Capítulo 23 ✺

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Me desperté con caricias en mi pecho, abrí los ojos vagamente para encontrar su cabeza recostada de mi brazo.

- Buenos días - dije acariciándole el pelo.

-Buenos días - sonriéndome.

- Espero que hayas podido dormir, yo suelo roncar -solté de repente preocupado.

Ella negó con la cabeza y sonrió.

- Nunca dejarás de ser estúpido - dijo.

- Pero me quieres aún así - afirmé.

- Te quiero - comenzó a tocarme el pelo - tienes el pelo por todas partes.

- Lo sé, anoche no fue muy tranquila que digamos.

Dejé que pusiera el pelo en su sitio con sus dedos, yo, mientras tanto la miraba, me resultaría muy difícil irme sin ella. Error mío, no debía de haberme encariñado con nadie más.

- Tengo que irme pronto, mis padres se preguntarán donde estoy.

- Quédate un rato más.

- ¿Dónde está tu madre?

- Fuera de la ciudad.

- ¿Y te deja sola?

- No, tenemos una ama de llaves, es como si fuera mi segunda madre, sólo que ella me deja tocar el piano cada vez que quiero y mi madre verdadera no.

- ¿A tu madre no le gusta que lo toques?

- Si, pero ella está enseñando a una bailarina, no a una pianista que también quiere ser cantante. Eso arruinaría todo.

- A mí me gustas mucho como bailarina.

Me miró, decepcionada.

- Tú eres igual - se separó de mí y fue camino a la casa.

- No soy igual Emm, sólo que como bailarina lo haces tan bien que deberías dedicarte a eso.

Entró en casa y comenzó a subir las escaleras, yo empecé a seguirla. Vale, esta vez había metido la pata y tocaba disculparse. Llegamos a su habitación y me senté en el borde de su cama.

- Lo siento - dije - si ser compositora es lo que te gusta, deberías hacer eso.

- La cuestión no es esa, Harry, piensas que como me he molestado tienes que darme la razón, pero apuesto a que sigues creyendo que tengo que ser bailarina - se colocó en frente mía - ¿me equivoco?

- No, pero yo no puedo elegir sobre lo que quieres hacer o no, decidas lo que decidas siempre te voy a querer igual.

Se quedó mirándome seria sin aún creerse mis palabras.

- Emma - me levanté - si te gusta ser cantante, seré feliz al lado de una cantante, si quieres ser una bailaría, seré igual de feliz al lado de una bailarina, me da igual lo que elijas, ¿vale?

Me acerqué a ella para besarla, se rehusó con una sonrisa.

- Vamos, te he pedido perdón, ¿Qué más quieres?

- Que aceptes que eres estúpido.

- Lo acepto - dije levantando las manos en alto.

Ella rió y me dio el beso denegado.

- Te hablo más tarde - dije.

- Vale.

- No me extrañes tanto.

- No lo haré, voy a estar con mi piano.

- ¿Compondrías una canción para mí?

- Tal vez, venga, vete ya, me acusarán de ser una mala compañía.

No eres una mala compañía, eres lo mejor que alguien nunca ha podido imaginar tener.

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