Capítulo 25✺

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Me quede sentada en aquel banco donde me había sentado tantas veces y había observado aquel lugar, tenía que tomarme mi tiempo para confirmar que la opción que acabaría de tomar sería la correcta. Después de darle muchas vueltas al asunto entré, un chico joven con acento estadounidense me saludó.

- ¿Qué deseas?

- Quiero hacer una audición - dije.

- ¿Una audición? - se quedó mirándome - ¿eres mayor de edad?

- Si, hace unos meses.

- ¿Has estado adiestrando la voz?

- Cuando era pequeña.

- ¿Solo cuando eras pequeña?

- Si.

- ¿Tocas algún instrumento?

- El piano.

- ¿Lo has estado estudiando?

- Cuando era pequeña.

- Oye, esto no es un lugar donde vienes a pasar el tiempo y ya está, si de verdad quieres entrar debes de haber estado haciendo esto desde pequeña, y no dejarlo.

- ¿Quién dice que no soy lo suficientemente buena como para entrar? - contesté.

- Y si consiguieras pasar la prueba, ¿estarías dispuesta a estudiar en nuestro conservatorio en Estados Unidos?

- Si - dije sin pensar.

Asintió y comenzó a buscar entre papeles.

- Sólo queda una plaza, y tendrás un compañero - comentó.

- ¿Un compañero?, no, yo quiero ir de solista.

- Escucha guapa, estamos a finales de agosto, las inscripciones para las audiciones empezaron en junio, si no viniste en ese tiempo es tu problema. Tienes suerte de haber encontrado una plaza libre.

- Vale, ¿Cuándo? - pregunté.

- ¿Vives aquí?

- Si.

- Tendrás que pasar unos días en Manchester, las audiciones son allí.

- ¿Cuántos días?

- Tres días, dentro de una semana, harás una prueba junto a tu compañero, y según lo hagas bien o mal determinará tu futuro.

Asentí.

- El chico está sentado allí, puedes ir a conocerlo.

Miré hacia donde me indicaba para encontrarme con un chico al que no había visto cuando llegué. Me acerqué hacia donde estaba sentado y me senté a su lado.

- Hola, me llamo Emma - dije extendiéndole una mano.

- Zayn - devolviéndome el saludo.

- Parece que a partir de ahora trabajaremos juntos.

- Eso parece.

Era mi compañero de dúo, pero tendría muy difícil abrirme a mí, el chico era ya muy tímido y callado de por sí.

- ¿Hace cuánto cantas? - pregunté.

- Desde siempre.

- ¿Has estado alguna vez en clases de canto?

- Si, cuando era pequeño.

- Yo también, ¿Por qué viniste a aquí?

- ¿Por qué has venido tú?

- Verás - sonreí - siempre ha sido mi sueño, mi madre siempre ha querido que sea una bailarina, pero hoy me dije que me quiero dedicar a lo que de verdad me gusta.

- ¿De verdad? - noté como se le iluminaba los ojos - yo he pasado algo parecido.

Bien, mi compañero poco a poco se iba abriendo a mí.

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