Capítulo XXIX (Final Alternativo): La vida marfil en escala de grises IV

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La vida suele ser tan cambiante como el vaivén de las olas del mar, un día tienes una sonrisa de oreja a oreja, mientras juegas con la persona más importante de tu vida, y al otro día estás llorando destrozada en la zona de espera, al mismo tiempo que en el quirófano ejecutan una operación riesgosa a esa misma persona.

Es imposible describir el grado de frustración que mantenía la pequeña Loren en ese momento, los pensamientos negativos bombardeaban su mente de manera agresiva, al grado de no dejarle siquiera pensar tranquilamente. Para contrarrestar todo aquello se seguía repitiendo a sí misma una y otra vez: «Él me prometió que volvería, tiene que hacerlo».

Mientras esto sucedía en su rostro comenzó a notarse esta angustia y frustración, llegado un momento escuchó una voz apacible que le dijo: «Loren, toma esto, descansa un poco», al levantar el rostro se dio cuenta que no era otra más que la madre del joven Ramsés, la cual le quería dar un emparedado y un jugo. Patricia se había dado cuenta que la pequeña Loren no había salido del hospital desde que Ramsés había sido internado, y que era posible que no hubiera comido nada.

Cuando Loren vio el gesto de Patricia, quiso negarlo, no se sentía de ánimos ni siquiera para comer, ella se decía: «¿Con Ramsés allá por qué debería estar preocupándome por mí?». No obstante, las palabras de Patricia le tranquilizaron: «Come, todo saldrá bien», mientras mordía la orilla del emparedado por sus mejillas, comenzó a caer una pequeña lagrima, la cual cargaba todos aquellos sentimientos comprimidos.

El haber dormido de mala manera en un mueble de la habitación de Ramsés, le había dejado con una fatiga totalmente abrumadora, haciendo que sus parpados pesaran una barbaridad durante toda aquella espera. Esas fueron las peores seis horas de su vida, la incertidumbre mezclada con la poca información que propinaban los enfermeros hizo de aquel momento una completa tortura.

El no poder hacer nada le había llevado a deambular por el hospital, su mirada clavada en el piso se semejaba a dos linternas en una búsqueda de la cual nunca podrían ser libres. Y sin darse cuenta llegó a un pasillo profundo, el cual terminaba con una puerta doble, a un lado de ésta se encontraba un pequeño cartel encendido, desde la distancia donde se encontraba ella se le hacía imposible poder distinguir qué era lo que decía, más al dar unos pocos pasos el mismo fue apagado.

Esto detuvo por unos segundos la respiración de Loren, al quedar inmóvil pudo ver como una persona salía de aquella puerta e intentaba controlar su respiración mirando hacia el techo del recinto. Todo esto ocurrió en un abrir y cerrar de ojos, más para la pequeña Loren se sintió como si estuviese en un bucle infinito. Algo dentro de ella entendía que aquel lugar era el lugar donde estaban operando a su mejor amigo, y, también sabía qué la operación había acabado, pero de alguna manera seguía haciéndose la ignorante.

Llegado a un punto reaccionó y se dijo a sí misma: «Ya acabó la operación, tengo que avisar Pablo y Patricia». Al darse la vuelta vino el recuerdo de Ramsés pegándole suavemente con la cabeza mientras prometía volver, así que respiró hondo, para acto seguido salir corriendo con una sonrisa en el rostro.

La joven corrió a una velocidad de vértigo, quería llegar lo más pronto posible para entregarle aquella noticia a los padres de su mejor amigo, pero cuando casi llegó al elevador el mismo cerró sus puertas y la dejó dos pisos arriba de donde se encontraban sus vecinos. Rápidamente miró hacia las escaleras y haciendo alarde de una velocidad envidiable siguió su camino. Sin embargo, al ver de lejos la sala de espera su velocidad comenzó a decaer, ya que logró ver al doctor Sáez ya con los padres de Ramsés, ella quería escuchar lo que estaban hablando, pero sentía que por más que se esforzarse para acercarse, no se movía del sitio donde se encontraba.

Sinfonía a la LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora