La bienvenida

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Ya en marcha  para el último tramo de viaje, la ilusión siempre los embargaba. Volver donde, Cristina, siempre resultaba placentero. Era un lugar hermoso, que el solo hecho de llegar, se volvía  un escape de la realidad. No es que tuviera alguna clase de poder mágico, si no que, el lugar por si solo era  acogedor. Ver a los animales en su hábitat natural, siendo felices y libres, sin ninguna explotación alguna, compartiendo con la belleza natural, era algo que daba felicidad. 

Compartir con ellos, caminar por el bosque, era lo que más amaba Britta de pequeña. Amaba estar rodeada de la vida campestre. Siempre recordaba cuando le dolía dejar ese lugar tan hermoso por la ciudad, llena de ruido y cemento. 

Justo antes de llegar a la casa, había un pequeño riachuelo que desembocaba casi en la subida para la casa de, Cristina, donde los animalitos solían ir a tomar agua. Cada vez, que estaban de regreso, se impresionaban del espacio que existía ahí, perfectamente podían vivir varias familias, sin ningún problema.

A la mitad del camino  había un colegio abandonado, sin embargo, desde que Britta tiene memoria está con el mismo aspecto. A pesar de estar en condiciones no muy aptas para dar un paseo, ella solía ir a recorrerlo por las tardes cuando estaba de visita, por razones muy claras y por mucho que quería a su querida abuela. A veces le colmaba la paciencia y ese lugar era perfecto para escapar de la casa por un instante. Lo mejor de estar en ese horrible colegio abandonado, era la recepción de internet que este lugar tenia, ya que, era espectacular.

Finalmente, ya estaban muy cerca de la casa, el problema estaba en que el ultimo, último tramo, era el más terrible de todos,  porque  había una subida muy empinada y los autos solían derrapar constantemente, por eso en ese lugar, la mayoría o todos, tenían grandes camionetas tipo 4x4. Ellos habían ido en auto y claramente no lograrían subir, por eso su padre dijo que uno de los dos tenía que ir avisarle a Cristina que ya habían llegado. 

Britta miró a Simón, que estaba  bastante ensimismado robando maqui de los arbolitos,  así que le dijo a su padre que ella iría,  le entregó a Lucas, sin antes rogándole que cuidara de él y no lo soltara por ningún motivo, porque claramente si se llegaba a perder en aquel lugar, tardarían mucho tiempo en encontrarlo. 

La verdad, incluso para un ser humano común y corriente era difícil subir el último tramo pero los que conocían el lugar, sabían de la existencia del "camino secreto" y como Ella, conocía ese lugar incluso antes de tener consciencia. Fue directo, al camino fácil. Al llegar a terreno plano, pudo admirar finalmente la casa, por fin se dijo, por fin un lugar que me ama y lo amo. Caminó tranquilamente hacía ella y pudo ver que Cristina estaba alimentando a las gallinas, corrió a saludarla. Su abuela, quien incluso ya sabía que irían a visitarla, de la pura emoción al verla boto el maíz con el cual estaba alimentando a las gallinas. 

– Los esperaba pero no me imaginaba que llegarían  tan pronto – Dijo Cristina – Mientras no paraba de abrazarla – Y ¿tu padre, dónde se quedó? – Le preguntó, mientras los buscaba con la mirada. 

– Están en el riachuelo, Tina. Esperando que vaya con tu camioneta a buscarlos – pidiéndole implícitamente la camioneta con una bella sonrisa, porque era consciente que se molestaría con su padre.

–  Por dios, Britta. ¿De nuevo tu padre ha venido en su viejo cacharro? – Suspirándole a la vida – detrás de la puerta de entrada están las llaves, y ya sabes donde está la camioneta.

Ya con las llaves en las manos, corrió en busca de la camioneta. El viaje no había sido tan agotador pero viajar más de cinco horas, puede resultar cansador para cualquiera. La camioneta de Cristina, siempre solía estar guardada en el galpón, así que  al llegar allá, Britta, quería morir. Bueno, no morir en todo el significado de la palabra,  pero era una larga corrida. Entró a él y se sorprendió que el lugar estuviera más lleno que de costumbre. Aparte de la camioneta, estaba una moto y otro auto, le hubiera dado mayor importancia pero como sabía que su padre la estaba esperando, se subió a ella y encendió el motor.

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