6. Diciembre.

141 1 0
                                    

Ya llevamos dos meses de curso y todo sigue calmado. Vamos a entrar en Diciembre, lo que quiere decir mis 18 años.

Respecto a Grinder, sí, conoció a la chica, pero no fue fácil. El primer día bajó pero subió corriendo con un ataque de nervios. Volvimos a los dos días y lo volvió a intentar, pero nada. Pero como dicen, a la tercera va la vencida, y así fue. Tuve que bajar yo con un enfado tremendo para presentarles, y por fín se conocieron. La chica se llamaba Camille y si de lejos parecía preciosa, de cerca la tendriais que ver. Alta y delgada, con pelo largo, liso y castaño. Unos ojos enormes y preciosos, con unas pestañas bastante largas. Unos labios definidos que te daban ganas de besarlos y con una sonrisa puesta. Grinder sabía elegir.

Empezamos a conocernos poco a poco, y cuando ellos cogieron confianza les dejé su espacio.

Grinder se apuntó a clases de hípica para estar más con ella y conocerla mejor.

Por supuesto que ahora estan saliendo. Me alegro muchísimo por los dos, pues se les ve felices y Grinder cada vez fuma menos. Ya no es el tipo ausente que pasaba de todo, no, ahora había vuelto a ser él. Por otra parte, eso me deprimía. Me daba cuenta que todo el mundo encontraba el amor, a alguien con quien compartir los momentos de felicidad y alegría. Todo el mundo menos yo, claro, 'el pringado'. Y si antes me consolaba jugando por las noches a los dardos mientras nos emborrachabamos, ahora eso no me servía. Grinder venía poco, pues prefería pasar tiempo con su magnífica novia; y si venía, Camille también. Eran como un pack.

No me mal interpreteis, me caía bien esa chica y como he dicho antes, me alegraba mucho verles felices, pero le estaba cambiando a mi amigo mucho y en muy poco tiempo.

Héctor también había desaparecido mucho en este tiempo. No se que podía andar haciendo, el caso es que salía muy poco, y había dejado de ir al gimnasio.

Las cosas estaban cambiando demasiado y justo en mi cumpleaños.

Esa tarde decidí llamar a Héctor y Grinder para hablar de mi cumpleaños y organizar algo entre los tres, y Camille, por supuesto.

Grinder se disculpó diciendo que ya tenía planes, pero que le fueramos trasmitiendo todas las novedades. A Héctor le dije que se pasara por mi casa, ya que mis padres trabajaban de tarde y estabamos solos mi hermana y yo. Pero dio la casualidad que Héctor tampoco podía, no me explicó el porqué, simplemente colgó.

Estaba totalmente aburrido, por lo que me fui a dar una vuelta por mi barrio.

- Ryde, me voy a dar un paseo. ¿Te apetece venir?

- No te voy a dar el gusto de disfrutar de mi grata compañía.

- Tan maja como siempre. Tardaré como una hora y media. No quemes la casa, ¿entendido?

- Si, y que no abra la puerta a desconocidos, ni arrime el dedo a los enchufes, ¿algo más mamá?

- Eres odiosa, niña. Adiós.

Me abrigué con todo lo que pude. Mi bufanda de lana negra y blanca y mi plumas gris (en esta época todo era poco), y salí a la calle.

El aire frío me abofeteaba la cara sin compasión, mientras mis dientes castañeaban sin mi permiso y de mi boca salía vaho cada vez que respiraba.

Me puse mis cascos con la canción que tanto me gustaba que escuché en el coche de Grinder. Por fín la había encontrado: se llamaba 'Cada dos minutos' y la cantaba un grupo llamado 'Despistaos'.

Sumergido en la letra de esa canción, llegue hasta un parque en el que jugaba de pequeño. Cada cicatriz de mi cuerpo me la había hecho en aquel lugar tan recondito pero lleno de recuerdos. Pensando en todo esto me di cuenta que el frío me podía, por lo que di media vuelta y me dirigí a casa antes de tiempo.

Me di prisa, mucha prisa y en poco rato estaba en la puerta de mi casa. Saqué las llaves con los dedos congelados y ya podía sentir el calorcito de mi hogar.

Entré pensando en la ducha de agua caliente que me iba a dar cuando lo vi.

- ¿Qué haces tú aquí? - Grité paralizado.

CADA DOS MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora