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Aproveché los rayos de sol matutino que se filtraban por la ventana de mi habitación. Tenía que rendir exámenes la semana siguiente y el trabajo consumía gran parte de mi tiempo durante la semana por lo que los sábados me despertaba temprano, a pesar de poder dormir hasta tarde, para ponerme al día con la facultad. Me gustaba ese momento a solas antes de que despierte mi amiga. Si bien disfrutaba su compañía, también era agradable tener un tiempo y espacio para mí misma en mi nuevo hogar.

Mi celular vibró sobre la mesa junto a la taza de café que soltaba vapor y esperaba que se enfríe lo suficiente para poder beber mi desayuno. Una notificación me avisaba que tenía un nuevo mensaje de Valen.

tas despierta?

sip por?

toy abajo tocando timbre hace un rato

uh no anda perdón ya bajo

Dejé los apuntes sobre el sofá y me coloqué las pantuflas rápidamente mientras tomaba las llaves y bajaba a abrir. Me había olvidado de avisarle que no funcionaba el portero eléctrico, una de las fallas que fuimos descubriendo con el pasar de los días y aún no había resuelto la administración.

- Perdón me olvidé de avisarte lo del timbre - dije apenas abrí la puerta del edificio y observé al muchacho parado con unas bolsas en sus manos y una amplia sonrisa en sus ojos.

- Pensé que me había confundido de número - rió dejando lo que sea que cargaba para rodearme con ambos brazos y acercarme a su cuerpo - Hola - susurró uniendo nuestros labios.

- Hola - repetí, con la respiración entrecortada, al separarnos.

- Te extrañé - confesó suavemente corriendo un mechón de pelo que caía sobre mi rostro.

- Yo también, mucho, pasá - caminé hacia atrás para permitirle que entre al edificio.

Valentín tomó nuevamente las bolsas que cargaba y caminó hacia mí, dejando un casto beso en mi mejilla, haciéndome sonrojar mientras cerraba la puerta principal.

- Viniste temprano pense que ibas a venir más tarde - comenté una vez dentro del ascensor.

- No quería perder más tiempo - confesó Valentín observándome con sus ojos brillosos y una sonrisa cálida en su rostro que se reflejó en la mía por inercia.

Las puertas se abrieron automáticamente en el piso marcado y caminamos en silencio hasta mi departamento. Abrí la puerta con la llave y dejé que el muchacho entrara por primera vez en mi nuevo hogar.

Valentín inspeccionó el ambiente con sus ojos, aún parado en medio de la sala, sujetando las bolsas en sus manos.

- Traje facturas para desayunar, aunque veo que ya desayunaste - levantó una mano y observé un pequeño paquete que se translucía debido al sol que entraba por el gran ventanal.

- Perdón, si me hubiéses avisado que venías te esperaba, igual podemos tomar unos mates, todavía no comí nada - expliqué y él asintió.

- Quería darte una sorpresa pero el timbre choto ese me cagó el plan - rió y yo también.

- Sí, ya nos quejamos con la administración, el otro día el delivery casi nos caga a puteadas - comenté mientras cargaba la pava eléctrica.

- Te traje un regalo para tu nuevo hogar. Me ayudó mi vieja - explicó sacando una planta de la otra bolsa que traía - dijo que es una planta de interior así que lleva poco cuidado, hay que regarla una vez por semana y solo necesita luz indirecta - extendió la pequeña maceta con unas hojas verdes. Era un potus.

- Valen, gracias - la tomé con ambas manos y dejé un beso casto en sus labios. - Me encanta, ya sé dónde la voy a poner - comenté pensando en la repisa de mi habitación que aún me faltaba por decorar. - Decile a tu mamá que muchas gracias - sonreí y sentí cómo mis mejillas ardían, aún no me acostumbraba a que el muchacho hablara de mí con su familia, menos aún con sus padres.

Tomamos mates y comimos las facturas que trajo, mientras hablábamos sobre lo que habíamos hecho durante la semana. No nos habíamos visto desde antes de la mudanza que coincidió con su viaje a Mendoza para la segunda jornada de la nueva liga de freestyle que integraba.

Me contó cómo había sido la batalla y la experiencia de tener que viajar tan lejos de casa. Estaba sorprendido por el gran recibimiento del público y había disfrutado poder enfrentarse nuevamente con Dtoke, uno de sus compañeros y referentes.

Estuvimos charlando a solas hasta que se despertó Caro y se unió a nosotros. Valentín se interesó en nuestras pequeñas anécdotas de convivencia, y comparábamos experiencias de vivir con amigos, ya que él vivía con el Depa hacía unos meses.

El resto del día pasó rápido. Valen se ocupó de hacer mates mientras yo estudiaba, aunque era más el tiempo que pasaba observándolo de reojo que enfocada en los textos de la facultad. Lo había extrañado en su corta ausencia.

Me encantaba admirar las facciones de su rostro cuando no se daba cuenta. La forma en que sus ojos escaneaban su celular y sonreía o fruncía el ceño, moviendo levemente el brillante arito de su ceja, la manera en que tensaba su mandíbula cuando masticaba alguna galletita con la que acompañaba el mate, la cantidad de veces que pasaba sus manos por su cabello de manera inconsciente. Me desconcentraba su belleza, su calidez, su presencia sigilosa, su compañía. Cuando estaba cerca suyo, Valentín acaparaba toda mi atención.

- No doy más - solté dejando caer mi cabeza sobre las fotocopias marcadas con resaltadores de todos los colores.

Valentín hizo ruido con la bombilla del mate y lo dejó sobre la mesa antes de acercarse a mí y comenzar a hacerme masajes en la espalda.

- Estudiaste una banda, descansá un poco mirá la hora que es - dijo y desbloqueé mi celular para ver el reloj que marcaba las 9.53pm. Había perdido la noción del tiempo.

- Valen es tardísimo, te hice perder todo el día acá, perdón - sentí culpa por no haberle prestado mayor atención. Se me hacía imposible repartir mi tiempo entre el trabajo, el estudio y mis relaciones sociales.

- No pasa nada, me gusta hacerte compañía mientras estudiás - dejó un beso en mi cabeza y levanté el rostro para poder observar el suyo.

- Te amo - susurré.

No solía decírselo seguido. Todavía me daba vergüenza confesarme en voz alta, sentía que cada vez que soltaba esas palabras era desnudar mi alma. Valentín tampoco era de decirlo con frecuencia, más bien lo demostraba con pequeños actos o simplemente lo dejaba implícito con su mirada clavada en mis ojos. Ambos sabíamos que era mutuo el sentimiento, solo que decirlo en voz alta nos hacía vulnerables.

- ¿Cenamos algo? - dije al no recibir comentario de su parte. El castaño simplemente se dedicó a observarme con su mirada perdida y luego asintió con una débil sonrisa.

Capítulo mega choto, perdón. Quería subir algo porque hace mucho no actualizo, también pido disculpas. Estoy atravesando una situación personal jodida, y tampoco quiero subir cualquier porquería. Voy a tratar de seguir escribiendo lo mejor que pueda.
Gracias por leer y tener paciencia.
💜

andrómeda | wos • valentín olivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora