15. Mamá.

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- No entiendo como llegó a pasar. Estabamos en el coche volviendo a casa con la compra. Yo conducía, y mamá iba en el asiento del copiloto, iba feliz. En la radio sonaba esa canción horrorosa que a ella la encanta y la iba cantando a pleno pulmón, con todas sus ganas - Nos empezó a explicar mi padre mientras se le humedecían los ojos y se incorporaba de la cama - Paramos en un cruce para esperar que el semáforo volviera a la luz verde y poder seguir con el trayecto. '¿Sabes? Quiero comprarme una casa en la playa, tal vez dos' me dijo ella. Yo la miré pensando que estaba loca, y ella solo me regaló la mejor de sus sonrisas. De esas sonrisas que necesita expulsar para demostrar al mundo lo feliz que es, de esas sonrisas que la hacen cerrar los ojos para disfrutar el momento, de esas sonrisas que muestran todos sus dientes perlas colocados perfectamente. De esas sonrisas que nos alegra el día a todos. - En esos momentos de la historia mi padre tenía que parar para poder respirar, pues el llanto no le dejaba seguir, le quitaba el aire. - A partir de ahí todo fue muy rápido. El semáforo cambió a verde justo en el momento en el que sentí un fuerte impacto por atrás. Me dió tiempo a mirar por el retrovisor y ví a un coche negro que nos acababa de golpear y nos mandaba lejos del sitio que estabamos. Miré a tu madre preocupado y me di cuenta que no llevaba el cinturón. ¿Cuando cojones se había quitado el cinturón? Me dispuse a poner la mano en su cintura y así evitar que se golpeara, pero no pude ver el gran camión cisterna que pasaba en ese momento y chocaba contra nosotros, haciendo que yo me golpeara la cabeza contra el volante y tuviera que soltar a vuestra madre, quién se dirigió con todo su cuerpo hacia el cristal. A partir de ahí no recuerdo nada, solo la cara de vuestra madre llena de sangre. Después de eso me he despertado aquí, y un médico me ha dicho que mamá está en el quirófano muy grave. - Terminó de relatar mi padre.

Ryde y yo estabamos bloqueados, no sabíamos si decir algo o mejor callar.

Héctor, quién se había quedado en el marco de la puerta para dejarnos intimidad, miraba al suelo con gran pesar. Se le notaba que quería abrazar a mi hermana, la quería consolar y protegerla, pero nadie podía hacer nada por ella.

- Todo esto es por mi culpa, yo debería estar en el lugar de ella - Se lamentó mi padre al ver que nosotros no hablabamos.

- No digas eso papá, tú no sabías lo que iba a pasar. Tú no tienes la culpa - Arrancó Ryde.

Yo seguía callado asimilando aquella horrible situación.

Deseaba más que nunca volver a ver a mi madre. La necesitaba para que me dijera que era el hombre más guapo del mundo, para que me ridiculizara delante de mis amigos, para que me viniera a buscar al instituto con 18 años. La necesitaba a ella y en ese momento.

Pasó una hora, una hora en la que no ocurrió nada nuevo. Lo único que había cambiado eramos nosotros. Ninguno sonreía, todos permaneciamos callados.

Mi padre estaba tumbado en la cama, mirando al techo mientras pensaba en lo ocurrido y se lamentaba; mi hermana estaba sentada en una esquina de la cama, tomada de la mano de mi padre, como queriendo darle las fuerzas que ni ella conseguía. Yo había elegido el suelo, allí estaba lo suficientemente frío y me despejaba las ideas. Todavía no había conseguido decir ninguna palabra. Y Héctor había entrado a la habitación para sentarse en el gran sillón de piel marrón oscura para las visitas.

Otra hora más, ya había perdido la cuenta.

Por la puerta se veían enfermeras y doctores pasar a toda prisa, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Pero ninguno miraba hacia nosotros, ninguno se molestaba en cruzar esa puerta y darnos alguna noticia.

Yo me estaba volviendo loco, me disponía a mirar por la ventana para pasar el rato cuando por la puerta entró el mismo doctor que nos había guiado hasta mi padre.

- Buenas tardes - Saludó.

'Buenas para tí', pensé.

- Buenas tardes - Saludo Héctor, que fue el único capaz de contestar.

- Tengo noticias... - Nos informó el doctor.

'¿Buenas o malas?', pensé.

Mi padre se sentó al lado de mi hermana en cuanto a sus oidos llegaron aquellas palabras. Su cara reflejaba un rayo de esperanza, en cambio en la mia, no había ni la más mínima.

Mi padre hizo un movimiento con la cabeza, asintiendo, y así dando permiso al doctor para hablar.

Yo no sabía si quería escucharlo o no.

- Tras cuatro horas de dura operación su mujer ha salido del quirófano. - Se dirigió a mi padre -  Pero a partir de aqui las cosas se complican.

Tras oir esas palabras, mi mente comenzó a rezar para que todo eso fuera una broma y mi madre estuviera en casa preparándonos la cena.

- Al impactar contra ese camión, su mujer se golpeó contra la guantera y el cristal. En la cara tiene bastantes cortes pero esos cortes solo necesitaban ser cosidos. Lo peor fue que cuando se golpeó contra la guantera el impacto fue tan fuerte que sus dos pulmones estallaron, impidiéndola respirar. Hemos intentado todo lo posible en el quirófano, pero sin ningún resultado. Su única esperanza es que consiga que alguien la done sus pulmones, o por lo menos uno, y tiene que ser rápido. Siento ser tan brusco con este delicado tema, pero ahora mismo está conectada a una máquina para poder respirar y no aguantará más de una semana así.

Mire por la ventana, estaba nevando.

CADA DOS MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora