2. Frikirata.

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La primera semana del curso ha transcurrido y sin novedades. Ahora toca fin de semana, y aunque no os parezca normal, yo lo odio. Llego a un punto máximo de aburrimiento que la mayoría de los mortales no pueden alcanzar, les es imposible.

Claro que salgo con Héctor y Grinder, pero como cada uno vamos a nuestra bola, tampoco es diversión asegurada. A lo único que nos gusta jugar a los tres es a los dardos. Solemos hacer partidas interminables mientras nos emborrachamos, cada fin de semana en casa de uno. Héctor, cómo no, bebe cerveza; yo bebo brugal, soy un pringado pero no un tonto; y Grinder... a Grinder no le hace falta ni beber, ve unicornios rosas él solito.

Una vez, para salir de la rutina, intentamos ir a una discoteca, pero no funcionó.

Grinder iba por el medio ofreciendo bolsitas verdes como un descosido. Le ofreció a una chica preciosa que estaba con su novio. Esta le dijo que no, pero él volvió a insistir, e insistir, e insistir. Al ver que no paraba, el novio, ya cansado, le dio un empujón a Grinder. Cuando Héctor vio esto, se metió por medio para defender a Grinder, y todas las chicas que estaban babeando por Héctor formaron un corrillo.

Ya podéis imaginaros el espectáculo.... Empezó a llegar gente de todos los lados y se unieron al corrillo. Grinder, inexplicablemente, desapareció y Héctor se quedó en medio bufando con el novio de aquella chica enfrente, solos.

Salieron cuatro seguratas, uno de cada esquina, justo en el momento en el que Héctor se acercaba al chaval. Se armó un lio de brazos, patadas, cabezas... ¿pero sabéis que es lo mejor? Que el único puñetazo que lanzaron me lo comí yo, y sigo sin estar seguro de quien lo lanzó, que lo mismo fue Héctor. Estuve una semana y media con el ojo izquierdo hinchado y morado. Guille me empezó a llamar 'frikirata' y todos los demás le siguieron la bromita.

No sabía ni donde meterme.

CADA DOS MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora