10 - Lalochezia

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"Lalochezia: uso de un lenguaje violento para aliviar el estrés o el dolor."

-¡Bienvenido, ZeWu-Jun!

Nada más aterrizar en el Muelle del Loto, dos discípulos le saludaron, diligentes y dispuestos a cumplir cada una de sus peticiones. Sabían que venía de antemano, siempre le gustaba avisar a WanYin con al menos una semana de antelación, y dada la naturaleza de las más que cordiales relaciones entre Yunmeng Jiang y Gusu Lan, prácticamente aquel lugar se había convertido en su segundo hogar. La frecuencia de sus visitas también las había dotado de cierta naturalidad. Cualquier discípulo le esperaba casi a cualquier hora y a ninguno le extrañaría verle paseándose por los embarcaderos sin o con la compañía de su líder. Aunque no fuese a exigirles nada, muchos actuaban como si ya fuese el segundo maestro del Muelle, cosa que su líder de secta permitía e incluso alentaba. Su relación lo ameritaba después de todo, aunque solo se conocía en sus respectivos clanes. Siendo así, no le extrañó que solo le recibieran dos jóvenes pupilos de Yunmeng porque había coincidido que se encontraban cumpliendo sus deberes por allí. Sin embargo, se esperaba a Jiang Cheng presente en el escaso comité, y se encargó de manifestarlo después de los saludos y cortesías pertinentes.

-¿Sabéis dónde se encuentra WanYin, jovencitos? -Cuestionó, nombrando al temido Sandu ShengShou con una sencillez y una familiaridad que solo él podía emplear sin correr peligro de muerte.

Automáticamente las caras de los chicos se ensombrecieron, y Lan XiChen debió contenerse para no fruncir el ceño. Eso era una mala señal. Ya se conocía las malas señales como la palma de su mano.

-No ha salido de su estudio desde ayer. -Habló al cabo de unos instantes uno de los jóvenes, que parecía estar haciendo un tremendo esfuerzo para no mirar al suelo-. Ni siquiera para cenar ni para desayunar hoy. Tampoco se ha presentado a ver los entrenamientos matutinos.

-Entiendo. Iré a verle, no os preocupéis.

-¿Necesita que le acompañemos, ZeWu-Jun?

-Conozco el camino, gracias. Podéis retiraros.

Lan XiChen no se quedó a ver cómo le obedecían. Prácticamente salió volando en dirección al estudio de Jiang Cheng, sus pensamientos discurriendo a toda velocidad. Una noche sin comer ni dormir cualquier cultivador de cierto nivel podía soportarla sin dificultad alguna, pero tenía un mal presentimiento. Se debía a las expresiones cautelosas de esos chicos, que le habían inspirado de todo menos confianza.

-¡Joder!

Un grito y un crujido rompieron la quietud de aquel ala del Muelle justo cuando estaba acercándose al estudio de su prometido. Lan XiChen captó con desquiciada claridad el estruendo del cristal al fracturarse en mil pedazos, seguido por el furioso zumbido de Zidian en todas las direcciones posibles. Un resplandor violeta se filtró por la rendija de la puerta, iluminando momentáneamente la bandeja del desayuno que nadie había tocado desde que fue depositada allí a las seis de la mañana. Se escucharon golpes y gritos furiosos, improperios en mil direcciones distintas. No quedó un dios por maldecir, por mucho que aquello pudiese considerarse blasfemia. Su humor no atendía a razones. Se escuchó el chasquido del papel al desgarrarse, el de madera al golpear madera, el los huesos al romperse... y solo una voz conectaba aquel fatídico concierto, una voz que a Lan XiChen le estaba rompiendo el corazón.

Suspiró. Era uno de esos días. Al menos había llegado a tiempo.

Algunos días eran así. Jiang Cheng a veces simplemente no estaba bien y sus días eran malos. Estallaba gracias al estrés, al trabajo como líder de secta o a las noches sin dormir por encargarse de tener controlado el papeleo de dos sectas. O estallaba debido a sus complicados sentimientos, gracias a la impaciencia de Jin Ling por arreglar un clan que se resquebrajaba inevitablemente o porque que Wei WuXian se había pasado de la raya en alguna carta que supuestamente intentaba restaurar su rota hermandad. A veces no era por ninguna de esas razones. A veces solo estaba mal, y ni siquiera Lan XiChen podía ayudarle a sentirse mejor. Pero podía estar ahí, podía no dejarle solo. Era su único aporte posible la mayoría de las ocasiones, por eso se alegraba de haber partido pronto hacia Yunmeng dicha mañana, incluso si en momentos como ese creía que no era suficiente.

Inefable [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora