"Gargalesthesis: la sensación causada por las cosquillas."
Hay algo erótico en el arte de vestirse. Cubrir, ocultar, sugerir... sobre todo ante la atenta visión de un amante que es capaz de reconocer las suaves curvas que la tela comienza a recorrer. Era algo erótico y estimulante, sin duda. Así al menos lo pensaba Lan XiChen, cuyos ojos pardos no podían apartarse del cuerpo desnudo que momentos atrás yació a su vera, a su lado en aquel cómodo lecho, y que ahora estaba de pie en mitad del cuarto. Poco a poco, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, con una lentitud casi impropia, capas de tersas y ricas telas iban cubriendo la elegante silueta de Jiang WanYin. Sus túnicas interiores fueron las primeras en rozar esa blanca piel que el primer jade había catado apenas unas horas antes. Sus movimientos, sus ágiles dedos que ataban por aquí y por allá los lazos y los cierres pertinentes, parecían más interesados en tentarle que en cumplir el cometido que deberían haber estado desempeñando.
De espaldas a su amante y compañero de cultivo, el líder de Yunmeng Jiang miraba por la ventana de la habitación de la posada en la que se hospedaban mientras buscaba con la vista la segunda capa de sus túnicas. La localizó, mas solo con los ojos. Nunca llegó a cogerla. Le fue imposible en cuanto se vio arrastrado de vuelta a la cama por los fuertes brazos del primer jade, que no podía soportar la visión de ese cuerpo cubriéndose sin sentir unas ansias irrefrenables de despojarlo de nuevo de toda prenda. Jiang WanYin cayó sobre el colchón con un ruido seco y un bufido apenas audible. El incorregible que tenía por amante capturó sus labios en un beso tan dulce como acalorado antes de que pudiera quejarse, porque iba a quejarse. Esas manos frías, gélidas incluso, desataron veloces los nudos que había hecho con tanto mimo, abriéndole la túnica interior y colándose entre la seda hasta alcanzar su cálida piel. En mitad de un beso que se había apresurado a corresponder, Jiang Cheng se estremeció gracias a las irrefrenables caricias que recibía. Esas dulces manos nunca abandonaron su cintura, como si estuvieran ancladas a él por algún hechizo indisoluble.
-Te recuerdo que tenemos una caza nocturna que liderar. -Masculló en cuanto su boca se encontró libre de la prisión que era la ajena. Lan XiChen, acostado a su lado y mirándolo como si fuera lo más hermoso del universo, le sonrió no sin cierto aire burlón.
-Los discípulos no partirán hasta dentro de unas horas. -Rebatió, acariciándole bajo la tela. Aquellos dedos presionaron en sus costados, masajeándole de esa forma tan especial que lo hacía gemir. Un suspiro traicionero escapó de los labios de Jiang WanYin.
-Hay preparativos que hacer.
-SiZhui y JingYi se encargarán. -Susurró el primer jade, llevando los labios al cuello del líder más joven. Comenzó a besarle, desde las clavículas hasta el lóbulo de la oreja-. El joven líder de secta Jin puede ayudarles. Son unos chicos muy capaces...
-Quién te ha visto y quién te ve, ZeWu-Jun. -Acabó por reír Jiang Cheng. Esos labios y esos dedos, las suaves caricias que repartían por su cuerpo para ser más exactos, habían llegado a hacerle cosquillas. Dicha sensación serpenteante le causaba al mismo tiempo escalofríos y risas, y esas risas calentaban el corazón de su descarado amante, que no dudó en atacar a su nuca con todavía más pasión-. Nadie diría que el reputado primer jade de Gusu Lan podría comportarse así. Tan irresponsable...
Un beso húmedo cortó sus palabras. Jiang WanYin le mordió el labio inferior mientras se besaban, porque odiaba que le interrumpieran y, al mismo tiempo, le encontraba un algo excitante si era su pareja quien lo hacía.
-Mejor dicho, quién te ha visto y quién te ve a ti, Sandu ShengShou. -Le contestó un sonriente Lan XiChen. En el momento de separarse optó por dejar los labios quietos y centrarse en las manos, que ya habían abandonado las caricias y se habían centrado únicamente en las cosquillas. Jiang Cheng reía, tan divertido como encantado. Porque, por una vez, estaba bien dejarse llevar-. Sabemos de sobra los dos que, si quisieras marchar, ya estarías fuera de esta alcoba.
-Y ahí está la gracia, baobei. -Concedió, apenas unos segundos antes de besarle-. No quiero marchar.
Porque, por una vez, olvidarse un par de horas de sus responsabilidades como líderes estaba incluso mejor que bien.
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Inefable [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanfictionColección de one-shots XiCheng basada en un post que me encontré por Tumblr hace como mil años, cuando lo usaba. Porque si las palabras son tan variadas y hay tantísimas que no conocemos... ¿por qué no emplearlas para contar historias, lo que más no...