VI

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Caminaron un par de horas hasta encontrar un camino asfaltado, al otro lado de este había un lugar donde podrían pasar la noche.

Todo el trayecto fue en silencio, hasta ahora que Martin volvía a hablar.

— Se ve prometedora -señaló con un tono que demostraba mejor humor.

— Iré a revisarla -habló Ayn.- Patrick, préstame tu arma.

— Ten -se acercó y se la entregó.- ¿Perdiste la otra?

— No tiene municiones -contestó de forma plana.- Quédense aquí.

El cambio de humor en Ayn era notorio para Martin, Hans y Patrick, quienes eran aquellos con los que mantenía una relación más estrecha.

Algo debía estar inquietando a la chica, de lo contrario sólo lo dejaría pasar o buscaría alguna solución para avanzar. Lamentablemente ahora no tenían tiempo para poder conversar, por lo que prefirieron esperar a que estuvieran en un lugar seguro.

— Iré contigo -dijo Martin.

— Claro -respondió Ayn antes de volver a caminar.

— Nos quedaremos bajo aquel techo -señaló Hans al resto.- vamos chicos.

Luego de unos minutos de espera ansiosa pues el cielo comenzaba a volverse más gris y con un aspecto lluvioso, la figura de la pelirroja y el mayor resurgieron del edificio señalando que era seguro.

— Despejado -habló Martin.

— Hora de comer -comentó de forma divertida Ayn.

Mientras entraban Simone comprendió donde estaban, una escuela. La evidencia más clara para confirmarlo eran los pequeños vestigios óseos que yacían aún en los juegos, inmóviles y empolvados. La imagen era devastadora.

—No mires hacia allá Rasmus -guió la cabeza de su hermano hacia el lado contrario.- Quédate cerca de mí y no te alejes.

Una vez adentro y con las mochilas en el piso, el equipo se organizó para preparar su estadía.

— Traben todos los accesos, pasaremos aquí la noche -ordenó Martin.

— Encontré estas mantas en el gimnasio -habló Patrick.

— Serán de mucha ayuda -señaló el mayor.- Acomodemos las mesas, yo cubriré las ventanas.

Todos comenzaron a trabajar de forma automática mientras los hermanos recién llegados se mantenían a un costado en silencio observando.

—¿Destilaste el agua Patrick? -preguntó Beatrice.

— Si, ya casi está lista.

—¿Que cocinarás hoy? -le preguntó Jean a la pelinegra.

— Un platillo sorpresa -contestó divertida.

— Martin, acá tengo más cinta -Hans le lanzó el objeto por los aires.

— Gracias.

— Las mesas están listas, prepararé la cocina -comentó Lea.

— No te esfuerces mucho -comentó Jean.- terminaré de sellar las puertas y voy a ayudarte.

Ayn trabaja en silencio con el fuego para temperar el lugar, creando una fogata móvil con un tubo de metal.

Parecía muy concentrada en sus acciones y en todo aquello que estuviera pasando por su mente. Rasmus deseó acercarse para hablar pero no quería causarle problemas, su hermana tenía razón con respecto a aquello.

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐬𝐤𝐞𝐥𝐭 [𝐑𝐚𝐬𝐦𝐮𝐬 𝐀𝐧𝐝𝐞𝐫𝐬𝐞𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora