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Observe la pantalla de mi celular por enésima vez. El evento llevaba más de una hora y yo ya estaba agotada. Los pies me dolían, había estado parada todo el día, la espalda comenzaba a dolerme en la parte de la cintura por la mala postura y la cabeza también, debido al fuerte sonido del ambiente. Bufé y mi hermano pequeño levantó su cabeza para mirarme. Su rostro, levemente iluminado por los reflectores que se movían en el escenario, irradiaba felicidad. Sonrió, aplaudió y se sacudió un poco en su lugar, sin poder contener la excitación que sentía.

Le devolví una especie de sonrisa, en realidad era una leve mueca que hice con mis labios. A él poco le importo mi desinterés por el espectáculo, volvió a fijar su mirada en el horizonte donde el host, un hombre robusto, de unos treinta y tanto años supuse, llamaba a dos competidores para una nueva batalla.

Según tenía entendido, era el primer cruce de cuartos de final por lo que aún faltaba más de la mitad del evento. Yo apenas sabía lo que era el freestyle o las batallas de gallos gracias a mi hermanito. Santino estaba obsesionado con esas competencias de rap y le había rogado a nuestros padres que lo lleven a la Final Nacional de Red Bull. Luego de tantas insistencias, mis progenitores decidieron dejarlo ir, con una condición: que yo fuese la encargada de llevarlo. 

Me enojé tanto que estuve una semana sin hablarles a ambos. Me parecía muy injusto que tuviera que sacrificar todo un día por acompañarlo a un lugar en donde no quería estar, y sobre todo, tener que ser quien cuide de él. Para compensarme, me prometieron dejarme ir a donde yo quisiera la próxima vez que se presente la oportunidad. También me quejé ya que no me gustaba salir a ningún lado. De todas maneras acepté, no sabía cuándo ni para qué utilizaría mi comodín, pero tal vez en un futuro me serviría tener el permiso asegurado para salir.

— ¿Qué te hacés el demonio? Wacho no te la creo ni con moño — rimó uno de los competidores — se hace el demonio y el illuminati, los cuernos que tiene se los metió la Joaqui — remató provocando la explosión del público. Reí por lo bajo mientras observaba a mi pequeño hermano saltando en su lugar, festejando aquella rima que, supuse, había sido muy buena.

— ¡Wos, Wos, Wos, Wos! — coreó la multitud y Santino se sumó, obviamente — ¡Dale Woooooos, sos el mejoooooooor! — gritó el pequeño con toda la fuerza de sus pulmones y reí, al parecer no fui la única que se sorprendió, ya que el nombrado se giro sobre su propio eje y dirigió la mirada directamente hacia donde estábamos nosotros, a un costado del escenario. Wos, supuse que era su nombre artístico, sonrió y guiñó un ojo — ¿Viste eso? ¡Me vio, me vio! — comenzó a gritar mi hermanito, jamás lo había visto tan exaltado. Yo, por mi parte, estaba boquiabierta. No porque significara algo personalmente pero me parecía inverosímil que, entre tanto griterío, el aludido haya notado la voz de Santi.

Al parecer, mi hermanito tenia razón con que era el mejor, ya que aquella noche, Wos se corono campeón nacional y Santino estaba eufórico. Aún una vez finalizado el evento, mientras esperábamos que nuestra madre pasara a buscarnos con el auto, el pequeño no paraba de moverse de un lado para otro. Yo, por mi parte, revisaba una y otra vez mi celular para ver si llegaba algún mensaje de mi madre. No tenía noticias de ella desde hacía 20 minutos, lo ultimo que me dijo fue que había mucho transito en el camino por un accidente y estaba demorada. Claro que estaba demorada, hacía más de cuarenta minutos había terminado el espectáculo, las inmediaciones del Luna Park estaban casi vacías, todo el mundo ya se había ido a sus casas, solamente quedaban algunas personas hacían filas en las paradas de colectivos y nosotros.

