Capitulo 13: Mal Presagio

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Los fríos vientos del mar azotaban la isla de Berk, el sol se había ido ya hacía un rato, los que seguían afuera sentían la helada de la noche cerca de la costa.

El bosque tampoco era ajeno a esto pues Hiccup avanzaba entre la oscuridad después de aquella tarde con Toothless, en sus ideas sentía extraño que se la pasara mejor con el asesino de vikingos por excelencia.

Ajeno a ese tema el joven seguía su camino, bastante más claro lo veía en comparación a otras noches, sin muchas ideas solo pensaba que había memorizado el sendero y eso le facilitaba el ver a oscuras.

El castaño aún cargaba su alforja con lo que había sobrado al vendar a Toothless, tambien dentro estaban varias cosas que se llevó de la herrería.

En su ingenuidad olvidó completante el dejarlas cuando forjó la vara que sostendría el ala del dragón, por lo que temia un interrogatorio de Gobber al día siguiente.

Aquel muchacho que seguía pensante y ajeno a su entorno sintió de pronto un escalofrío, conocía esa sensación, el sentirse observado, habían pasado días desde que percibió algo así.

Algo le decía que fuera hacia más profundo el bosque, así que sin darse cuenta el chico incluso soltó su bolsa y camino hacia el centro de aquel lugar plagado de árboles, cruzando cierto punto donde ya no los había, era un lugar extraño... Era distinto.

Al principio un cambio en la luna era notorio, está era una luna llena aunque no había rastro de fuego o ataque de dragones, tampoco se veían las montañas de Berk.

Seguía viendo detrás de él un bosque frondoso, aunque esté era de árboles blancos, el pasto era dorado como las hojas del otoño, en realidad estaba en un páramo con una hermosa pradera.

Así que eso no era Berk, termino conluyendo Hiccup, que en su trance seguía mirando alrededor hasta notar algo que le saco un susto casi de muerte.

Una luz... No... Era diferente... Pues le observaba.

Su color morado brillante resaltaba contra la noche, alumbraba a su alrededor los pastos, aunque no iluminaba al vikingo.

Hiccup de forma estúpida pensó en tocarlo y sin controlar sus propias acciones lo intento, causando que aquella luz se esfumara cuando el vikingo la tocó, era extraño pues juraba haberla atrapado.

No obstante no tuvo mucho tiempo de pensar en aquello pues algo cambiaba en el aire, era el olor a ceniza y fuego. Aquellos lindos prados de pastizales dorados estaban en llamas, no sentía el calor de las mismas pero si las veía.

Las llamas fueron importantes hasta que algo estremeció el suelo, el silencio se hizo en aquel lugar mientras el piso retumbaba con algo similar a pisadas.

El vikingo asustado vio algo que le heló la sangre más que cualquier otra cosa, frente a ese filo dónde estaba observando todo se alzó una cresta, cual corona.

La misma fue acompañada de la horrible mirada de ojos que se fijaban en el chico, que sin más que temor por su vida corrió al bosque nuevamente.

El sonido de un lloriqueo le hizo querer regresar pero el querer realizaf aquella accion causo que pronto su cabeza fuera llena de pensamientos intrusivos, voces le hablaban de forma indescriptible, pocas veces comprendía que decían, pero está vez eran distintas.

A pesar de no lograr captar el mensaje comprendía de ellas un solo sentimiento que conocía bien desde pequeño.

El miedo.

El vikingo sin otra idea siguió en el bosque, las llamas no se veían ya, su olor se había perdido, las voces seguían hablando en terror, todo en su cabeza giraba hasta que algo le hizo caer.

Susurros NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora