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Todos los invitados se habían ido, incluso mis amigas que decieron volverse con unos chicos que iban para el mismo lado y dividir gastos del Uber. Depa se había quedado dormido en el sillón, y Manuel se despidió de nosotros para irse a dormir a su cuarto.

- ¿Podés dejar de limpiar? - se quejó Valentín quitándome la escoba de las manos - Te juro que mañana limpio todo.

- Pero. -

- Pero nada, no podés estar limpiando son como las cinco de la mañana - me interrumpió antes de que pudiera decir que ya terminaba.

- Dale, correte ya termino, no es nada, no me voy a poder dormir sino - dije empujándolo suavemente para que se corriera de donde había juntado la basura.

Valentín bufó y movió unos centímetros sus pies. Quedandose parado en el medio de la sala, de brazos cruzados, mirándome fijamente.

- Podrías ayudarme así termino antes - comenté pasando por al lado suyo.

El cumpleañero volvió a bufar pero enseguida aceptó mi sugerencia y en pocos minutos terminamos de dejar la casa un poco más limpia y ordenada de lo que la habían dejado.

- Ahora sí, vamos - dijo tomándome de las piernas y cargándome en sus hombros como una bolsa de papas.

Me depositó en su cama cuidadosamente mientras se reía de mis insultos y amenazas en voz baja para no despertar a los otros propietarios.

- Dios, te voy a matar - murmuré entre dientes acomodándome la remera y el jogging que me había prestado. - No te rías, casi vomito - me quejé. Era cierto, había quedado cabeza abajo y sentí que iba a largar hasta mis intestinos.

- Bueno, perdón es que sino seguías limpiando hasta el baño - rió, estaba bastante ebrio y, como siempre en ese estado, todo le resultaba divertido. - Gracias - murmuró una vez que se sentó al lado mío en la cama.

- ¿Por limpiar? - arqueé una ceja.

- No, por todo lo que hacés por mí - aclaró, acariciando mis mejillas y depositando un tierno beso en mis labios.

- Todavía no te di tu regalo - recordé, alejádome instantáneamente casi saltando de la cama.

Lo sierto era que estaba nerviosa por la situación. La ansiedad y la adrenalina colmaban mi cuerpo. El alcohol y el perfume de Valentín nublaban todos mis sentidos. Busqué en mi mochila el pequeño paquete que había guardado y volví a acercarme al castaño que seguía mis movimientos con sus ojos cristalinos.

- No es la gran cosa pero yo también quería que tuvieras algo para que me recuerdes, incluso cuando no esté cerca tuyo - comenté con un hilo de voz, casi inaudible.

Por más cliché que parecieran los regalos que intercambiamos en nuestros cumpleños, era una forma implícita de aceptar que cada vez sería más difícil pasar tiempo juntos. Valentín tenía varios proyectos y presentaciones pactadas a lo largo del año.

Estaba feliz por él, las oportunidades que le estaban apareciendo eran muy importantes para su carrera artística. Sin embargo, eso significaba que cada vez tendría que viajar más seguido y ya no podríamos pasar tanto tiempo juntos.

Valentín rompió el pequeño envoltorio y estiró una cadenita para el cuello. La examinó con sus ojos y sus dedos, en silencio.

- Gracias, me encanta - sonrió mirándone a los ojos.

- Santino me ayudó a elegirla, dijo que era como las que usan los raperos - expliqué causando que largara una pequeña risa - es una pavada, soy malísima para regalar cosas - dije corriendo un mechón de pelo de mi rostro.

- No, no, posta me encanta, gracias - repitió dejando varios besos en todo mi rostro, haciéndome cosquillas cuando su intento de jopo rozaba mi piel.

- Es de acero quirúrgico así que no se despinta ni nada - comenté mientra lo ayudaba a estirarla y se giraba para que se la coloque en su cuello. Cerré el ganchinto detrás de su nuca y acaricie sus hombros indicándole que ya podía volver a su posición anterior.

- Yo también tengo algo para vos - confesó poniéndose de pie, caminando hacia su escritorio. - Iba a esperar un poco pero no aguanto, quiero compartirlo con vos - dijo mientras encendía su laptop y buscaba algo en los archivos - no está terminada, falta pulir algunas cosas, es más o menos una maqueta - explicó, aunque no sabía de qué hablaba.

Conectó los auriculares y me los extendió para que me los coloque. Una vez que los tuve puestos, le dio play al reproductor de música y una melodía comenzó a sonar. Escuché con atención cada sonido, cada frase, cada rima. Su voz invadía mis oídos. Intentaba procesar todo lo que escuchaba más allá de los latidos de mi corazón que resonaban en mis tímpanos.

"Púrpura, púrpura, veo el color en el aire"

Mi color favorito.

"Porque bailando entiendo lo que pasa
En cambio el falso amor se deshilacha
Si un día sos Dios y al otro cucaracha
La mitad te deja de querer cuando perdes la racha"

Sentí cómo se me estrujaba el estómago, era como ver el interior de Valentín. ¿Realmente eso era lo que pensaba?

"Si pintan paredes te parece vandalismo
Pero matan mujeres ¿y eso a vos te da lo mismo?"

Recordaba esa frase, la había dicho yo. Limpié las lágrimas que humedecían mis mejillas y no sabía desde cuando habían descendido de mis ojos.

"Me gusta contar lo que siento realmente
Así en 10 años sabre lo que pensaba a los 20"

Sentí cómo mi piel se erizaba.

"Púrpura, púrpura vamo' a seguir este baile
La danza de los que resisten moviendo aunque..."

Terminó la canción y reinó el silencio. Levanté mi mirada buscando la suya. Me quité los auriculares aún en silencio. No se escuchaba ningún sonido en el ambiente, sin embargo me encontraba aturdida.

- Valen esto... es, es preciosa - susurré débilmente.

- ¿Posta? ¿Te gustó? - preguntó con timidez.

- Sí, sí, es genial, me encanta - rodeé mis brazos alrededor de su cuello - ¿Púrpura se llama? - había leído el título pero seguía sin poder creerlo.

- Sí, ya sé que es tu color favorito, y desde que me lo dijiste anduvo dando vueltas en mi cabeza - confesó cuando nos separamos.

- Y eso de las paredes... -

- También - soltó una pequeña risa - cuando lo dijiste sonó tan... fuerte que me quedó grabado y cuando llegué a casa lo anoté. No quería dejarlo pasar - confesó.

- Sos increíble, ¿sabías? - dije acariciando su rostro, recorriendo sus facciones con la yema de mis dedos y mis ojos. Quería capturae cada detalle suyo. Cerré mis ojos intentado guardar todas esas imágenes en mi memoria.

Besé sus labios suavemente. Sentí su cuerpo contra el mío. De pronto lo sentí. Sentí que era el momento, sentí que Valentín era la persona con la que quería compartir lo más íntimo y personal que puede existir entre dos individuos. Anulé todos mis miedos, simplemente me dejé guiar por ese sentimiento que era mucho más fuerte y poderoso que cualquier temor e inseguridad.

Estaba lista porque estaba segura de que Valentín era el indicado y que habíamos coincidido en tiempo y espacio, entre millones de años y millones de seres humanos. Estábamos ahí, juntos, frente a frente, de todos los lugares de la galaxia, del Universo, estaba a su lado, y era exactamente donde quería estar.

Faaa no sabía qué ponerme y me puse trolo. Bueno ahora sí, c re pikó.

andrómeda | wos • valentín olivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora