Capítulo XVIII: Symphony No. 59 in A major, último movimiento

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El concierto en memoria del director orquestal venezolano «Williams Palmar» era todo un acontecimiento. Aquel gran director no fue solo uno de los más grandes estudiantes del conservatorio, sino que también era recordado como un precursor del arte Latinoamericano. Esto se reflejaba en la calidad de personas que se encontraban en el concierto, pintores, actores, cantautores y hasta danzarines profesionales se hallaban en la apertura del evento.

Personalidades como cada uno de los integrantes de la banda revelación; «Godestep», el millonario «Andrea Vioneli», hasta el mismísimo hijo de Williams, «Dominic Palmar Sojo». Ramsés no podía creer que se encontraba en un evento de tales dimensiones, más se estaba alegre de que así fuese.

La seguridad era bastante sofocante, pero por suerte al joven Ramsés no le molestaron para nada. Sin embargo, Ariela no terminaba de pasar a la sala, por un momento pensó que Ariela había extraviado la entrada, motivo más que suficiente para que este comenzara a estresarse. Pero al pasar unos pocos segundos, Ariela llegó a su lado riéndose.

—¿Qué sucedió? —preguntó Ramsés mientras buscaba calmarse.

—No lo sé, el muchacho que estaba recibiendo las entradas no me quería dejar pasar... pero llegó un momento en el cual solo me sonrió y se apartó para que pasara —dijo Ariela dándole la entrada totalmente intacta—. No creo que la necesite, el tontito ni la marcó.

—Lo que no te suceda a ti, no le sucede a nadie —dijo Ramsés acomodándose el morral en la espalda—. Vamos a buscar nuestros asientos.

El concierto estuvo de maravilla, las actuaciones de cada uno de los intérpretes estaban siendo más que sobresalientes. Más la actuación de Loren fue diferente, era la única de todas las participaciones que Ramsés jamás olvidaría. Loren se encontraba en el centro de la tarima con su violín y arco en mano. Todo el auditorio estaba en total oscuridad, a excepción de un solo foco que la iluminaba a ella. La tensión lograda por el silencio podía poner los pelos de punta a cualquiera. Sin embargo, cuando comenzó a tocar los sonidos melancólicos de la melodía, algo dentro de Ramsés no pudo parar de arder, era el mayor sentimiento de nostalgia que el joven Ramsés había sentido en los últimos nueve meses.

Aquel calor dentro de él le transportó hasta el rincón del cielo, lugar en el cual se encontraban una infinidad de personas, animales, juguetes y con ellos su mejor amiga Loren, tocando lo que era en su cabeza la mejor sinfonía que una orquesta podía tocar.

Cuando Loren terminó su último movimiento, el público mantuvo los aplausos continuamente durante tres minutos de reloj. Motivo más que suficiente para quebrar totalmente a Loren aun estando en la tarima. Por su parte, Ariela trató de decir algo jocoso como solía hacer ella de costumbre: «Ni en el 83' al terminarse la dictadura se aplaudió tanto, ¿no?». Pero cuando volteó a ver a Ramsés, lo consiguió mirando fijamente hacia la tarima, con los ojos totalmente cristalizados.

Al terminar el concierto, Ramsés no podía dejar de hablar de lo genial que había sido este, ni él mismo lograba entender de dónde venía su fanatismo a la música clásica. Más por su parte, Ariela solo se limitó a caminar junto a él sumida profundamente en su teléfono. Justo antes de llegar a la puerta de los camerinos, ella recibió un mensaje de su tía, la cual estaba por llegar al conservatorio con la idea de entregarle su bolso de mano. Ariela no pudo estar más contenta, así que sujetando el brazo de Ramsés comenzó a halarle para correr hacia la entrada.

—¿Qué estás haciendo?, los camerinos están allá —preguntó Ramsés señalando hacia el fondo del pasillo.

—Mi tía viene a entregarme el bolso de mano, así que te presentaré —dijo Ariela aun intentando halarle.

Sinfonía a la LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora