El adiós

246 23 10
                                    


Siempre les había resultado difícil la despedida, más que el adiós en sí, les molestaba de sobremanera el volver armar las maletas, en elegir un look cómodo pero desastroso para el regreso. Les resultaba de lo más horripilante y latoso.

Viajarían de noche de vuelta a la ciudad, aún tenían el resto del día para disfrutar del lugar, lo bueno es que Britta volvería pronto, para ella no era un adiós tan largo y hubiera estado muy contenta de regresar tan pronto pero no lo estaba en absoluto, no quería regresar, por vez primera no quería ni empacar sus cosas, lo cierto que eso era bastante raro en ella, quien era fanática de armar las maletas, de las paradas en la carreteras, de las bienvenidas y los adioses. Simplemente no podía olvidar el ayer.

Estaba por cumplir dieciocho años, estaba a solo un par de meses de la mayoría de edad, para ser un adulto responsable según su padre pero no se sentía ni responsable ni adulta. Hace un par de meses estaba ansiosa por cumplir la mayoría de edad, por el solo hecho de ser adulta. Hoy se sentía más niña que nunca, sus sentimientos estaban tan descontrolados, que ni siquiera estaba paseando por su lugar favorito, estaba tirada sobre su cama desecha mirando el techo, sintiendo todo y sintiendo nada. Era la primera vez, desde que había comenzado a ser consciente de los sentimientos que sentía tanto deseo como euforia. Una parte de ella, necesitaba dejar la casa de abuela para poder pensar con claridad lo que estaba sintiendo y la otra parte, solo quería sentir sus labios contra los de Robert.

Tenía miedo pero toda su vida había tenido miedo, era momento de dejar de tener miedo, por una vez en su vida y estaba decidida a dejar de tenerlo.

Bajo sus maletas y fue en busca de Lucas, había visto que estaba en el jardín de la entrada con Cristina, mientras ella, arreglaba su rosal favorito. Como obediente perrito que era, Lucas, estaba muy cómodo sentado al lado de su abuela, sin molestar, simplemente disfrutando.

Saludo a Cristina, con un beso en la mejilla y Lucas, demandó su atención de inmediato, moviendo su cola de un lado a otra.

– ¿Qué tal la última noche en libertad? – le preguntó Cristina – mientras seguía mirando y cortando uno que otro tallo.

– Bastante satisfactorio, la verdad – lo cual era cierto pero claramente las últimas dos horas, había podido dormir pero se paso la noche despertando por momentos. Si esto era el deseo, entonces no lo quería realmente.

Cristina que había terminado con su trabajo en el rosal, le regalo un bella rosa que había florecido esa misma mañana pero al obsequiarla se dio cuenta que no tenía un cara descansada pero bueno pensó estos adolescentes, viven más de noche que de día.

– Tu padre salió temprano a ayudar a Robert con su problema del internet.

– ¿Ayudar a Robert? – le dijo muy sospechosamente – podría ir por mi padre pensó pero no tendría tiempo para estar solas con Robert y para peor estaría mi padre, no, se dijo. Tendré que escaparme – Y Simón, ¿aún duerme? – le pregunto para cambiar el tema.

– Britta, has estado bastante rarita en este viaje – mirándola detalladamente para ver si encontraba la respuesta – Debe ser la edad – dijo finalmente para cerrar el tema.

En ese momento salió Simón de la casa en busca de ellas, ya no parecía el muchacho corazón roto, ahora solo parecía alguien que tuvo el corazón roto. No hay mucha diferencia pero por lo menos existe una.

Simón le pregunto a Britta si quería ir a caminar con él mientras su padre volvía, ella le respondió que se adelantara por mientras, ya que tenía que ir por su chaqueta y la correa de Lucas. Ya que sabía que el querría ir a la zona oficial del wifi. Así que no sería muy difícil encontrarlo en su caminata.

Aquí conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora