, es recomendable salir a hacer cardio durante la recuperación de una cirugía —dijo mientras leía un artículo en su teléfono sin dejar de trotar.
—No me apetece mucho la idea, pareciera que fuera a llover —dijo Ramsés haciéndose para adelante para mirar al cielo, el cual realmente se encontraba nublado.
—Vamos, será divertido.
—No me gusta mucho la idea —acotó Patricia mientras sus manos comenzaban a temblar de manera nerviosa, aquella acción fue tan poco perceptible que solo podría ser vista por una persona altamente sensitiva y atenta.
—Tranquila, señora Sosa. No saldremos de la urbanización —dijo al mismo tiempo que le guiñaba un ojo—. Además, va conmigo. Nada malo puede pasar.
—¡Ah, bien! Así sí —dijo Patricia a la vez que empezaba a brotarle una sonrisa pícara en el rostro.
—Espérame en la entrada, bajo en cinco —soltó Ramsés mirando directamente a su madre, haciendo que esta apartara su rostro sin dejar de sonreír.
Antes de bajar, el joven Ramsés decidió entrar al baño de su habitación para hacerse un último chequeo visual. Y mientras se encontraba allí comenzó a observar en el espejo sus rasgos totalmente heredados de su madre, véase el color moreno de su piel y los rizos incontrolables de su cabello. Al observar estos últimos se dio cuenta que desde cierto ángulo se podía ver la sutura de la operación aún subsanando, así que en un acto un poco infantil agarró un gorro tejido a mano que nunca antes había utilizado.
Al llegar a la entrada de su casa pudo ver a Loren mirando fijamente las campanas de viento que estaban adornando el porche, cuando ella se dio cuenta que Ramsés había llegado y que traía puesto aquel gorro se volteó riéndose levemente solo con la intención de molestarlo. Cuando se quedó callada, se volvió a las campanas una vez más para seguir observándolas, gracias a la cantidad de recuerdos vinculados a esas campanas no podía dejar de sentirse nostálgica.
—Aunque no lo recuerdes, nosotros llegamos a romper muchas de estas campanas —dijo haciéndolas sonar con las manos.
—Me imagino, tengo un leve presentimiento de que eras un poco inquieta —soltó Ramsés, entre tanto bajaba los pequeños escalones del porche—. ¿Nos vamos antes de que llueva?
—Sí, disculpa —dijo Loren secándose una pequeña lágrima sin que Ramsés se diera cuenta.
Así que Loren después de fingir que había estirado comenzó a trotar siguiendo el sendero de la calle, Ramsés para no quedarse atrás comenzó a seguirle el paso de manera poco eficiente, sin embargo, siempre se mantuvo atrás de ella. Mientras más avanzaban por el sendero, las vistas urbanizadas comenzaban a tornarse boscosas y abundantes en naturaleza, los postes de luz en un abrir y cerrar de ojos comenzaron a escasear a la vez que los pinos aparecían por montones.
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Sinfonía a la Locura
Teen FictionLa vida puede ser muy diferente a partir de un mal día. Todos los ingredientes están en la mesa; un joven con ganas de vivir, un trauma de la infancia, un accidente automovilístico y una enfermedad que le destroza la percepción de la realidad. ¿Qué...