III

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— Te ves feliz.

Comentó Simone mientras se acercaba a abrazar a su hermano.

— Fue un día interesante.

Rasmus se permitió sonreír ampliamente ya que su hermana no podía verlo. Sabía que debía verse como un torpe y qué Simone le diría que se había enamorado, pero no era así.

Le agradaba Ayn, se sentía a gusto y cómodo con su presencia. Y aquel lazo que había nacido de forma espontánea con alguien que hace poco había conocido, le parecía una sensación maravillosa.

—¿Te agrada Ayn?

— Si.

Simone comenzó a reír ante la evasiva respuesta de su hermano.

—¿Solo eso? ¿Un simple si?

—¿Que quieres que te diga?

Río con ella.

— Me gustó hablar con alguien de mi edad.

—¿Ahora dirás que mi compañía no fue la mejor? -lo molestó.

— No es eso -soltó una carcajada.- solo digo que fue agradable compartir con Ayn, es divertida.

— Lo es -concordó la rubia con una sonrisa.- fue un milagro que nuestra primera interacción con el exterior nos permitiera dar con ella y no con alguien malo.

— Si, tienes razón.

La conversación se volvió seria, ambos habían comenzado a imaginar universos alternativos en donde no contaban con la suerte que tenían ahora.

—¿Tienes miedo de volver a salir?- preguntó Rasmus.

— Un poco -confesó Simone.- pero saber que te tengo a ti y ahora a Ayn me hace sentir más segura.

— Estaremos bien Simone, estamos juntos.

— Lo sé -cerro sus ojos y se obligó a dormir.- ¿tú tienes miedo?

— Un poco, pero la emoción por volver a ver todo es mayor -cerró sus ojos para dormir.- quiero sentir el aire fresco.

— Lo harás Rasmus... ahora descansa.

— Buenas noche Simone.

[...]

Una fuerte opresión en el pecho la hizo despertarse, era como si la estuvieran aplastando.

Ayn abrió los ojos y se volteó con dificultad. Seguía aturdida por el violento despertar y las luces rojas eran una señal de alerta.

—¡Simone! -gritó con dificultad.- ¡Rasmus!

Comenzó con arcadas ante el esfuerzo que conllevó la acción.

Vamos, muévete! Un paso a la vez pero hazlo" se dio ánimo mientras se levantaba.

La pantalla que estaba a un costado de la cama estaba mostrándole un mensaje, uno que la hizo comprender que estaba en lo correcto al seguir sus instintos y salir de allí.

Salida de aire bloqueada.
Nivel de oxígeno bajo.

Se movió con dificultad pero no se detuvo. Ayn no estaba dispuesta a perder la vida ese día y mucho menos dejar que aquel par de hermanos también sufriera ese trágico final.

—¡Rasmus! ¡Simone! -volvió a gritar.- ¿Donde están?

Una alarma comenzó a sonar, el volumen era ensordecedor. Debía encontrarlos y pronto.

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐬𝐤𝐞𝐥𝐭 [𝐑𝐚𝐬𝐦𝐮𝐬 𝐀𝐧𝐝𝐞𝐫𝐬𝐞𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora