Las horas transcurrían tan lentamente, que cada segundo parecía ser una eternidad. Por mucho que los impacientes padres preguntaran sobre el estado de su hijo, solo recibían respuestas vagas y nada de información real. Lo cierto era que la operación era tan complicada que solo un movimiento en falso significaría la muerte del joven.
En la sala de espera, los familiares del joven pedían hacia sus adentres que, todo terminara bien, no podían ni hablarse entre unos y otros. Durante la espera, Patricia volteó involuntariamente hacia su lado derecho, viendo así a una joven Loren totalmente agotada y abrumada mirando hacia el piso. Por un momento pensó en decirle que fuera a casa para que descansara, sin embargo, algo dentro de ella le hizo entender la fuerza de los sentimientos de la pequeña.
Así que se limitó a levantarse en silencio con dirección hacia el fondo del pasillo, al regresar le entregó un emparedado y un café. La reacción de Loren al principio fue de negarle aquel gesto, pero las palabras de Patricia le hicieron cambiar de opinión, a pesar de la sonrisa totalmente falsa que intentaba mantener en su rostro, le dijo: «Come, todo saldrá bien».
Después de seis horas ininterrumpidas, el cartel que se encontraba afuera de la sala de operaciones se apagó. Nada más salir, el doctor Sáez se dirigió hacia los familiares del joven Ramsés.
Durante todo momento intentó mantener la profesionalidad, más al verse de frente a la pequeña familia soltó un suspiro poniendo la mano en el hombre de Pablo. «Ese chico tiene el corazón de un león», comentó al mismo tiempo que se recomponía. «La operación se llevó a cabo de manera exitosa...», soltó quitándose el gorro de cirugía. Al escuchar esto Patricia comenzó a llorar de manera descontrolada, su pequeño había logrado anteponerse ante las estadísticas y las probabilidades. Mientras todos le agradecían al doctor totalmente conmocionados este les dijo tranquilizándoles un poco:
—Deberían tomarlo con un poco de calma, fue una operación bastante complicada, así que todavía es demasiado temprano para decir que se recuperara al cien por ciento.
—Entendemos doctor —dijo Alexandra tratando de tranquilizar a Patricia.
—Aunque conociéndole... —murmuró el doctor dándose vuelta—. Confió en que lo hará.
Cuando la pequeña familia entró a la unidad de cuidados intensivos —lugar en la cual habían colocado al joven para su recuperación—, absolutamente todos se quebraron. Ya que al frente de ellos se encontraba Ramsés con la cabeza totalmente vendada, muchas máquinas se encontraban conectadas a su cuerpo. Cada una con un propósito distinto, pero no por ello era más tranquilizante. Al Patricia acercarse al joven, le comenzó a decir tocándole levemente su brazo:
—Rami... lo lograste, pudiste hacerlo... ahora no te sobre esfuerces, ¿sí?, tomate tu tiempo.
—¿Qué hace? —le preguntó Alexandra a Pablo de manera que su hermana no le escuchara.
—Lo que hizo durante mucho tiempo después del accidente —le respondió Loren con una sonrisa, sin voltear a verla.
—Estaremos contigo, solo... asegúrate en volver —siguió diciendo Patricia al mismo tiempo que hacía el esfuerzo de no soltar las lágrimas que se encontraban muy adentro de ella.
A partir de ese día, la vida de todos se vio obligada a cambiar. El joven Ramsés siguió inconsciente unos varios días después de la operación, absolutamente nadie tenía la certeza de cuándo despertaría. El duodécimo día después de la operación todo estaba transcurriendo como de costumbre, los monitores seguían manteniendo aquel sonido constante y Ramsés seguía sin mostrar indicios de conciencia.

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Sinfonía a la Locura
Teen FictionLa vida puede ser muy diferente a partir de un mal día. Todos los ingredientes están en la mesa; un joven con ganas de vivir, un trauma de la infancia, un accidente automovilístico y una enfermedad que le destroza la percepción de la realidad. ¿Qué...