Recuerda me, por favor

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Britta se preguntaba cómo era posible pensar tanto en una persona, que solo había sido parte de su vida por un par de días pero que había calado tan profundamente en ella, que ya no podía sacarla de su mente. Había entrado en la semana de exámenes en el colegio, sabía que el colegio no servía de mucho pero, eran las últimas pruebas para sacar un buen promedio final de todos los años que llevaba estudiando para luego seguir en lo mismo. Hacia un alto cada vez que pensaba en ello, llevaba estudiando 12 años de su vida para luego estudiar un par de años más. Por dios, claramente eso no la motivaba mucho. Aún no sabía que quería hacer con su vida, ni tampoco que estaba haciendo con ella ahora.

Paso gran parte de esas semanas estudiando, no lo que debería pero si más de lo normal, llegaban del colegio con Sam, se preparaban algo para comer y estudiaban. Lo odiaban tanto pero estaban muy emocionadas porque eso significaba que ya por fin, serían libres.

Una tarde su padre llego con pizza y los llamo a todos a comer, incluso a Lucas, todos habían comenzado a comer porque la verdad estaban famélicos de hambre, solo sobrevivían a puros pancitos con jamón y queso. Los chef de la casa, solían ser Simón y Britta, pero como los dos estaban en sus exámenes finales, ninguno dedicaba mucho tiempo a la cocina. Su padre no era un erudito de esta, así que lo bueno de esas semanas, es que había mucha pero mucha comida rica aunque por cierto muy poco saludable.

–Bueno chicas – comentó su padre, mientras tomaba un sorbo de cerveza – ¿han decidido que van hacer con sus vidas el próximo año? – preguntó.

Sam y Britta, se miraron, no tenían idea que iban hacer con sus vidas.

– Papá, ni siquiera sabemos que vamos a comer mañana – comentó en broma Britta.

– Pues deberías pensarlo Bri, para que no dañes mis finanzas – rematando la Broma.

– La verdad tío – dijo Sam – estaba pensando que si tengo buenos resultados en la prueba de admisión a la universidad, entraré, si no me daré un año para aprender un par de cosas.

Bri, estaba en blanco, no tenía ni idea que hacer con su vida, siempre había sido de la idea que era mucha la presión para alguien con 17 años o 18 en algunos casos, tomará la decisión de que hacer por el resto de su vida. Le daba bastantes escalofríos

– Papá, no te voy a mentir, tengo miedo de equivocarme y elegir mal – comentó bastante apenada.

Sam la miró y le sobo el hombro, sabía que para su amiga, cualquier decisión era un calvario.

Su padre la miró, luego miró a Simón y dejo que él, respondiera de una forma alentadora

– Hermana, no es que te vayamos a desterrar de la familia por ser un fracaso, mira a Lucas, sigue siendo parte de la familia – en ese momento como si entendiera lo que hablaba su hermano humano, Lucas, dejo de lamerse sus parte mirándolo bastante indignado – lo siento Lucas, no era con querer – disculpándose con su perro – no era nada personal – rió.

– Papá – comentó Britta – me gustaría trabajar, aprender un poco del mundo real, antes de entrar de nuevo a una burbuja universitaria – hasta ella parecía sorprendida de lo que acaba de decir.

Su padre no era un hombre muy convencional, él sabía que los castigos, los colegios y las universidades no eran las verdaderas experiencias de la vida. Julián sabía que para aprender en la vida, había que vivir la vida, por eso, les regalaba el viaje de dos meses a sus hijos donde su madre, para que vivieran lejos del privilegio de la ciudad y quizás algún amor de verano.

– Britta, tu sabes que en esta familia no somos unos conservadores, si es que lo deseas, tus deseos serán cumplidos – le dijo sonriendo.

Tomando un poco de bebida, sonrió tras su vaso, como amaba a su padre.

Aquí conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora