Capítulo 1 ✺

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Pov Harry.

A finales de febrero se sentía como el frío iba incrementado cada vez más y más, todo solía ser triste y apagado durante aquella época, todos excepto yo, tendría que estar algo agradecido de haber cumplido otro año más de vida, en este caso los 18 hacía ya unas tres semanas atrás.

Aquel lunes me despertó el aroma al desayuno recién hecho que había preparado mi madre para Matt, mi hermano, yo no iría ese día al colegio, porque tendría que pasar un tiempo en el hospital, mi segundo hogar. Ser hemofílico te obliga a estar cada finales del mes en el hospital, tenía que cambiarme una tercera parte de mi sangre por otra nueva ya que la mía no era capaz de coagular por si sola, si a eso le sumamos que días después de mi nacimiento encontraron que mi hígado iría funcionado cada vez menos hasta que ya no lo aguantara más, podemos decir que tengo una vida poco normal. Nadie sabe cuándo, ni cómo me iré, pero lo que todos saben es que un día me iré antes de tiempo; prácticamente me da igual, total, adoro a mi familia y no quiero que sigan sufriendo por mí, no me importaría irme hoy mismo.

- Buenos días Harry - la cara de mi madre se asomó por mi habitación.

- Buenos días mamá - dije todavía soñoliento.

- Vamos cariño, es tarde ya.

Hice ademán con la mano para que se fuera y me dejara un rato más antes de levantarme.

- Date prisa por favor, tenemos que llevar a tu hermano al colegio antes de pasar por el hospital - cerró la puerta después de decir esto último y se fue.

Me hundí entre mis sábanas una última vez antes de salir al gélido ambiente que había en mi habitación, no podía soportar dormir con las ventanas cerradas, aunque hiciese el tiempo que hiciese tenia que tenerlas completamente abiertas para sentir el aire vivo recorriendo mi habitación.

Me dirigí al baño en donde me eché agua fría en la cara para despertarme por completo y después me quedé mirando al espejo.

- Hoy estas más pálido que ayer, Harry -le dije a mi reflejo- se nota bastante que necesitas un cambio de sangre.

Al salir del baño choqué con mi hermano pequeño.

- Estas más blanco que ayer - fue su saludo.

- Buenos días a ti también.

Prácticamente se podía decir que yo era el menor y él era el mayor, él, con 14 años era el que llegaba tarde de fiestas, había tenido un sin número de novias y había ganado varias veces junto a su equipo de fútbol diferentes trofeos, yo sin embargo, apenas salía para no tener que darle explicaciones a la gente de mis problemas de salud.

Ambos bajamos a la cocina en donde nos esperaba nuestro padre a la mesa y después se incorporó nuestra madre.

- Harry, ¿te encuentras bien? -pregunto mi padre.

- Si, papá, deberías acordarte de que esto es algo normal, soy yo, Harry, tu hijo al que se le necesita cambiar la sangre todos los meses - me llevé el tenedor a la boca con el desayuno.

- Alguien se ha despertado de mal humor, debería ser yo, tú no tienes clases hoy, deberías agradecerlo -comentó mi hermano.

- Tú y yo tenemos que hablar Matt, el fin de semana pasado llegaste tarde -le recordó mi madre.

- Había mucho transito mamá, no fue mi culpa.

- Eso lo hablaremos después, tenemos que irnos ya -apuro papá.

Como siempre íbamos tarde, entramos en el coche, dejamos a mi hermano y fuimos directos al hospital en donde mi padre nos dejó a mi madre y a mi. Me conocía este lugar como mi propia casa, y yo, al parecer también era conocido.

- Buenos días Harry, ¿Cómo estas hoy? - decían al yo caminar por los pasillos hasta llegar a mi consulta.

- Bien, bien - decía con una sonrisa.

Entramos en mi habitual consulta en donde el médico de familia me atendió amablemente.

- Siéntate Harry, ya sabes lo que hacer.

Me senté en la camilla y esperé a que el médico buscara sus utensilios.

- ¿Cómo has pasado esos dieciocho?, ¿no habrás cometido ninguna locura, no? - dijo con una sonrisa.

- Si se le puede llamar locura a comer y jugar con la play station hasta que me quedé dormido, si lo ha sido -dije devolviéndole una sonrisa forzada por lo fracasado que había soñado mi plan de cumpleaños.

Tanto Carl, nuestro médico, y mi madre, empezaron a reír.

- Eso es una gran locura, Harry, ¿no hubo ninguna chica de por medio? -dijo tomándome la presión.

- Ninguna.

- Eso es extraño, creía que eras el chico de oro de todo Londres.

- Si saliera lo fuera, no sale de la casa a menos que valla a clases o le obliguemos - le informó mi madre.

- Mamá, gracias por informar.

- Está bien que lo diga, tengo que saberlo todo acerca de ti -le defendió Carl - ahora tienes que tranquilizarte y pensar en algo bonito.

Aunque estaba acostumbrado a todo esto, no llegaba a acostumbrarme que con una inyección me sacaran la tercera parte de mi sangre y después me entraran otra nueva. Algo difícil también era pensar en algo bonito, aunque para esta vez no me dio tiempo a buscar un buen pensamiento.

Alguien interrumpió en nuestra consulta, abriendo la puerta de golpe.

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