Ya era tarde y hacía frío. Había olvidado llevarme un abrigo mas grueso y también estaba molesta por ello, sumado al mal humor por la espera y el dolor de cabeza insoportable que sentía. Santino gritó nuevamente y empezó a correr a toda velocidad, sobresaltándome. No entendía qué le pasaba hasta que lo vi frenarse de golpe contra las piernas de un muchacho y comprendí todo. Había visto a Wos con un grupo de personas y lo estaba abrazando con todas sus fuerzas por la cintura, como si lo conociera de toda la vida.

El muchacho rió y acarició la cabeza y espalda de mi hermano, con cierta sorpresa. Me acerqué con las mejillas hirviendo de la vergüenza por lo que acababa de hacer el pequeño. 

— ¡Santino soltalo! — ordené, intentando ocultar mi nerviosismo — perdonalo, es que te admira mucho — expliqué sacando a mi hermano del delgado cuerpo del joven, parecía una garrapata. Lo quería matar.

El chico soltó una extraña y torpe risa, y levantó su mirada para encontrarse con la mía. Tenía unos ojos claros muy hermosos que me descolocaron por un instante. Abrí la boca pero no emití sonido, no sabía que decir, de pronto me había olvidado cómo se pronunciaban las palabras.

— ¡Wos te amo! — gritó mi hermanito y ambos dirigimos nuestra atención hacia el pequeño.

— Gracias, amigo — dijo el muchacho despeinando la cabellera de Santino quien sonreía de oreja a oreja pero no emitía sonido.

— Felicitaciones — dije en voz baja, y pensé que no se había escuchado pero la mirada del joven volvió a posarse sobre mí — por el triunfo — aclaré, como si fuese necesario. El chico se rió y mentalmente me golpeé la cabeza ante mi estupidez.

— Gracias — repitió, como si ya lo tuviera automatizado. En ese momento sentí pena por él. Seguramente estaba cansado y harto de que la gente se le acercara a saludarlo.

— Bueno Santi, vamos —

— ¡No! ¿A dónde? Pará — me respondió el pequeño y quise matarlo, de nuevo. — Wos, ¿podemos sacarnos una foto? — por un instante sentí miedo de que el chico rechace el pedido de mi hermanito y le rompiera el corazón. 

— Sí, obvio amigo, vení — Wos estiro su brazo izquierdo para que Santino se pusiera a su lado y ambos me miraron, esperando que yo desbloqueara el celular y abra la cámara. Toqué la pantalla y el flash se disparó. 

— Uy, me dejaste ciego — dijo el muchacho al instante.

— Perdón, yo... — me disculpe rápidamente.

— Tranquila, te estoy jodiendo — rió dejando al descubierto sus dientes, algo torcidos pero que por alguna razón me parecían lindos y armoniosos con su rostro pálido. 

— Gracias, Wos hoy te grité ¿viste? — nuestra atención se posó sobre Santino que estaba igual o más exaltado que antes.

— Sí amigo, gracias por el aguante — repitió Wos, y no estaba segura si lo dijo por compromiso o realmente se acordaba de mi hermanito.

El sonido de la bocina del auto de mi mamá me sobresaltó. Me había olvidado que la estábamos esperando.

— Ahí llegó mamá, vamos Santi — lo empujé levemente hacia el automóvil.

— Uh bueno, chau Wos, sos un capo — Santino aprovechó mi descuido y volvió a abrazarlo. Wos volvió a soltar esa risa contagiosa y a responder el abrazo del pequeño. 

— Dale, vamos — repetí — Gracias por todo — le dije al mayor.

— A ustedes, nos vemos amigo — Wos levantó su pulgar para despedirse mientras Santino se metía en el asiento trasero del auto y yo cerraba la puerta del lado del acompañante. 




Bueno, finalmente me animé a escribir mi primera fanfic sobre raperitos. Espero que les guste. Voten y comenten, me interesa saber la opinión de la gente. ¡Gracias por leer!

andrómeda | wos • valentín olivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora