Hay pocas cosas más gratificantes que recibir el apoyo de las personas importantes en nuestras vidas. Ramsés estaba dispuesto a conseguir un empleo, así que Ariela no tardó en brindarle su apoyo incondicional. Revisaron posts de internet en los cuales se ofertaban trabajo y visitaron tiendas que buscaban personal, cualquier oportunidad era abordada de la manera más optimista posible. Y aquel esfuerzo dio sus frutos, a mediados de la primavera, Ramsés había conseguido un trabajo parcial en una tienda algo reconocida en el mundo de la moda. Ariela iba a diario para verle vestido con aquel traje elegante que les daban a los empleados. Ella gastaba horas sentada en los muebles del lugar sólo para molestarle, solía lanzarle uno que otro piropo mientras ojeaba su teléfono, o miraba por milésima vez las mismas prendas.
Un día, al entrar en su casa, después de un arduo turno, se consiguió con su amiga Hana hablando con su madre. Ciertamente esto le descolocó un poco, haciéndole preguntarse a sí mismo cuál sería el motivo de ella para estar allí en su casa. Al saludar con normalidad, Hana no pudo evitar comentarle:
—¡Mira quién se dignó a llegar!, llevó casi una hora esperándote. Por cierto, tu madre me cae mucho mejor que tú.
—¿Y para qué se supone que me estabas esperando? —preguntó Ramsés caminando hacia las escaleras que llevaban a su habitación.
—Mi madre hizo más estofado mágico, así que me pidió que te lo trajera —respondió Hana ignorándole por completo.
—Bueno, bajo en un momento... estar con esta ropa todo el día agobia —acotó Ramsés levantando la mano.
Mientras las gotas de la regadera caían sobre su frente, el joven se encontraba inmerso en un pensamiento que le estaba carcomiendo por dentro. Aquello que había visto en el teléfono de Ariela durante su cumpleaños, no le dejaba en paz. Al recordar ese momento no podía evitar sentir un poco de impotencia, de inutilidad para esas cosas.
Dejando todo aquello de lado, se dispuso a bajar al salón para ver qué era lo que realmente quería Hana al ir a su casa de aquella manera. Al llegar al lugar donde estaba ella se dio cuenta que se encontraba sola, revisando su teléfono.
—Oye, ¿y mi madre? —preguntó Ramsés mirando por encima todo el lugar.
—Se fue hace unos minutos —respondió Hana sin voltear hacia Ramsés—. Recibió una llamada y luego se fue con algo de nerviosismo.
—No pensé que se iría hoy también —se dijo Ramsés a sí mismo con la mano en la barbilla.
—¿No te intriga la razón por la que se fue? —preguntó Hana volteando a verle con ganas de molestarle.
—Creo que no deberías interferir en la vida de los demás —dijo Ramsés tajantemente.
—Aburrido... —soltó Hana volviéndose a su teléfono.
—Como sea, se hace tarde, así que te acompañaré a tu casa —dijo Ramsés comenzando a caminar hacia la puerta principal de la casa.
—Mejor no... —dijo Hana levantándose del sofá—. Preferiría quedarme un rato más.
—No me digas eso... la última vez que escuché algo parecido tuve a un idiota aquí casi dos semanas —dijo Ramsés volteando hacia Hana.
—No es eso, idiota —gritó Hana sin ganas, al mismo tiempo que se sentaba en los bancos que estaban en la barra de la cocina—. No quiero regresar a casa...
—Entonces tu madre no te mandó a traer nada, ¿no? —preguntó Ramsés acercándose a ella.
—No —respondió Hana con la voz un tanto quebrada, entre tanto miraba fijamente hacia la barra.
![](https://img.wattpad.com/cover/220226637-288-k769028.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Sinfonía a la Locura
Teen FictionLa vida puede ser muy diferente a partir de un mal día. Todos los ingredientes están en la mesa; un joven con ganas de vivir, un trauma de la infancia, un accidente automovilístico y una enfermedad que le destroza la percepción de la realidad. ¿Qué...