21. Ilusiones para un árbol.

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Camille estaba cruzando la calle, por lo tanto a mi no me vió, pero por desgracia yo a ella sí.

La había visto tan solo hace dos días y estaba tan cambiada.

Había sustituido su largo y moreno cabello por una melena corta, de color negro y bastante sencilla.

Unas gafas enormes de tipo mosca la tapaban gran parte de la cara.

Llevaba los labios pintados de un rojo fuerte, por lo tanto es lo único que destacaba pues iba toda entera vestida de negro.

Unos pantalones negros y de cuero que realzaban su figura, junto con unas botas con cadenas. Por último llevaba un jersey de lana y bastante ancho también negro.

Me quedé mirándola largo rato sin saber que pensar, lo único que tenía claro es que no iba a acercarme, bastante miedo me daba esa mujer de normal como para intentar conversar así.

Guille tiró de mi brazo y nos pusimos a andar rumbo su casa.

Cuando llegamos, como habíamos pensado, no había nadie.

Guille tiró dos bolsas grandes de deporte al suelo, y entre los dos las llenamos de ropa y utensilios prácticos.

Fui a la cocina a por algo de comer, y cuando volví con dos tostadas, Guille estaba en la cama, mirando fíjamente un marco con una foto de él, su padre y su madre.

Parecían una familia unida, una familia que nunca había tenido ningún problema; y él, él parecía el hijo más feliz del mundo con un balón entre las manos alzándolo lo más alto posible, como si fuera el mundo.

Pero lo que más te enseña la vida, es que las cosas no son lo que parecen.

Salimos de esa casa que tantos recuerdos, tanto buenos como malos, traía hacia Guillermo.

De vuelta a mi casa, veía al cabrón que se había dedicado a amargarme la existencia cabizbajo, con las pupilas perdidas en el tiempo, con los ojos llorosos, con miedo.

Recordé que año nuevo estaba a la vuelta de la esquina, por lo tanto, cuando llegamos a casa, mientras Guille colocaba sus cosas, yo llamaba a Grider para preparar una quedada.

- ¡Hola! ¿Qué tal? - Le pregunté nada más descolgar.

- ¡Muy bien! ¿Y tú? - Me devolvió la pregunta.

- Bien. Oye, ¿que vamos a preparar para mañana? - Pregunté directamente.

- Podríamos ir a Kubik, la última vez no nos fue tan mal. Sobre todo a tí - Me recordó entre risas.

- Esta bien, tú te encargas de avisar a Héctor y Camille, y yo de el resto - Le ordené.

- ¿El resto? - Se extraño - Siempre vamos los tres y Camille.

- Ya lo verás. Por cierto, hoy he visto a Camille y... - Dudé - Bueno, nada. Mañana a la 1 en mi casa.

- ¡Hasta mañana, Nathan! - Colgó.

No quería contarle a Grinder nada de Camille hasta asegurarme de que era lo que hacía vestida así por la calle. Además, si fuera grave, él lo sabría, ¿no?

Volví a la habitación, donde Guille seguía colocando sin descanso. Metiendo cosas a mi armario y mi baño. Eso era un no parar.

Miré mi móvil y tenía un whatsapp.

'No ha habido suerte :'('

Se podía leer en mi pantalla.

'Mañana a la una de la noche en Kubik para celebrar Año Nuevo, y te llevo el libro'

CADA DOS MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora