Capitulo 9: Pesadilla

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Esa noche el claro estaba frío, el recién abandonado Toothless temía que había sido demasiado molesto para el pequeño de dulce olor y que eso había causado su huida.

Sin embargo el sonido penetrante de los dragones a la cercanía le hizo saber que sucedía, ahora el dragón aprisionado en su forma humana temía por la seguridad de su amigo, ya que el chico no era el ejemplar más agraciado de los vikingos.

No había mucho que pudiese hacer, los vestigios de sus garras no le permitan trepar las paredes de piedra del claro y el uso de sus alas aún le causaba aquel punzante dolor.

Solo quedaba esperar que aquella noche de luna no hubiera mucho caos y que el castaño evitará los problemas con dragones grandes.

Pasado el tiempo el dragón optó por descansar, colgándose con su cola desde una rama de un fuerte roble, ya que al ver como se retiraban los dragones nuevamente solo quedaba esperar a que volviera el pequeño vikingo.

Inevitablemente Toothless entro en aquel reino del sueño al cerrar sus ojos por el cansancio, sin conocer de esto el dragón observo nuevamente la aldea vikinga, pero algo era distinto, una iluminación de un fuerte tono rojo cubría el cielo nocturno.

El dragón camino entre las sombras de la aldea con temor, buscando el aroma dulce de su amigo vikingo, pero algo andaba mal. Mientras más avanzaba su olor que seguía se cubría con otro... Temía lo que eso significaba, pues conocía que solo el líquido carmesí podía cubrir el olfato de un dragón.

Al caminar entre la oscuridad del pueblo y abriéndose paso entre aquella luz roja, se fijó en los ojos del dragón una mirada de absoluto horror.

Miro en el suelo aquella prenda verde que el chico llevaba, rasgada en algunos trozos cubierta de los que más temía.

Sangre, aún fresca manchando los ropajes de Hiccup acompañados de una mancha del mismo líquido en el suelo.

El dragón corría tan lejos de ese lugar como podía, aunque no sentía moverse por más que lo intentará, terminando en lágrimas brotando de los ojos del muchacho de pelo negro.

— Tu culpa... Otro error... Fallaste... — escuchaba el dragón desesperado una y otra vez siendo estás voces cada vez más y más fuertes.

Hasta que un crujido le hizo reaccionar, el dolor le trajo a la realidad, la rama donde estaba colgado había cedido y el dragón cayó sobre su ala causando nuevamente aquel dolor punzante que odiaba.

Toothless igualmente estaba cubierto de sudor frío  — Solo fue un mal sueño... — se dijo a si mismo para calmarse mientras se acurrucaba a los pies del árbol mirando el cielo azul de una mañana donde aún no había salido.

Aquel chico moreno se temía lo peor por aquel sueño pero al cabo de un rato al observar la luz del día de sentía más calmado y hambriento por lo que el mismo se zambullo en el río en busca de peces para ocupar su mente en otras cosas.

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El día era nuevo y en la casa de los Haddock el hijo del jefe dormía aún, hasta que la llamada de la naturaleza le despertó, un hambre bastante grande le hizo levantarse por fin, rascando aún su nuca y algunas partes de su espalda.

No le tomo mucha importancia pues deducía que era el ungüento de las vendas o la tierra que le cubría el cuerpo.

Así que una vez listo, salió de su casa algo más tarde de lo habitual, el caos de la noche anterior no le había hecho bien por tanto que tuvo que luchar.

Pero el mostraba alegre, ocultando su incomodidad por las vendas y la comezón que sentía junto a las miradas y murmullos del pueblo al verle.

En su camino al gran salón logro ver el agujero que estaba en el suelo causado por aquel ser, el cual estaba rodeado de cuerdas y de varios vikingos que descendían al mismo, el chico dedujo que buscaban al dragón pero no le dio mucha importancia ya que gente más experimentada buscaría a esa cosa.

Susurros NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora