"Druxy: algo o alguien hermoso por fuera pero que en realidad está podrido por dentro."
Encerrado en su habitación del pabellón de invitados de los Recesos de la Nube, Jiang Cheng contemplaba con incrédulo horror la flor roja que sujetaba en su mano. El pulso le temblaba casi tanto como las rodillas. No tardaron en cederle; le llevaron al suelo con un golpe seco. El capullo acababa de abandonar sus labios, pero algunas hojas desgraciadas seguían atascadas en su garganta, resistiéndose a liberarlo. Le ahogaban. El único sonido era el de sus jadeos, farragosos y sibilantes. Un aroma dulce y metálico inundaba la habitación, tan antinatural como los pétalos que lo segregaban. Era asqueroso, repulsivo, y para su desgracia estaba tan acostumbrado al mismo que ya no creía que pudiese hacerle vomitar de nuevo. Al principio le causaba náuseas, ahora solo el asco más puro. Quizá algo de pavor también. En nada se parecía al incienso de sándalo que inundaba Gusu, esencial incluso en los cuartos de invitados. Menos mal que lo ofrecían, porque tendría que quemar muchas varillas para deshacerse del susodicho hedor. En su paladar quedaba grabado el sabor de la sangre que acababa de expulsar, sangre endulzada con el regusto empalagoso de las semillas de loto cuando están demasiado maduras. Los pétalos rojos que intentaba sostener tras el ataque de tos se derramaban a su lado, tristes recordatorios del poco tiempo que le quedaba. Algo ardía dentro de su pecho, una planta, una flor de loto que cada día crecía más y más, enraizada en su corazón y en su núcleo dorado. Y si no hubiese estado demasiado ocupado tosiendo sangre y pétalos de flores, habría reparado en lo mucho que le costaba respirar. Pronto le sería imposible, cuando los tallos de aquella mortífera flor terminasen de atravesar sus pulmones.
Estaba perdido.
Estaba muriéndose.
***
-Líder de secta Jiang, os veo especialmente elegante hoy.
Aunque no era una burla ni mucho menos —por favor, ZeWu-Jun probablemente desconocía el concepto de reírse de alguien, o eso o tenían alguna regla en contra entre esas cuatro mil— Jiang Cheng no pudo evitar sentirlo como una. Las raíces que taladraban su corazón se apretaron, cruel recordatorio de que quien alababa su aspecto sería el mismo que le llevaría a su muerte prematura. Pero eso Lan XiChen debía desconocerlo, y lo haría para siempre de estar en su mano. Se llevaría el secreto a la tumba, que tampoco le quedaba tan lejos.
Ignorando el dolor, a su cumplido le siguió un leve asentimiento con la cabeza a modo de saludo. Se había acicalado y engalanado a conciencia, lavándose durante horas para camuflar el olor a dulce muerte que la flor de loto arraigada en su interior provocaba. Se había frotado hasta dejarse la piel del pecho y de los brazos en carne viva, hasta que la irritación fue comparable al ardor que provocaba su amor no correspondido. Porque, al fin y al cabo, esa era la causa de todos sus males. Sin pretenderlo, el inocente ZeWu-Jun había plantado en su pecho la semilla del desastre, porque no sabía por quién era amado y, o al menos eso pensaba Jiang Cheng, jamás le correspondería.
-La situación lo requiere. -Era la boda de sus hermanos, ¡qué menos!-. También os habéis arreglado a conciencia. -Constató escueto, escudriñando las túnicas ceremoniales del líder Lan. Hermoso, resplandeciente y digno. Tanto que le dolía mirarle, le dolía estar cerca de él. Y la flor se resentía por ello al mismo tiempo que aumentaba el peso de sus sentimientos. Gritó sin voz, y todo su cuerpo se paralizó en un latigazo de dolor que pareció taladrar todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. Ni él supo muy bien cómo fue capaz de darse la vuelta para camuflarlo sin desfallecer.
Lan XiChen le siguió, notando algo extraño en su compañero líder de secta. Le regaló una sonrisa que Jiang Cheng optó por ignorar, antes de seguir tratando de entablar una conversación.
ESTÁS LEYENDO
Inefable [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanfictionColección de one-shots XiCheng basada en un post que me encontré por Tumblr hace como mil años, cuando lo usaba. Porque si las palabras son tan variadas y hay tantísimas que no conocemos... ¿por qué no emplearlas para contar historias, lo que más no...