Necesito un trabajo.

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Él escuchó el timbre y dejó los cubiertos sucios en el fregadero, caminó hacia la puerta mientras se secaba las manos con una toalla que había tomado y vio por el rabillo de la puerta. Miró a una mujer secándose la frente con el dorso de la mano.—¿Qué deseas? —Preguntó abriendo la puerta y dejando la toalla en su hombro derecho.Ella lo analizó detenidamente y sonrío.—Buenas tardes, señor —La chica hizo una reverencia —Espero no haberlo interrumpido en algo importante...—Ya lo has hecho —La interrumpió —Ve al grano.—Lo siento, en verdad lo siento, pero, necesito trabajo. Vera, mi hermano murió y no he podido conseguir nada, en verdad, lo necesito, sé lavar, planchar, cocinar, tengo disponibilidad de tiempo, puedo ayudarlo en lo que sea, es más ahora mismo puedo barrer su patio.—Ya lo he hecho yo antes.—Pero se ensucia rápido.—No lo creo, por aquí no hay mucha tierra.—Mire —Se agachó y pasó el dedo por el suelo, se levantó desanimada.—Te lo dije, mujer —Le dijo mirando su dedo casi limpio.Intentó cerrar la puerta, pero ella lo detuvo.—¡Espere! ¡Puedo hacer más cosas!—No necesito ningún servicio tuyo.—Por favor...—No.—Vamos, puedo hacer las tareas domésticas sin problema.—Puedo hacerlo yo.—Pero, tiene trabajo, ¿no? Puedo hacerlo y usted puede rendir más en su empleo.—Llevo años haciendo lo mismo, nada puede dificultarse para mí. Suerte para la próxima.Ella asintió con la cabeza agachada y se dio la vuelta dispuesta a irse. Era la quinta cuadra que visitaba, y nuevamente, no obtuvo nada, sintió que sus ojos se humedecían.Miró un autobús escolar detenerse frente a la casa del hombre y un niño bajó con la mirada seria. Él era tan igual al dueño de aquella casa, por curiosidad, miró atrás esperando encontrar la puerta cerrada, pero, no, aquel hombre estaba ahí, esperando al infante con los brazos cruzados.El niño llegó al pequeño escalón y la examinó de pies a cabeza y viceversa.—Bueno tardes, mujer —"Saludó" y a ella casi se le cae la quijada por su forma tan parecida al adulto de hablar.—Buenas tardes, pequeño —Respondió con una sonrisa.—Entra ya, Dan —Llamó el hombre y el niño caminó a la casa.Ella sonrió.—Supongo que a veces le es difícil cuidar de su hermano.—¿Hermano? Te refieres a mi hijo, ¿no?Ella lo miró sorprendida, el hombre frente a ella no tendría más de treinta años, ¿cómo podría tener un hijo tan grande?Ignoró su sorpresa y siguió.—Yo podría cuidarlo mientras usted trabaja.—No dejaría a mi hijo con una desconocida.—Es cierto, olvidé presentarme, soy Orihime Inoue, mucho gusto —Extendió la mano para estrecharla con la del hombre.—Aún sigues siendo una desconocida para mí, mujer —Respondió dejándola con la mano extendida.—Ya sé, pero en serio necesito un trabajo.—¿Si te ofrezco algo te irás? —Ella asintió frenéticamente —Espera aquí. Dan, no te acerques a la puerta.—¡No pretendía robarlo para pedir una recompensa! —Gritó ofendida.—¿Y yo qué sé de ti? —Respondió volviendo a la puerta.—Es que, pienso que eso fue descortés.—Te estoy tratando de ayudar después de que vinieras a interrumpirme, ¿y aun así piensas que puedes hablarme de cortesía? No me vengas con esas estupideces, mujer. Ten, en donde trabajo necesitan a una asistente, no creo que seas tan tonta para no saber servir un café. Te quiero mañana a las 7:00 a.m., de lo contrario, no olvidaré que me has hecho perder tiempo y te haré pagar.Ella abrió la boca sorprendida y ofendida.—¿Me está amenazando?—Sí, y ahora, largo —Y le cerró la puerta en la cara.Ella miró la puerta con recelo y sacudió la cabeza para olvidar los pensamientos negativos. ¡Por fin podría conseguir un trabajo!—Esa mujer es molesta —Escuchó a su hijo hablar, mientras miraba caricaturas en el televisor.—Lo sé, espero que no la contraten en la disquera.—No lo sé, ella es linda y tu jefe un pervertido, todo puede pasar.—Deja eso —Tomó el control y apagó la televisión —Esa cosa te hace perder tiempo, mejor adelanta tu tarea, en unos minutos te sirvo la comida.—No fuera un programa que te guste, porque si no, me matas si lo apago.—¿Quién compró el televisor? ¿Tú o yo? Legalmente me pertenece, agradece que te la dejo usar.—¿Qué me la dejas usar? Acabas de apagarla.—Tienes cosas que hacer, ¿no?—Quiero ramen.—No lo creo, comerás lo que yo te prepare.—Deberías contratar a esa mujer de niñera, tal vez ella sí me deje comer lo que quiero.—¿En verdad la quieres a ella de niñera?—No, solo bromeo, es más fácil que yo la cuide a que ella me cuide a mí.—Lo mismo creo.

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¡Hola! De nuevo me encuentro aquí, publicando una nueva historia Ulquihime, porque me gusta, porque puedo y porque tenemos derecho a soñar 💖
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