Ryde me cogió cuidadosamente de la mano, haciendo que despertara. No se cuanto tiempo llevaba durmiendo, ni mucho menos como volvi a casa. Solo se que la boca me sabía extraña, como a una mezcla a sangre seca, y alcohol puro. El ojo me dolía demasiado, el párpado me pesaba y no conseguía abrirlo del todo. Y la espalda, la espalda era lo peor. Me era imposible moverme si ese movimiento repercutía a la espalda también. Sentía pinchazos.
- Deja de moverte hermanito, anoche la liaste mucho - Me aconsejó Ryde.
- Explicame como volvi a casa, y yo te explico lo demás - La ofrecí.
-Esta bien, empieza tú.
Y así empece a contarle mis aventuras de anoche. La conté desde el principio a fin, de como deseaba besar a Samira y se interrumpió el beso. De como sentía las manos de Camille sobre mi espalda pensando que correspondían a Samira. De como me alcanzó el primer golpe de Grinder. Y finalmente, de como llegó Guille a salvarme.
Cuando terminé, Ryde no sabía si reir o llorar, por lo que la hice continuar a ella con la historia.
- Guille consiguió sacarte del baño, y aunque te parezca mentira, ibas andando por ti mismo. Después entre él y Hector te metieron en el coche y en poco minutos se había acabado la noche para todos. Entre Guille y yo te metimos en la cama y te dejamos descansar. De Grinder y Camille no se volvió a saber nada, y Samira no estaba en la discoteca cuando salimos nosotros.
- ¿Y Guille donde esta? - La pregunté intrigado.
- Hoy a preferido dormir en el sofá del salón.
- ¿Y papá y mamá? - Volví con el interrogatorio.
- Esta mañana mamá a venido a cerrarte la persiana para que no te entrara el sol y te ha visto la cara. Esta preocupada, asique luego cuéntale algo.
La cosa iba de mal en peor. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Una vez allí me miré la cara en el espejo y hubiera deseado tener dinero para comprarme otra: las encías las tenía llenas de sangre, y el labio inferior destrozado; el párpado lo tenía morado e inchado, casi no podía abrir el ojo; y la espalda estaba llena de moratones rojos y negros.
Me quite la ropa de la noche anterior para darla una patada y dejarla perfectamente desordenada en una esquina del baño, y me meti en la ducha.
Tarde más de lo normal, puesto que no podía casi mover la espalda, y cuando salí, ya se podía apreciar el olor a comida casera.
Mientras me estaba vistiendo, Guille subió para avisarme de la comida.
- Frikirata vuelve a las andadas - Intentó poner un tono de humor a mi cara.
- Hoy te has levantado gracioso, ¿o que? - Le respondí tajante.
- Venga, que ya esta la comida lista - Me recordó.
Bajamos a la par por las escaleras. En la mesa esperaban ya los demás sentados: papá, mamá, Ryde y Hector.
Todos comimos sin decir una palabra, sin ni siquiera levantar la vista del plato. Eso cada vez era más incómodo.
Al acabar, mi madre puso la cara de explicaciones, asique me aclaré la garganta y volvi a contar la misma historia.
Héctor y Guille se quedaron con la boca abierta, mis padres con una ceja levantada, y Ryde me aplaudió al llegar al heróico final de Guille.
Antes de que pudieran hacerme una sola pregunta, mi movil comenzó a vibrar desde mi bolsillo, por lo que me retiré por un momento hacia mi habitación.
- Hola...
- ¿Que tal estas?
- Samira, yo de verdad que lo siento. Fue ella la que vino detrás, y no pude hacer nada.
- No te preocupes Nathan, esta todo bien. Ella es así desde pequeña. En las comidas familiares siempre hacía cosas y después me echaba a mi la culpa. De todas formas, tú y yo no somos nada y te puedes besar con quien quieras, aunque ese alguien sea la novia de tu amigo.
Eso me pilló totalmente al descubierto, y sin quererlo, ni pensarlo lo solté.
- Que no seamos nada no significa que no sienta nada por ti, y que no prefiera besarte a ti en vez de a otras, aunque esa otra sea la novia de mi amigo.
Creo que con eso también la deje en blanco a ella, pues se quedó callada, y no oía ni su respiración.
- Anoche no me dejaste el libro, ¿que te parece si me lo dejas hoy? - Me sugirió.
- Eso va a conllevar vernos, y con la cara que tengo es mejor que no.
- Me arriesgaré - Dijo divertida.
- Ven a mi casa a las seis, ¿te parece?
- Allí estaré - Y con esta corta frase, colgó.
Me quedé con el movil en la mano mirándo por la ventana. ¿Como había sido tan sumamente gilipollas de soltarle eso por telefono? ¿No me llegaba bien la sangre al cerebro?
Con un suspiro volvi a bajar, pero la cocina ya estaba limpia, y todos sentados en el salón con sus mantas mirándo la tele fijamente. Me senté al lado de mi madre, y aspirándo su aroma me quede dormido.
El timbre me despertó. Miré el reloj que estaba encima de la tele : las seis y diez. Me dirigí corriendo en la cocina, pero no había nadie. En su lugar, había una nota en la encimera que decía :'Nos hemos ido todos al centro comercial para ver un teatro navideño. No quemes la casa.Un beso.'
¿Tenía la casa para mi solo? Esto era demasiado bueno.
Abrí la puerta, y allí estaba una Samira tan preciosa como siempre. Con su gorro de lana blanco, y sus guantes a juego acompañados de una nariz roja por el frío.
- ¡Hola! - Me dijo en un susurro haciendo que el vaho saliera de su boca.
La abrí más la puerta, y por fín, pasó.
