-¡No seras capaz!-avancé hacia ella pero sus soldados me agarraron a dos centimetros de su rostro.-Si tan solo te cercas a ella...
-¿Qué?-preguntó desafiante mientras yo retaba la fuerza de sus soldados dorados que acabaron arrodillandome de nuevo.-Yo soy una diosa y tu una simple...
-Hija de Athenea, no lo olvides-la retó mi madre.-Ese no era el trato de que mi hija realizara esta misión para ti. Ahora retira eso o te enfrentarás al combate de tu vida.-Hera se giró hacia mi madre y dirigió una mano hacia los soldados que me sujetaban, no entendí nada hasta que comenzó a retorcer la mano y los soldados me apretaron un brazo contra la espalda y me estiraban el otro desde la muñeca. El dolor era enorme, ellos tenian tanta fuerza que estaba segura de que si me daba por vencida me sacarian de cuajo los brazos. Gruñi y reprimi los gritos hasta que una familiar voz se escuchó por todo el lugar.
-¡Basta!-mi madrina apareció haciendo que Hera relajara su mano y los soldados me soltaran, caí al suelo de bruces agotada y con los brazos entumecidos por el dolor.
-Nadie te ha convocado para esta reunión Artemisa-le recriminó Hera.
-He oido que mi ahijada estaba en el Olimpo y queria verla, Apolo me ha contado lo de la misión para ella.-le respondió y Hera bufó.
-Ese cotilla de Apolo no sabe guardar un secreto.-protestó la Reina del Olimpo. Coloqué una mano en el suelo y me medio levanté quedando de rodillas frente a las tres diosas.
-Esta bien, haré esa misión, pero ni se le ocurra acercarse a mi hermana.-dije intentando mostrar el menor temblor en mi voz por el dolor sufrido.
-Excelente, pero de todas formas hay cosas que no puedes evitar, el destino de algunas personas lleva marcado años.-la miré sin entender muy bien de que iba eso, pero ahora mismo no podía pensar mucho.
-¿Qué devo hacer?
-Rastrear a un chico, se llama Thomas y tiene 11 años.
-¿Y por que no lo haces tu? ¿O mandas al pinocho de oro?-respondí mirando al soldado de oro a mi lado.
-Por que ellos no pueden encontrar el lugar en el que esta el muchacho atrapado. Se llama Bosque de la Quimera.
-No he oido hablar de él.-dije y ella suspiró.
-¿Qué clase de hija de Athenea eres tu?-preguntó Hera.-Bueno, el punto es que necesito que entres, encuentres al chico, lo saques y lo traigas aquí.
-¿Al Olimpo? ¿Por qué no lo llevo a Long Island al menos?
-No, aquí y punto.-asentí.
-Vale...¿Qué se sabe acerca de ese bosque?
-El nombre, nada mas, nadie ha salido con vida.-respondió.
-¿Como no?-susurré.
-Pero, te daré una pequeña ayuda para esta misión, ya que tu espada debe ser tu ultima opción, el muchacho podria contar a alguien como era tu espada y te reconozcan.-asentí y Hera se colocó el pelo negro detras de las orejas. Dirigió su mirada a su izquierda y movió sus manos haciendo aparecer una hurna con un carcaj y un arco dentro. El carcaj era blanco con detalles negros en semiespirales arriba y abajo, en la mitad del carcaj la silueta de un lobo auyando al cielo. El arco tenia los mismo detalles y en el centro un buho negro. Eran magnificos. Mi mandibula calló al suelo en cuanto lo vi y Hera me miró satisfecha.
-Veo que te gusta, esta echo por mi hijo Hefesto, vendecido por Apolo y la presente Artemisa y con un toque de mi magia. Toma-me tendió un estuche negro, lo cogí, lo abrí y en su interior se encontraba un anillo plateado con un buho grabado en su interior de color dorado.