*Avergonzado*

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Moría de vergüenza. Sentado sobre la tapa del inodoro pensaba en lo que acababa de suceder y quería morir.

Por un lado , había experimentado un placer, una felicidad, que jamás había pensado sentir. Por el otro, sentirse vulnerable a merced de sus impulsos, de sus necesidades no le había gustado.
El siempre estaba bajo control. Sus acciones, su mundo, todo calculado. Pero, desde que conoció a Off todo se puso cabeza abajo.
No , no podía echarle la culpa. Su condición de omega había despertado. Esperaba tener más tiempo. Haber terminado la universidad. Aunque no, no podía manejar su cuerpo. ¿Qué estaba pensando?
Tenía que enfrentarlo, y cuidarse lo mejor que pudiera. Si, eso tenía que hacer.

Se sacó la ropa y metió a la ducha.
Le dolían los labios. Se los frotó con el agua tratando de aplacar todas las sensaciones que aún cosquilleaban.
La imagen del mayor alterándolo con sus besos, volvía una y otra vez.
Cerró los ojos. El agua caliente lo cubrió. Su junior despertó otra vez.
Se aferró a él con fuerza. Las piernas flojas, la cabeza apoyada sobre los azulejos. La espalda encorvada. Cálidas gotas lo masajeaban suavemente, mientras él se perdía en sus propios deseos.
Todo lo que pensaba era en el alfa y en su cuerpo aplastándolo, sus besos torturándolo. Su respiración, su mirada. Se dejó llevar una y otra vez, sin poder saciarse .
Agotado, laxo en el fondo de la bañera, respirando agitadamente , cerró el agua. Empezo a tiritar mientras su cuerpo se enfriaba.

Off miró hacia la puerta del baño por vigésima vez . Más de una hora llevaba el menor ahí adentro. Golpeó la puerta y preguntó.
-Gun , estás bien?
Una voz casi inaudible, respondió negativamente.
Entró, encontrándolo desvanecido. Con premura lo envolvió en una gran toalla y llevó a la cama. No sé esforzó en vestirlo solo lo arropó.

Tocó su rostro, estaba frío. Se acostó junto a él. No subía la temperatura.

Su omega."SU" omega estaba frágil. Muy delgado, pálido. Rozó su clavícula, pecho, abdomen , sintiendo los huesos sobresalir.
Él sabía lo que tenía que hacer.

Hacer suyo a Gun. Esto le devolvería la energía, la compostura, su ser.

No podía, no debía. El omega tenía una opinión bastante clara de la desigualdad entre omegas y alfas, del dominio, del poder. Y él era diferente, no buscaba su sometimiento.
Deseaba que por su propia decisión viniera a él.
El menor sufría, él sufría. Lo único que podía hacer ahora era sostenerlo, contenerlo y esperar que algún día lo amara.

Se quitó la ropa, lo abrazó y tapó. Debía calentarlo. Pero el pequeño era una deliciosa tortura.
-Vamos Off , enfócate. Él tiene que estar bien-. Se dijo.

Quería que recupere ya sus fuerzas. Que lo enfrente, que se enoje con él. Pero faltaba un día más, por lo menos.
Aunque tenerlo así tampoco estaba tan mal.

Un rato después, cuándo lo sintió con la temperatura normal, se levantó. Le dejó ropa a su lado y, empezó a pensar que cocinaría. Debía hacer bastante comida.
El omega necesitaba alimentarse.

Una hora y media más tarde, Gun despertó.
Se desperezo en la cama, dándose cuenta de su desnudez.
-¡Ay!- dijo tapándose rápidamente.
Off lo miró.
-¿ Qué pasa?
- Perdona ¿Podrías darme algo de ropa? Necesito ir al ...
- Mira en la mesa de luz.
Se asombró de ver ropa doblada y preparada para él, pero lo cubrió muy bien tras una cara de póker. Se vistió pensativo.

Después de ir al baño, se sentó junto a la isla.
La mesada llena de comida de todos los colores. Verduras, carnes , arroz.
-¡ Woow! No sabía que supieras cocinar.
El más alto lo miró y pensó.
-No te diste la oportunidad de conocerme. No sabes nada de mí.
No era momento de reclamos. Solo dijo:
- Elige lo que quieras. No sabía lo que te gustaba o si tienes alguna alergia. Así que prepare distintas opciones separadas. Come lo que te guste.

No podía mirarlo. El menor estaba realmente tocado. En su vida hubiera imaginado esto. Un alfa que lo cuide, lo atienda, alimente con tanta paciencia y dedicación. Jamás cruzó por su cabeza.

Tomó un plato y lo llenó de un poco de todo y comió. Comió como nunca. Su cuerpo lo pedía. Su corazón lo exigía.

Satisfecho, se levantó para lavar los platos, pero el otro lo frenó.
-Quédate ahí. No te muevas mucho. O si quieres siéntate en la cama y mira la tele. No te exijas ¿Si?

No pudo responder. Cada acto de Off lo enmudecía. Para bien.
Solo estaba agradecido. En verdad, se había comportado como un idiota con él. No se merecía ese trato. Pero se calló. No se sentía con todas las fuerzas para hablar.
Solo obedeció. Se acostó en la cama y puso una película, mientras el otro aseaba.

Lo miraba de reojo, analizándolo.
Ridículamente alto. Cejas locas, súper expresivas. Ojos que se pierden en una sonrisa. Labios. Que bien se sentían esos labios en su boca. Quería tenerlos ya. Se dió cuenta y pensó.
- Ay, no. Otra vez.

Su cuerpo reaccionaba solo. Se aferró a las sábanas tratando de apagar el feroz fuego que lo retorcía, consumiéndolo.
- No puedo, no puedo, no puedo más.

Un grito ahogado, alertó a Off de la nueva crisis. Se acercó, lo apretó en sus brazos, acorralándolo con su aroma y su voz.
- Tranquilo, tranquilo. Ya pasará bebé.
Le costaba mucho verlo así. Se moría por dentro, y por fuera. Aunque el deseo también lo afectaba, solo pensaba en el pequeño y su bienestar.
-Tranquilo, tranquilo. Cierra los ojos, respira. Enfócate en tu respiración.

Gun lo miró con ojos desesperados.
-No puedo más. Tómame. Por favor.

Los Labios Del Pequeño OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora