Descubriendo a Anónima 6

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Apenas y logró levantarse del suelo, cuando sus piernas le fallaron de nuevo. Si no fuera porque Kenma la había sostenido, hubiera golpeado de lleno sus rodillas hasta el piso.

   — ¿Te encuentras bien?—preguntó Kuroo, a pesar de que la respuesta era obvia, no sabía que preguntar en esa situación.
   — ¿Puedes mantenerte en pie por ti misma?—agregó Kenma—. ¿Puedes caminar?

Rei lo volteó a ver y asintió con la cabeza, para después hacer una pausa y negar.

   — Todo se mueve.—dijo apenas en un susurro.
   — ¿Tu padre vendrá por ti?—preguntó Kuroo.
   — No, no puede, sólo...—respiró profundamente para poder contestar—. Sólo déjenme aquí, en un momento me sentiré mejor y me iré a casa.
   — Ni creas que te vamos a dejar aquí así, está a punto de comenzar a llover.—la regañó Kenma, y como si de una predicción se tratase, varias gotas de agua comenzaron a caer sobre ellos—. Ven, iremos a mi casa, después de la lluvia te sentirás mejor y podrán ir a por ti.

Kuroo lo miró sorprendido, pero no objetó en contra. Pero Rei se resistía, o al menos lo intentaba.
Se soltó a duras penas del cabeza de pudín e intentó caminar, sin mucho éxito.

   — No, no, estoy perfecta, sólo un poco mareada.—le costaba respirar—. Iré paso a paso.

Dio un par de pasos, pero nuevamente le flaquearon las piernas, fue esta vez Kuroo quién la atrapó.

   — Kenma, pásame tu mochila, te la llevarás en la espalda.—ordenó el mayor, haciendo referencia a la chica medio moribunda que sostenía para evitar que cayera.
   — Llevala tu, eres más fuerte.—se excusó, pero su amigo no se iba a dejar.
   — Llevala tu, si lo hago yo y cae hacia atrás, no serás capaz de sostenerla, en cambio, yo reaccionaré y podré sostenerla antes de que se rompa la cabeza contra el suelo.

Para Kenma no tenía mucho sentido lo que decía su amigo, pero las gotas comenzaban a caer más seguido, así que se resignó. Colocó a Rei en su espalda, con sus brazos colgando al frente y con su mejilla recargada en su cuello. Se sentía completamente como peso muerto, y pesaba más de lo que parecía.
La lluvia empezó a hacer su aparición, y los chicos se apresuraron a llegar a la estación del metro. Tomaron el transporte, y como pudieron sentaron a la chica, sólo para ponerla en espalda de Kenma una vez que llegaron a su parada. Kuroo, se daba cuenta que Rei empezaba a mover algo de interés en su amigo, porque de ninguna otra manera hubiese aceptado llevarla cargando hasta su casa, pero no lo mencionó.
Al llegar, ya estaban escurriendo agua, llevaban paraguas, incluyendo el de la chica, pero con sólo dos manos disponibles, decidieron que lo mejor era apresurar el paso lo más posible.

La señora Kozume los miró sorprendida, pues no era de todos los días verlos cargar a una chica casi inconsciente en medio de una tormenta.

   — ¿Pero qué ha pasado? ¿Es una amiga suya?—empezó a bombardear de preguntas mientras ayudaba a ponerla en un sofá de la sala—. ¿Cómo te encuentras niña?

Rei apenas y lograba mantener la cabeza arriba.
Kuroo intentó explicar lo mejor posible lo que había pasado, mientras Kenma se apresuraba a llevar toallas secas.

   — Que bueno que no la dejaron irse por si sola, no quiero imaginar que hubiese pasado.—dijo la Sra. Kozume mientras secaba con cuidado la cara de la chica—. Ayudenme a llevarla al baño, necesita cambiarse de ropa o además contraerá un resfriado. Kenma, tendrás que prestarle un par de prendas, anda, rápido.

Kuroo ayudó a la Sra. a llevar a Rei a la segunda planta, para dejarlas en el baño antes de salir, Kenma dejó ropa limpia y regresó a su habitación junto con Kuroo. El pelinegro se la pasaba ahí, así que tenía varias prendas guardadas en el armario de su amigo. Ya los dos secos y con prendas nuevas, esperaron fuera del baño a que la Sra. Kozume terminara con Rei, para llevarla a otro lugar.
Se abrió la puerta del baño, ahí estaban las dos, aunque Rei apenas y podía mantener los ojos abiertos.

   — Cariño, llevenla a tu habitación, necesita recostarse y descansar urgentemente.—le dijo a Kenma.

Kenma y Kuroo llevaron a Rei a la habitación del primero, para después acostarla en la cama.
La Sra. Kozume entró a la habitación.

   — Deberían de quedarse aquí, para que no despierte tan desorientada.—les pidió—. Les traeré comida, deben estar exhaustos.

Así pues, se retiró, dejando a los tres jóvenes solos. Rei seguía en cierta lucha para levantarse, pero Kenma se puso a un lado de la cama, a la altura de los ojos de la chica y colocó su mano sobre la frente de ella.

   —Tranquila, necesitas descansar.—dijo con suavidad, Kuroo lo miró atento—. Vas a estar bien, estás conmigo. Descansa.

Como si hubiese sido un hechizo, Rei dejó de forcejear y quedó con sus ojos cerrados.

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Hellooo! Ya por fin es día de actualización! Muchas gracias por todos los comentarios, en serio me ayudan mucho para seguir escribiendo. Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, si fue así, ya se la saben, denle a la estrellita y comenten!
Hasta el jueves!

Atte: Gylfie

Atte: Anónima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora