"Duende: poder inusual de encantar o atraer."
Los fuegos artificiales que marcaban el final del festival escolar estallaron como una supernova en el cielo nocturno. Desde la azotea del edificio de aulas se veían especialmente bien, pero aquel lugar privilegiado parecía estar reservado a los miembros del Consejo de Estudiantes. Vamos, que solo podían estar sin que les echasen la bronca ellos dos, el hermano de Lan Huan y el tesorero, Meng Yao. Por suerte (o por desgracia, porque el pobre Jiang Cheng se tenía que recordar cada dos por tres cómo se respiraba), Lan Zhan no soportaba los ruidos fuertes, así que su propio hermano mayor lo había secuestrado. Seguro que ahora estarían enrollándose en el almacén del gimnasio, alejados de cualquier mirada indiscreta. De esa, Wei Ying no salía virgen, lo tenía más que claro. Ahora bien, ¿y de Meng Yao qué había sido? Bueno, pues resulta que su traidor amigo —tanto de Lan Huan como de él mismo— tenía su propio grupito, así que se había largado con ellos a disfrutar del festival.
Por supuesto, Jiang Cheng ignoraba que Lan Huan le había pedido de rodillas que les dejase ver los fuegos artificiales a solas. El otro amigo de ese par, Nie MingJue, un neandertal que el estudiante de primero no se explicaba cómo demonios había llegado a la universidad, se estuvo riendo de él todo lo que quiso y más.
Así que ahí estaban los dos, a solas en la azotea, contemplando en primera fila el espectáculo de pirotecnia.
Lan Huan estaba en tercero, se graduaría aquel año. Él cursaba primero, pero se conocían desde secundaria gracias a sus problemáticos hermanos mayor y pequeño (que habían pasado de odiarse a ser la pareja de moda del instituto, vaya sorpresa). Lan Huan le gustaba desde hacía... año y medio más o menos. Solo sus hermanos sabían que quería pedirle salir, aunque por ende también lo sabía Lan Zhan. Por la parte del más veterano, su hermano y sus dos mejores amigos llevaban un par de años enterado del crush monumental que tenía por el menor de la familia Jiang. Así que Lan Zhan, como la intersección de los dos ambientes, resultaba ser el único que tenía consciencia de que se gustaban a muerte, pero eran demasiado idiotas como para admitirlo. O les daba demasiado corte.
O las dos. Probablemente fuesen las dos.
Y ahí se hallaban. En silencio. Los dos queriendo hablar pero ninguno siendo capaz de hacerlo. Lan Huan se atrevió a mirar a su izquierda, a dónde Jiang Cheng se apoyaba sobre la barandilla de hierro negra. Las chispas de los fuegos artificiales iluminaban su rostro en mil y un colores distintos. Sus ojos resplandecían, encantador y emocionado. Lan Huan consideraba que, como presidente del Consejo de Estudiantes, su mandato y su manejo de los presupuestos valía la pena solo por ver la atractiva sonrisilla que se dibujaba en esos labios de melocotón. Solo por eso, sonrió también. Y se envalentonó, que falta le hacía.
-Jiang Cheng -le llamó, sacando un paquetito de su mochila-, toma.
El estudiante más joven se volvió para mirarle, la chaqueta del uniforme de invierno revoloteando abierta gracias a la brisilla nocturna de noviembre. Con el ceño fruncido contempló el pequeño paquete rectangular que Lan Huan le tendía. Tendría el tamaño de su palma, como mucho. Estaba envuelto en un papel de flores y tenía un gracioso lacito en un extremo, pero los colores se perdían en la noche y el intrusismo de las luces resplandecientes del firmamento.
-¿Y esto?
-Es solo un detalle pero... bueno, quería dártelo. Feliz cumpleaños.
Jiang Cheng parpadeó. Sus labios formaron una diminuta "o", circulares y rosados. ¿Estaría mal si lo besase allí mismo?
Cuando le sonrió y dejó escapar una especie de bufido atragantado a medio camino entre la vergüenza, el nerviosismo y el sentirse parte de una mala broma, los interrogantes en la mente de Lan Huan solo se intensificaron.
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Inefable [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanfictionColección de one-shots XiCheng basada en un post que me encontré por Tumblr hace como mil años, cuando lo usaba. Porque si las palabras son tan variadas y hay tantísimas que no conocemos... ¿por qué no emplearlas para contar historias, lo que más no...