Capítulo 31 ✺

150 19 3
                                    

Al día siguiente desperté con dificultad, el dolor ya no estaba allí pero parecía como si hubiese dejado un agujero en mi espalda haciendo que recordaba que aún tenía el problema allí.

Giré la cabeza hacia la derecha para ver que sólo estaban mi hermano y mi padre.

- ¿Dónde está mamá? - pregunté.

- Ha ido un momento a casa. Hay alguien que ha venido a verte - comentó mi padre señalando con la mano hacia el otro extremo de la habitación.

Giré la cabeza hacia mi izquierda.

- Emma - conseguí decir.

Ella me miraba sin entenderme, volví la cabeza hacia mis familiares para esperar que me guiaran en lo que debía decirle a Emma.

- Harry, tienes que decírselo todo, ya le has ocultado bastante hasta ahora - dijo mi padre.

Mi padre y hermano salieron de la habitación dejándonos solos.

- ¿Cuándo pensabas decírmelo? - me cuestionó.

- En el momento de ahora, justo cuando me pasara esto.

- ¿Es que no tenías confianza en mí?

- Si, la tengo, antes de que llegaras a mi vida todo era soledad para mí, fuiste como una ola multicolor que me atrapó de lleno haciéndome vivir nuevas sensaciones y sentimientos, sabía que tenía poco tiempo para vivir la vida de una buena manera, y también sabía que sería muy complicado encontrar una persona que pudiera llenarme, y te encontré a ti. Todo lo que soy lo llena tu amor, y créeme, no quería decirte nada porque tal vez quisieras dejarme porque no podrías pasar el suficiente tiempo conmigo, total soy un chico moribundo, desde que nací lo he sido y lo siento, siento haberte hecho perder el tiempo, tu tiempo.

- No me has hecho perder el tiempo, Harry, cuando estamos juntos no existe temor para mí, es como si todas mis preocupaciones se fuesen cuando tu estás a mi lado haciendo un chiste que no tiene gracia, que es estúpido.

- Bueno, por lo menos te hago reír - dije con una sonrisa.

- Me haces reír y me has hecho vivir más sentimientos, no entiendes hasta que grado has marcado mi vida.

- No tanto como tú la mía.

- No permitas que nada ni nadie nos separe jamás.

- Ven aquí.

Se acercó a mi y le cogí de la mano.

- Eso no está en mi poder - dije - no puedo prometerte eso.

- Si puedes, encontrarás un hígado que sea para ti, eso seguro.

- Emma, esto no es así, eso no sale de repente, mi sangre, mi organismo, todo es muy complejo, más de lo que te lo imaginas.

- ¿Qué pasa con tu sangre?

- Eso es otra cosa, tengo que estarla cambiando cada mes, mi sangre se amontona toda, por así decirlo, y se niega a recorrer por mi cuerpo. Por eso cada mes tengo que sacarme una parte y entrarme nueva.

- De ahí a que estás pálido en días determinados.

- Si - asentí - soy un desastre, lo sé - sonreí.

- ¿Hay algo más que deba saber?

- No.

O tal vez si.

- Si lo hay - dije - tienes que saber que te quiero, aunque seguro que eso ya la sabías.

Ella me abrazó. Emma, de verdad siento haberte metido en todo este lío.

Ahora estás en mi película. Decidiste entrar en ella; dudo mucho que puedas salir hasta que yo la termine.

Lo siento.

ALIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora