Capítulo XIX: Procedimientos para volver a un fin conocido

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Durante los siguientes días Ariela evitó responder cualquier tipo de mensaje o llamada de Ramsés, el joven realmente no entendía el porqué de esto, haciéndole sentir bastante preocupación. Apenas los padres de Ramsés se enteraron del incendio, no dudaron en llamar a su hijo, solo que este supo persuadirlos diciendo que solo había visto todo desde lejos. Cosa que extrañamente funcionó para tranquilizarlos.

Por su parte, la madre de Loren dejó el trabajo que estaba haciendo en «Santa Fe», y voló hasta la capital para estar con su hija. El conservatorio emitió una disculpa pública a todos los perjudicados por el accidente, ya que él mismo había sucedido debido a una deficiente supervisión en los tableros eléctricos de la sala principal para conciertos. Por pedido de Loren y Ramsés, decidieron mantener de manera confidencial todo el asunto del rescate deliberado del último, aun cuando se encontraban totalmente en deuda con el joven.

Así que de esa manera se hallaron Ramsés y Nick entrando a la habitación de Loren en el hospital, la joven ya se encontraba de pie junto a la camilla, explicándole exageradamente a su madre como había sido aquella tragedia desde su perspectiva.

—¡Ya veo que tienes las fuerzas para estar tan animada como siempre! —dijo Ramsés desde el borde de la puerta.

—Lleva horas contándome lo mismo —soltó Maribel mientras se reía.

—¡Madre...! —gritó Loren al sentirse ofendida.

—Con su permiso, señora Márquez —dijeron Ramsés y Nick al mismo tiempo que terminaban de entrar.

—Y tú... recuerda que estás en un hospital —dijo Ramsés dándole un pequeño golpe de karate en la cabeza, más que suficiente para que se sentara en la camilla.

—¿Qué dijeron los médicos? —le preguntó Nick a la madre de Loren.

—Mañana la darán de alta —dijo Maribel—. Voy a buscar algo para desayunar, ya vuelvo.

—¡Me traes algo! —soltó Loren mientras veía a Ramsés sentándose a un lado de ella en la camilla—. Rami, ¿Ariela no ha aparecido?

—Todavía no... sigue sin responderme —acotó el joven mirando hacia el suelo—. Pero tú estás bien, eso es lo importante ahora. Es una pena que no pudieras conocerla.

—Pero sí los vi, su cabello rosado era lo que más resaltaba del público —dijo Loren con una pequeña sonrisa—. Gracias por no dejarme allí...

—No hay de que... supongo que cualquiera en mi posición lo hubiese hecho sin pensarlo.

—Te debo la vida, Ramsés... sí necesitas ayuda o apoyo con algo no dudes en avisarme —dijo Loren mirando hacia la ventana.

—Lo tendré en cuenta... o mejor si no —soltó Ramsés.

—¿Al final no fuiste a visitar a tu familia?, te dije donde vivía la hermana de tu madre, ya sabes que no te ha visto desde hace años —le preguntó Loren halándole un rizo de su cabello.

—No creo que vaya, mi madre me pidió que no me acercara a mi familia... así que bueno, voy a por una gaseosa, ¿Alguno quiere? —dijo Ramsés levantándose de la camilla.

—No gracias —dijo Nick levantándose hacia la ventana.

—Ustedes se lo pierden —soltó Ramsés caminando hacia la puerta después de ver a Loren negar con la cabeza.

Cuando ya estuvieron solos Nick y Loren, este aprovechó para decirle:

—Qué triste es tu vida... arriesgó su vida para salvarte y tú sólo puedes decirle; «tienes mi apoyo».

Sinfonía a la LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora