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[Kagome]

-Al finnnn-es el último salón por limpiar. Me estaban provocando.
La tarde anterior, me habían prohibido limpiar poniéndome los mil pretextos. A cambio, me informaron que tenía que venir a las cinco de la madrugada a limpiar, antes que las clases matutinas  comenzaran. 

Sola.

Sin ayuda de nadie.

Las malditas tikismikis, me tenían hasta la coronilla.

Gaby y Sango estaban indignadas, ni Ayame quién tenía un gran aprecio del directorio y profesores por sus altas notas, logró ayudarme o que alguien me asistiera.

-Me tomaré un descanso de diez minutos- Aún no hay ni un alma por el lugar, así que no creo que a nadie le importe.
Tomo asiento en el banco último, contra el ventanal, dónde momentos antes, decidí abrirlos.
La suave brisa recorre mi rostro, logrando que la paz me embriage.

Paz...

A pesar de que tengo muchas incógnitas, como la lucha por la muerte de mi madre con los juzgados, o como será la relación entre Kathia y Bankotsu una ves que sus padres estén enterados, la forma rara de actuar de Sango, la convivencia con Gaby y la relación frustrada con su familia.
Por último y no menos importante...Onigumo.
No se nada de él. Cero mensajes, cero visitas. Nada. Y no sé si sea bueno o malo.

El negocio en el bar con Renkotsu es muy favorable, y ni hablar de las propinas. Estoy a tan sólo una semana de poder saldar la deuda con las malditas nenas de papi.

También han pasado dos semanas. Dos semanas desde que Onigumo se me había presentado a la salida del bar. Había caminado dos cuadras, luego del insidente con aquel extraño, me había escabullido para que nadie me llevase a casa, estaba a solo unas cuadras asi que aprovecharía para despejar mi mente, cuando de pronto , un auto se arrojó contra el cordón de la vereda con brusquedad. Yo me quedé helada en el lugar, Onigumo salió de este, con dos hombres más, deberían de tener mi edad o un poco más, estos me miraron con lascivia y yó maldije por lo bajo al verme tan descubierta. Volteé, quise marcharme, pero como lo predije, sus escoltas me lo impidieron, me sostuvieron con tanta fuerza, que dejé de luchar.
Onigumo había dado la orden de meterme al auto, y allí el miedo me habia invadido una ves más, como tantas veces atrás.

- Es sólo una visita fugaz- fueron las palabras dicha por su boca- sólo vine a informarte que no todo es color rosa- dijo arrojando una revista en mis manos.

El miedo que me invadía en ese instante, no fué nada al leer el titular de la noticia- El hijo del importante empresario Hakudoshi Black, y la sobrina del Arquitecto Naraku Wind, celebrarán su compromiso en un mes En la catedral de lugar. Dicho enlace trae muchas perspectivas a nuevos proyectos entre ambos magnates. Ciertamente será algo memorable y que todos esperamos- inconscientemente la revista en mis manos se hayaba arrugada y empapada por mis lágrimas.

- Te lo dije. Tu eres mía. Deja de jugar al príncipe azul, porque nada ni nadie te rescatará de mis manos- luego de sus palabras, abrieron la puerta a mi lado, y un brazo me jaló hacia afuera con fuerza y sin miramientos me arrojó al frío asfalto.

Ni siquiera sabía dónde estaba, por que el auto había estado dando vueltas por cualquier lado.

Por eso cuando me encontré en esa plaza con Kathia  y su padre, tenía mis nervios a flor de piel. El cuerpo me dolía por los golpes y la caída de la noche anterior, y la llamada de mi tío diciéndome que pronto vendría por mi y me llevaría lejos me puso eufórica.
Me encolericé y rompí mi celular por la ira del momento. Me arrepentí al instante. No tenía plata para andar derrochando, pero Bankotsu se apiadó de mi y me regalo el nuevo móvil que hoy cargo encima.

"Mi Orgullo Mí Perdición "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora