VII

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Entre bromas y un ambiente notablemente más ligero y divertido, los cuatro jóvenes compartieron el inicio de la noche. Hasta que un golpe en la puerta cesó las risas y bromas.

—¿Pueden abrirme? -preguntó Martin.

— O se le caerán los platos -advirtió Beatrice desde el otro lado.

Ayn abrió la puerta y los recibió. Martin parecía querer sonreírle de forma simpática, pero se contuvo.

— Déjame ayudarte -recibió los platos y se los entregó a los hermanos.- no hay mejor pasta que la de Trice.

— Solo lo dice porque es uno de sus platos favoritos -sonrió divertida y le entregó el resto de los platos a Ayn y Hans.

Por un par de segundos hubo silencio, hasta que Simone agradeció por la comida y el resto la siguió.

— Quiero disculparme por la actitud de Patrick -habló de repente la pelinegra, estaba nerviosa pero sabía que debía ser sincera y hacer lo correcto.- se que no debo hablar por él o excusarlo pero no quiero que piensen que así es como somos. Hans y Ayn pueden confirmar lo que digo -tragó antes de continuar.- y me disculpo de forma personal por haber sido odiosa. Me comporté mal.

Todos observaron a Beatrice con asombro, Ayn y Hans de forma más disimulada. El par también observó a Martin, quien se veía igual de impactado.

— Hablamos con el resto y también se sintieron mal ¿Verdad Martin? -lo observó.

El aludido debió tomarse un par de segundos más antes de confirmar sus palabras. Si habían tenido una conversación, Patrick debió escuchar y refunfuñar en silencio mientras el trío de amigos lo sermoneaba por su conducta, para luego terminar arremetiendo Martin.

— Es cierto, hablamos con los chicos y prometieron actuar de forma decente y normal, como lo hacemos o intentamos hacerlo la mayor parte de los días -intentó bromear.- no hemos sido buenas personas.

— Gracias -fue lo único que logró contestar Simone, quien aún se veía reacia a sus palabras.- Ayudaremos a encontrar el lugar lo antes posible, sabemos que es urgente.

— Gracias -contestaron Martin y Beatrice al mismo tiempo.

— Partiremos a las 8 -indicó Martin.- coman y descansen, fue un largo día.

— Descansen. Y ojalá les guste la comida -se despidió Beatrice.

—¿No habrá corte marcial? -bromeó Hans.

Martin era un hermano mayor para Ayn y Hans, siempre que se separaban o ocurría algo, él se acercaba a hablar, sin falta. Siempre los apoyaba y ellos trabajan codo a codo con él para proteger al resto, así era su relación.

— No hoy -les sonrió divertido.- no han hecho nada malo. Descansen.

Beatrice sonrió ante sus palabras, detrás de aquellas suaves y simple frases existía preocupación y cariño hacia los más jóvenes. El par también sonrió en respuesta, se intercambiaron las buenas noches y se fueron.

[...]

— No te gustó lo que dijo Simone -comentó en susurros Hans.

— No están listos aún para viajar solos -habló con la misma intensidad Ayn.

Los hermanos dormían juntos, mientras Ayn y Hans también lo hacían.

— Eso es cierto, pero debes admitir que tampoco quieres que se vayan -comentó el rubio.

— Es cierto... -admitió abiertamente la pelirroja.-... creó que me apegue mucho a ellos en poco tiempo. Me agradan, y si ellos se van jamás volveremos a verlos.

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐬𝐤𝐞𝐥𝐭 [𝐑𝐚𝐬𝐦𝐮𝐬 𝐀𝐧𝐝𝐞𝐫𝐬𝐞𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora