#23

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[Kagome]

La sangre se expandía de lado a lado y aún así el muy maldito no quitaba su asquerosa sonrisa de su rostro.

Estaba en shock, mi cuerpo no respondía y sólo podía observar el liquido carmesí escurriendose por entre mis dedos...su asquerosa y venenosa sangre.

-¡Por favor reaccióna!- el grito de mi amiga me saca de mi ensimismo. Tiene ojeras y su rostro está rojizo de tanto llorar ¿Cuánto tiempo a pasado por esto y yo centrandome en mi misma?

Que egoista.

Sango está ubicada en la esquina de su cama, desgarrada, ni quería imaginarme como estaría mi rostro ahora, en este mismo instante.

¡Demonios!

¿Cómo no pude darme cuenta antes? Sango no se movía de su lugar porque estaba esposada...¡Tenía su maldito pié esposado!

¡Joder!

- Estoy bien...estoy bien- decía más para mi que para ella misma-¿Dónde está la llave?

- En su saco- respondió con un hilo de voz, barrí el cuarto con mi vista y di con el saco. Estaba sobre la mesa de libros. El santuario de mi amiga.

Como lo odiaba. Pasé por su lado y le pateé- Maldita escoria, por una ves tendrás tu merecido- le escupí.
Tomé las llaves y la puse de inmediato en las esposas, logrando así liberarla. Sango se abalanzó a mis brazos y yo le correspondí, era lo mínimo que podía hacer.

- Lo siento tanto Kag...

-Shhhh...no pasa nada, estamos bien...todo estará bien- la puse de pié con ayuda de mi cuerpo, aunque mis manos temblaban y este me traicionaba, pero me mantenía firme.

- No puede ser- susurró ella- No no no no no...- sólo comprendí sus palabras cuando logré voltear. Onigumo no estaba. ¿Cómo era eso posible?
Deposité con cuidado a Sango sobre la cama y la cubrí con un edredón. Caminé y seguí los rastros de sangre, que fácilmente podía vislumbrar. La puerta corrediza del cuarto estaba entre abierta, yo también salí por ahí, aún seguía la sangre, era mucha, no había manera de que sobreviviera. Sólo esperaba que al voltear, en el frío suelo, se hayara su cuerpo inerte.

Pero no fué así.  La Mancha terminaba en el cordón de la vereda, dónde seguramente ah montado un auto.

-¡¡¡Maldicionnnnn!!!

Volví dentro en peor estado que antes, Sango seguía  sentada dónde la había dejado con anterioridad, los queridos y gritos nerviosos de Kohaku se oían del otro lado del cuarto. Divisé la llave de su cuarto y sin decirle nada, fuí al cuarto de mi ahijado.

Abrí la puerta y él  se quedó de pié observandome de pies a cabeza-¿Ti a?- indagó con voz temblorosa- ¿Estás bien ?- negué levemente, supe a que se refería.

- No es mi sangre. Sango está bien, respira ondo y cálmate.

-Tu mano está sangrando. Si es Tu sangre- no creí lo que me decía, así que elevé mi mano y me observé.  Tenía abierta mi mano desde mi dedo meñique hasta la vena de mi muñeca. No era sangre de Onigumo. Yo sangraba y mucho, pero no sentía dolor.

-Estoy bien...estoy bien- volví a repetir.

-Creo que sería prudente llamar una ambulancia.

-¡No!- me apresuré a decir...pero lo grité - Lo siento...es mucho por hoy. Te prometo que en un momento iré al hospital- le sonreí.  Kohaku asintió y no muy seguro- Ahora necesito si puedes prepararnos algo de comer y un café bien fuerte, tu hermana se dará una ducha y yo limpiaré este enchastre. Te pido que no la indages, no preguntes, al menos no hoy...hablaremos contigo y te explicaremos todo...pero no hoy. ¿Entiendes?

"Mi Orgullo Mí Perdición "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora