Los ojos de mi ángel. (OffGun) ❤️

Atado a este mundo.

Narra Gun.

¿Me mintió? ¿Por qué? ¿Por qué me lo ocultó?
Lo único que podía sentir era el sudor de mis manos sobre el bastón. No podía entender y ni siquiera sabía cómo reaccionar ante esto.

Mordí mi labio, tenía miedo pero ¿De qué? A mi lado estaba Off, sosteniendo fuertemente mi brazo que después perdió fuerza.

Tuve miedo, aún así, di media vuelta y comencé a caminar, sin rumbo, sin escuchar y sin pensar.

Pero claro, no llegaría lejos. Soy un chico ciego ¿A dónde podría huir?

—Gun, detente... — los brazos de Off rodearon mis hombros — puedo explicarlo, no hagas esto.

—¿Hacer qué? Ni siquiera pude irme, ni siquiera pude perderlo... estoy ciego... ¡A donde demonios podría ir! — grité haciendo que nuevas lágrimas brotaran de mis ojos.

—¡¿De nuevo dices esa mierda?! No vuelvas a repetirlo.

—¿Qué no diga qué? ¿Qué estoy ciego? — suspiré — por si no se ha dado cuenta, estoy ciego, pero jamás me había sentido tan ciego como ahora me estoy sintiendo.

—Deja de una maldita vez, de sentir lastima de ti mismo... Déjame explicar... — lo interrumpí.

—No sé por qué motivo haya hecho lo que hizo, lo único que me queda claro es qué hay cosas que no podré cambiar... una de ellas es el hecho de que usted sigue sin confiar en mi... no tiene caso esto.

—¿Qué dices? — giró mi cuerpo quedando mi rostro frente al suyo — Estoy haciendo esto para ayudarte, solo quiero ayudarte... solo quiero... yo tengo miedo Gun, tengo mucho miedo.

—Yo también tengo miedo, miedo de seguir enamorado de un cobarde. No necesito esto, es suficiente con todo lo que he vivido, es suficiente.

Narra Off.

Cobarde, cobarde... cobarde.

La pequeña palabra dio vueltas una y otra vez después de ser pronunciada por Gun.
Mis manos perdieron fuerza, mis pies sintieron que querían solo desvanecerse y mi corazón punzó como si una estaca de acero se clavara en él.

—Te llevaré a casa Gun — dije soltándolo — sólo deja que me asegure que nada te sucederá. Te llevaré a casa.

El silencio de Gun fue la dura respuesta que obtuve a cambio. Él se dejó guiar por mi presencia hasta el auto, subió solo, y no volvió a decir nada más.

Quería tocarlo, quería abrazarlo; pero me detenía. Sentí su cuerpo delicado a lo lejos, como si con solo acariciarlo, este se lastimara.

Las calles estaban vacías, una que otra persona deambulaba en la oscura noche. El silencio solo era interrumpido por los latidos de mi corazón, que en momentos parecían amontonarse sin darle oportunidad de latir por completo.

Muy cerquita de mi escuchaba pequeños sollozos, mi pequeño estaba llorando.

Gun poco a poco perdía toda la fe que depositó en mí desde el primer momento, y era a causa de mi cobardía.