XV

1.1K 85 8
                                    

—¿Tienes hambre? -le preguntó Simone a Jorgen.

— Estoy bien -el menor ocultó con maestría su cansancio.

Ayn y Simone se observaron y compartieron el mismo pensamiento, al parecer Jorgen no era un chico de muchas palabras, o al menos no por ahora, pero si era una persona de gestos, y en aquel instante la forma en que el menor arrastraba con esfuerzo sus pies y lamia sus labios a cada minuto les entregaba la información suficiente como para indagar en que estado estaba. A pesar de ello, no se quejó en ningún momento ni parecía tener la intención de pedir una pausa para descansar, incluso cuando no hace mucho su boca había dejado de sangrar y su rostro ya estaba comenzando a hincharse producto del golpe que había recibido.

— Jorgen ¿Que llevas en ese bolso? -preguntó Ayn.

La duda expresada por la pelirroja parecía ser extraña para el rubio, quien la observó con vacilación mientras pensaba en contestar o continuar en silencio.

Ayn logró leer su mente y se dispuso a aclarar las posibles sospechas que debían estar inquietandolo.

— Mientras seguimos aquí deberíamos buscarte cosas para el viaje, como botas o un impermeable. También necesitarás una mochila y una bolsa de dormir.

— Habrá más ropa para él cuando lleguemos a nuestro próximo destino -habló Simone refiriéndose al búnker.

— La ropa que tienen es de colores muy claros, lo verían a kilómetros.

—¿Y si la teñimos? -propuso su amiga.

— Eres una genio -los ojos de la pelirroja brillaron- y eso es fácil de conseguir.

—¿Tu crees? -la rubia no estaba segura de que tan sencilla sería la nueva misión.

— Busquemos algún almacén o una peluquería, allí encontraremos tinturas.

Continuaron caminando en silencio y atentos a los alrededores, pero por el momento el único ruido en el lugar era el de sus pies sobre el pavimento y el viento rozando las superficies de concreto y metal abandonado de la ciudad, moviendo y suspendiendo las particulas de polvo en el aire.

— Bingo -celebró Ayn al cabo de 10 minutos caminando.

Finalmente habían dado con un pequeño centro estético, aunque la gloria que intentaba darle el cartel al lugar era nula, todo en su interior estaba destrozado y desordenado, los ventanales de la entrada estaban hechos añicos y las sillas en el interior estaban en el suelo o ladeadas, todo cubierto de más polvo y vidrios destrozados.

— Solo tomará unos minutos -comentó la chica mientras entraba al lugar- están a cargo ahora, deben cubrirme.

— Esta bien -respondió Simone no muy segura del plan pero aceptando de todos modos.

—¿Alguien quiere algún color en especial? Ya saben, un azul eléctrico para el cabello o quizás un verde fosforescente -bromeó.

Jorgen y Simone se observaron y sonrieron divertidos ante el jugueteo de Ayn.

— Voy por el azul si tu vas por el verde -la molestó desde afuera la rubia.

— Acepto solo si Jorgen va por un rosa chillón -gritó desde el fondo de la tienda.

— Acepto -gritó Jorgen en respuesta junto con una pequeña sonrisa de diversión visible en sus labios.

—¡Ese es el espíritu! -celebró Ayn.

— Hey, menos charla y más movimiento -bromeó entre risas su amiga.

— Ya voy jefa, solo necesito un minuto más.

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐬𝐤𝐞𝐥𝐭 [𝐑𝐚𝐬𝐦𝐮𝐬 𝐀𝐧𝐝𝐞𝐫𝐬𝐞𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora