Capitulo 1: Y me he controlado

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-Vamos White, puedes hacerlo mejor-me decia Quintus para burlarse de mi mientras entrenabamos apartados en la playa. Quirón se había empeñado en que entrenase con Quintus ya que era el mejor con la espada y el que mejor resistia los golpes. Ahora que Seth ya no estaba había vuelto a mi entrenamiento de antes. Los dias se me hacian interminables, todo el día pendiente de Annabeth y un poco de mi misma.-Estate atenta White-esquivé por suerte uno de los mandobles de Quintus, pero no pude con el segundo que fué directo a mi antebrazo. El corte fué profundo y doloroso, solté la espada al momento. Quintus no paró, me hizo otro corte en la rodilla haciendome quedar casi arrodillada. -Bueno White, ahora que estamos los dos solos y charlando amigablemente.-rodé los ojos, Quintus siempre estaba igual.-Podriamos hablar de lo que realmente le pasó a Marta, quizas se te fué la mano en una caricia ¿no? Todo el mundo conoce tu caracter.-Al oir eso di un salto directa hacía él, no pudo esquivarme. Lo tiré al suelo y rodeé su cuello con mis manos, comencé a apretarlo y Quintus empezó a ponerse rojo. 

-Nadie, y digo nadie, habla de mi hermana. Y menos aun me acusa de su muerte. ¿Te queda claro Quintus?-hablé despacio, sabia que Quintus aguantaba mucho sin respiración, pero aun así queria hacer una ultima prueba. 

-¡Ana!-Gritó Quirón detras de mi horrorizado. Solté a Quintus pero le mantuve la mirada.-¿Que ha pasado esta vez?

-Me voy-recogí mi espada, retorcí el lobo y volvio a ser mis pulseras. Pasé junnto a Quirón y le di en el hombro con fuerza. Comencé a caminar por la playa camino a una canoa que habia allí. 

-¿Que te ha hecho hoy?-me preguntó Quirón que me seguia. Me di la vuelta exasperada. 

-Me ha acusado de matar a Marta.

-Ana, sabes como es Quintus, intenta sacarte de tus casillas para que aprendas a controlar tu ira.-Si, a Quirón le había dado por decir que yo tenia problemas de ira. NI PUTA IDEA DE PORQUE LO DECIA.-No es justificante para que hayas actuado así.

-Y me he controlado. Si no, estaría muerto.-dirigí una seria mirada a Quirón justo antes de subir a la canoa. 

-Ana... ¿Cuanto llevas sin dormir?-Intenté evitar responder-Ana.

-3 Días, pero estoy bien. 

-De hoy no pasa que duermas algo ¿Estas bien?

-Quirón... ya sabes que...

-Es una orden-añadió y yo asentí.

-Si señor.-dije con resignación y comencé a remar hacía la islita. Al llegar a ella el olor a Annabeth me inundó, mi hermana estaba en la isla. Caminé hacía el espacio llano en el que se encontraba mi roca, de camino observé el arbol del que colgaba la pulsera de muerdago. Nadie sabía que la tenia allí ni que la había conservado, era lo mejor para evadirme del resto. Con ella no había conexión ni poderes, parecía una chica normal. Al llegar al claro vi a mi hermana que practicaba con su cuchillo. 

-Te dije que no binieras aquí-le dije apoyandome en un arbol con el hombro. 

-Creo que yo te dije lo mismo.-respondió ella sin mirarme. 

-Te recuerdo que esto no esta bajo la protección del escudo. Aquí estás en peligro.

-Querras decir estamos ¿no? Ana, tu tambien necesitas la protección del escudo. 

-No, no tanto como tu. 

-Otra vez te apetece discutir.

-No, vete Annabeth.-dije caminando hacia ella. 

-¿Y si no quiero? ¿Me vas ha hechar tu?-ella se puso en posición de defensa. 

-Sabes que lo haré. No me retes.-apreté mis puños ya que esa situación me sacaba de quició-Marchate ahora.

-No-respondió ella. 

-Entonces no me dejas otra.-entré en media fase y me dispuse a atacarla cuando alguien gritó.

-¡Basta!-Percy nos había detenido justo a tiempo-Tu al campamento mestizo-dijo señalando a Annabeth

-Pero...-estubo por rechistar mi hermana pero la fulminante mirada del hijo de Poseidon no dejaba cabidad a discusión alguna. 

-Y tu tienes 15 minutos a solas para hacer lo que tengas que hacer aquí. Despues yo mismo te llevaré de vuelta al campamento y si no quieres venir por las buenas, lo haremos por las malas. Te espero junto a la canoa, y tu venga.-Annabeth resignada se marchó y el hijo de Poseidon me dejó sola en la roca. 

-Mamá, Artemisa. Os necesito.-en apenas unos segundos un resplandor apareció en el cielo y mi madre descendió. Ella apenas me miró, yo sabía como odiaba que Annabeth y yo nos pelearamos. 

-No teneís que pelear, mas bien lo contrario. 

-Lo siento, pero, no puedo creerme que alguna de las dos tenga que morir. 

-No hay porque. Si os manteneís en el campamento no tiene porque pasaros nada. 

-O quizas deveria sacrificarme.-mi madre rodó los ojos.-Mamá no es tan mala idea. Por favor escuchame. Annabeth es mas inteligente que yo, mas rapida, mas buena. Menos peligrosa. Yo aun puedo convertirme en un alfa oscuro.-Mi madre dejó de prestarme atención.-¡No puedo permitir que ella muera! ¡No puedo permitir que ninguna hermana mas muera! ¡Aun me pesa la muerte de Marta!-le grité, ella me miró entristecida y yo intenté calmarme, en realidad no tenia la culpa. 

-Necesitamos un plan.-Artemisa apareció de la nada, algo a lo que ya empezaba a acostumbrarme sinceramente. 

-No, con que me maten será suficiente.-añadí y ella rodó los ojos. 

-¿Otra vez con eso? Yo tengo un plan.-mi madre y yo la miramos sorprendidas.-¿Qué? ¿No puedo tener un plan?

-Es raro-comenté yo y ella me fulminó con la mirada. 

-Mira niña no te conviene enfadar a una diosa.-dijo ella apuntandome con una flecha, yo saqué los dientes. 

-Nos vamos del tema, Artemisa tu plan-dijo mi madre, al instante el arco y la flecha desaparecieron de las manos de mi madrina. 

-Ah, si. Habia pensado en que Ana muriera. 

Muy buenas, al fín empezamos el nuevo libro. Aun no se que días subire capitulo pero intentare que no sea mas de 7 días de espera. Espero os haya gustado el primer cap así que regaladme un fav y algun comentario. Muchas gracias y besooooooos

Ana White Hija de Athenea 3: Las hijas prodigiosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora